Jaime Barrios Carrillo | Política y sociedad / SIGNOS
Soné LA ESPADA
Soné TORQUEIMADA
Soné SEPULVEDA
Soné LA VIRUELA
Nunca yo me acostumbraré
Mundo querido alíviame
Sueño de SOLENTINAME
Nunca yo me acostumbraré
Mundo querido alíviame
Mano Negra
El nombre del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal resuena en el mundo. Cardenal sigue siendo, y será, un poeta fundamental de la lengua española.
Lo recordamos en sus recitales a «cielo abierto», en los lejanos años setentas, cuando todos éramos muy jóvenes y leíamos con gran intensidad sus versos de una sabiduría elemental y arrolladora. Reunía multitudes en Santiago de Chile, en San José de Costa Rica o en Europa, y declamaba con su voz un poco enredada, un tanto pastosa, sus extraordinarios poemas. Qué manera de penetrar en la ternura. Qué forma de hacernos reflexionar sobre la vida, el amor y la existencia.
Cardenal es un autor que recorrió todas las formas poéticas y literarias, desde los condensados epigramas hasta los extensos poemas épicos. Creador del movimiento «exteriorista» en la poesía de nuestra lengua, supo impulsar una corriente que sostiene que la poesía no tiene otra inspiración y tema que la misma realidad, de la cual inevitablemente nadie puede escaparse. Pero la realidad para Cardenal ha incluido siempre la dimensión espiritual.
Ha sido un poeta social y espiritual a la vez un místico por antonomasia. No solamente por su investidura de sacerdote católico, sino por lo que ha logrado expresar en sus poemas. Sus salmos, verdaderos cantos de esperanza. O el célebre Oración por Marilyn Monroe, poema traducido a casi todas las lenguas e incluido en la mayoría de antologías de poesía hispanoamericana:
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
Cardenal ha sido el poeta de los pueblos sin voz, de los oprimidos y marginados. No olvidamos sus poemas a los indios americanos. Su lírica antisomocista, que hizo temblar de ira al tirano. Su proyecto comunitario en la isla de Solentiname, donde se comenzó a soñar en una Nicaragua libre y distinta.
El experimento de Ernesto Cardenal en Solentiname fue la creación de una especie de microsociedad en el mejor espíritu de los grandes socialistas utópicos del siglo XIX: Saint Simón, Proudhon o Louis Blanc. Como la comunidad de «Nueva Armonía» fundada por Robert Owen o como un falansterio de Charles Fourier.
El archipiélago de Solentiname, compuesto de 36 islas e islotes en el lago de Nicaragua, con una extensión total de 40 kilómetros cuadrados. El nombre Solentiname tiene raíces precolombinas al provenir de la acepción náhuatl Celentinametl que significa «lugar de muchos huéspedes», «lugar de descanso» o «lugar de hospedaje».
Cardenal había comprado Solentiname en 1959. En los años setentas, inspirado en las enseñanzas de su maestro Tomas Merton, con dos compañeros suyos, Carlos Alberto y William, llega a Solentiname para fundar en una hermandad contemplativa. Es decir, un proyecto de buscar la comunicación con Dios a través de la convivencia pacífica y solidaria en la tierra. La comunidad fue creciendo y los pobladores de la isla, agricultores y pescadores pobres por generaciones, fueron alfabetizados y se les enseñó el arte de la pintura, la cerámica y el dibujo. En poco tiempo combinaron sus labores agrícolas y la pesca con el arte. Surgió así un arte primitivista de gran colorido y profunda expresión, dentro de un naíf poético y un manejo magistral de los registros cromáticos.
Solentiname era, en la Nicaragua somocista, una pequeña comunidad libre. Cardenal y sus compañeros convivían hombro a hombro con los campesinos pescadores, dedicándose a la superación permanente de la comunidad y sus individuos, alimentándose de poesía, oraciones, pintura, escultura y fotografía. Una utopía moderna en medio de una sangrienta dictadura.
