-Elfidio Cano del Cid | PUERTAS ABIERTAS–
Si algo resalta en todo el proceso electoral en Guatemala, es una dinámica que se podría calificar de judicialización discrecional de la política. En este complejo juego, maniobró prácticamente toda la estructura de justicia y el mismo organismo electoral.
Uno no sabe si utilizar la figura «juego electoral» o «menú electoral». En este breve ensayo, utilizaremos indistintamente ambas expresiones, según a lo que se refiera el accionar, tanto de candidatos como de estructuras judiciales y electorales para ir preparando las condiciones del juego final y que la mesa quedara servida para los principales comensales del festín final.
Uno de los requisitos legales, para ser inscrito como candidato a un cargo de elección popular, era contar con el llamado finiquito que solo lo puede extender la Contraloría General de Cuentas (CGC). Algunos aspirantes le jugaron la vuelta a la CGC, tramitándolo en cortes locales –sin competencia para ello–. Unos fueron aprendiendo de otros y pusieron en jaque a toda la estructura judicial y al mismo Tribunal Supremo Electoral (TSE).
En esta perversa dinámica, fuimos testigos de que muchos aspirantes recurrieron a las más arteras maniobras para retrasar los procesos judiciales contra los acusados pretendientes a cargos de elección popular, tal el caso del diputado Felipe Alejos. Al final a este lo protegió la misma Corte Suprema de Justicia (CSJ) con una tibia resistencia por parte de la Corte de Constitucionalidad (CC).
Así desfilaron los interesados (buenos y malos) por las distintas cortes nacionales y locales, a fin de llenar los requisitos de ley. Los buenos aprendieron de los malos; pero las motivaciones de estos últimos eran otras. Generalmente, entre estos había personajes con cuentas pendientes con la justicia y con acusaciones e indicios tan delicados como haber sido previamente condenados por actos ilícitos, tanto en el ámbito nacional como internacional.
Pero en este recuento de anormalidades y de ir ajustando las piezas para el menú o juego (llegando casi a crucigrama) electoral, resaltan tres casos. Principiemos con el ejemplo bueno; se trata de la exfiscal Thelma Aldana, quien era propuesta como candidata a la presidencia por el Partido Semilla. Aldana fue un personaje quien, en su trabajo de combate a la corrupción, se alió con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). El balance de su trabajo es que envió a muchos políticos y connotados miembros del sector privado a los tribunales y, eventualmente, a la cárcel. El mismo presidente Jimmy Morales y su familia fueron blanco de sus investigaciones.
Thelma Aldana resultaba muy peligrosa para el orden establecido, por lo que los afectados por las investigaciones de la Cicig y el Ministerio Público (MP) se propusieron que había que evitar la posible inscripción de la candidata. Y lo lograron al final de cuentas –incluso enviando a un virtual exilio a dicho personaje–. La sacaron del juego y del posible menú para los comensales escogidos. Contra la exfiscal, virtualmente se movieron todas las piezas del tinglado judicial, incluido el TSE.
No aconteció de la misma forma con la segunda candidata, Sandra Torres Casanova, el expediente donde se le implicaba con el delito de financiamiento ilícito, en las elecciones del 2015, fue engavetado y descongelado, por la actual fiscal del MP, Consuelo Porras, hasta un día después de que Torres Casanova contaba con la inmunidad como candidata a las elecciones 2019. La mesa estaba servida y tendida para el apetecible posible menú final.
Los invitados estaban virtualmente completos y no eran ni Estuardo Galdámez, el kaibil diputado, ni el arrimado de clase y alcurnia, Roberto Arzú. Eran parte de la lista elaborada por los anfitriones tras bambalinas, pero sin ninguna posibilidad de participar en el banquete final. Faltaba uno y se trataba de Alejandro Giammattei, jefe de Presidios durante el gobierno de Óscar Berger Perdomo. Giammattei fue acusado de complicidad en la masacre de reos durante su gestión, por lo que enfrentó a los respectivos tribunales. Estuvo detenido pero fue absuelto por las cortes. Estos antecedentes no contaron y obtuvo el finiquito de ley para participar en los comicios 2019.
Ahora sí, el juego estratégico estructurado para el 16 de junio se resolvió y definió a dos invitados (originalmente eran 24 y quedaron 19, después de un tibio y sesgado proceso de depuración) para la posible comilona final; en este orden: Sandra Torres Casanova y Alejandro Giammattei. Lo sabremos el 11 de agosto, quién de ambos ungidos participará y presidirá la mesa ampliada de invitados para la gran fiesta, en un palacio de un color tirando a verde, el 14 de enero de 2020.
Según los resultados reportados por el TSE, al día 19 de junio, la Unidad Nacional de la Esperanza, lleva 1 120 948 de votos, un 25.65 % del balotaje total, y,el partido Vamos, alcanza 608 086 miles de votos, un 13.92 %. La UNE le saca a Vamos una diferencia, prácticamente ya sostenida, de más de medio millón de votos. Numéricamente, se considera misión imposible que el segundo alcance al primero.
Sin embargo, en política no se trata simplemente de diferencias cuantitativas. El cuadro puede tornarse complejo para cualquiera de los dos. Hay muchos factores que podrían provocar un zarpazo o batacazo. Es en estas condiciones en las que ambos posibles invitados al banquete final en el palacio verde arrastran más sombras que luces, es previsible que se produzca un voto más orgánico que volitivo; de esta cuenta, la UNE le saca una gran ventaja a Vamos. El primero tiene más experiencia organizativa y de disciplina de partido que el segundo. En el imaginario de la gente se habla ya del voto nulo; si esto fuera así, a nuestro criterio, quien gana es la UNE y pierde Vamos.
Finalmente, cualquiera de los dos candidatos que tenga la habilidad para articular compromisos, alianzas y coaliciones, estará en las mejores condiciones de consolidar el triunfo final. Las encuestas «para formar opinión» aquí ya no cuentan. La mayoría de los votantes, incluso, se desarticula del sistema electoral porque ya votaron y definieron a sus alcaldes y diputados. La Presidencia no mueve a la gente del interior del país; al fin y al cabo, tienen la percepción que se la han pasado sin Estado durante toda la historia.
Fotografía principal de Reuters, tomada de El Comercio.
Elfidio Cano del Cid

Como sugiere mi segundo apellido, he sido un Campeador. A mi edad, con ganas de seguir en la batalla. Nunca me he callado lo pensado; de allí, los problemas. Por los caminos de la sociología, pero debería haber ido por la literatura.
2 Commentarios
Bueno, ahora ya sabemos, y confirmado por el TSE, de quiénes son las dos fórmulas a disputarse la Presidencia en segunda vuelta: Sandra Torres y Alejandro Giammattei.
Ciertamente, el ganador será que logre mayores alianzas y articulaciones políticas para ‘gobernar’. El problema, pienso, está en quiénes o que organizaciones estarían listas para desgastarse con ‘uniones de hecho’, con dos personajes que tienen colita de arrastre, sea por ‘gobernar de facto’ o por cuentas legales que más le afectaron moral que jurídicamente.
No voy a profundizar.
Solo espero que el voto sea consciente ahora.
Saludos.
El tema de la posibilidad de anular el reciente proceso electoral tiene a todos en ascuas. Antes de llegar a ese extremo, parece que ya se han puesto “de acuerdo” quienes consideran que todo se puede resolver revisando actas y hasta recontando los votos, es que en este momento ninguna de las candidaturas “ganadoras” de una alcaldía, una diputación al Congreso y diputación al PARLACEN pueden estar seguras de permanecer en ese “cargo preliminar anunciado”. Si la “euforia” de haber logrado “un cargo” con esos resultados preliminares, ya ha sido exageradamente festejada hasta el grado de ya tener sus “equipos de trabajo” las molestias individuales pueden florecer, prácticamente, a nivel nacional. Queda claro, entonces, que sin tener que volver a realizar elecciones, ya en estos momentos se debe tener claro que no existen alcaldías ganadoras como tampoco diputaciones confirmadas, dadas las alteraciones en los votos como ha sido públicamente expresado por las supuestas autoridades del malparado TSE. En caso de anularse las elecciones realizadas, a pesar de no existir una normativa específica para una situación como esta, no necesariamente el titiritero puede mantenerse más tiempo en el poder, bien puede formarse una junta de gobierno integrada por tres personas no vinculadas a hechos de corrupción ni violencia contrainsurgente organizada, dos civiles y un militar, la cual gobernara mientras se reorganiza la nueva administración. Por cierto, ¿Cuánto tiempo, en concreto, llevaría al proceso de convocar a nuevas elecciones? Y en este caso, efectivamente existe la posibilidad de que las derechas se reagrupen y presenten menor numero de “alternativas” de su parte con la intención de posicionar mejor su candidatura. Podría en este caso, volver a participar las mismas candidaturas presidenciables que ya demostraron no tener la mayoría de expectativas a su favor? ¿Habría que volver a realizar asambleas nacionales de las organizaciones políticas para definir sus candidaturas? Solo en el caso de que esta variante sea la que prevalezca, seria posible que las organizaciones políticas y movimientos sociales, digámoslo claro sin esconderse, a no ser que ideológicamente sean de derecha “indefinida”, o como dicen algunas personas que hablan a nombre de las organizaciones vinculadas a la izquierda que, “nosotros no somos de izquierda, nosotros tenemos nuestro propio camino”, conformar un Bloque Unitario, llámese como lo llegaran a llamar, donde por los resultados de las recién fallidas elecciones, quedan los nombres de la Ciudadana, Thelma Cabrera Pérez, y del Ciudadano, Manuel Ricardo Villacorta Orantes, conformando el binomio presidencial. La parte difícil, que es lo que menos se ha mencionado, inicia con la designación de los primeros lugares a ocupar las candidaturas a diputaciones por cada organización política partidaria integrante del Bloque Unitario. En fin, es aquí donde aparecen los detalles internos no aceptados como factores que han y pueden volver afectar la formación de dicho Bloque Unitario. ¿Estamos preparados y dispuestos a cerrar las manos en un solo Bloque?
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