Y los cuadros de los pintores campesinos de Solentiname alcanzaron celebridad en todo el mundo, se organizaron exposiciones en Europa, Estados Unidos y en Latinoamérica. La isla recibió la visita de personalidades famosas, sobre todo artistas y escritores. El gran argentino Julio Cortázar visitó Solentiname y consignó después en un texto dramático sus experiencias en la comunidad fundada por Cardenal, relato que intituló Apocalipsis en Solentiname, refiriéndose a la destrucción que posteriormente se produjo. Escribió Cortázar:
A Solentiname llegamos entrada la noche, allí esperaban Teresa y William y un poeta gringo y los otros muchachos de la comunidad; nos fuimos a dormir casi enseguida pero antes vi las pinturas en un rincón, Ernesto hablaba con su gente y sacaba de una bolsa las provisiones y regalos que traía de San José, alguien dormía en una hamaca y yo vi las pinturas en un rincón, empecé a mirarlas. No me acuerdo quién me explicó que eran trabajos de los campesinos de la zona, esta la pintó el Vicente, esta es de la Ramona, algunas firmadas y otras no pero todas tan hermosas, una vez más la visión primera del mundo, la mirada limpia del que describe su entorno como un canto de alabanza: vaquitas enanas en prados de amapola, la choza de azúcar de donde va saliendo la gente como hormigas, el caballo de ojos verdes contra un fondo de cañaverales, el bautismo en una iglesia que no cree en la perspectiva y se trepa o se cae sobre sí misma, el lago con botecitos como zapatos y en último plano un pez enorme que ríe con labios de color turquesa. Entonces vino Ernesto a explicarme que la venta de las pinturas ayudaba a tirar adelante, por la mañana me mostraría trabajos en madera y piedra de los campesinos y también sus propias esculturas; nos íbamos quedando dormidos pero yo seguí todavía ojeando los cuadritos amontonados en un rincón…
Desde aquella paradisíaca y singular isla, espiritualmente liberada, partió un mensaje humano que coadyuvó mucho en derribar a la dictadura negra y nefasta de la familia Somoza. La Guardia somocista terminaría, sin embargo, por invadir Solentiname, destruir la comunidad, asesinar y sembrar el terror en lugar del Evangelio y el Arte. Cardenal escribió ahí el libro El Evangelio de Solentiname, donde afirma:
En Solentiname, un retirado archipiélago en el lago de Nicaragua, de población campesina, teníamos los domingos en vez de un sermón sobre el Evangelio, un diálogo. Los comentarios de los campesinos solían ser de mayor profundidad que la de muchos teólogos, pero de una sencillez como la del mismo Evangelio. No es de extrañarse: el Evangelio o “buena nueva” (la buena noticia a los pobres) fue escrito para ellos, y por gente como ellos. La fe y la esperanza en un mundo mejor las tienen muchos ahora más que nunca, y me parece que aquellos que no las tienen también las deberían tener.
Cardenal se haría sandinista en los momentos más difíciles de la lucha. Y tras la victoria del sandinismo, fue su primer ministro de Cultura. Pero el poder no ha sido nunca su objetivo ni tolera nada que en nombre de ese poder o usándolo, se aleje de los principios liberadores de la fraternidad, la transparencia, la solidaridad y la convicción que el cielo está aquí en la tierra. De ahí su firme distanciamiento con una revolución que considera, hoy, lamentablemente perdida.
La isla fue donada por el poeta a la Asociación para el Desarrollo de Solentiname (APDS) y ha vuelto a ser un lugar de recogimiento para artistas y poetas. La pintura primitivista resurgió y se producen obras hechas por manos campesinas y de pescadores que expresan el mensaje ineludible de que el arte y el cultivo del espíritu en comunidad es una utopía no solo posible sino necesaria:
…estoy contaminado de radioactividad
y nadie se me acerca para no contagiarse
Pero yo podré hablar de ti a mis hermanos
Te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo
Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo
Los pobres tendrán un banquete
Nuestro pueblo celebrará una gran fiesta
El pueblo nuevo que va a nacer.
Por qué me has abandonado (Salmo 21), fragmento, Ernesto Cardenal.
No podemos terminar sin mencionar la absurda persecución que el Gobierno seudosandinista de Daniel Ortega ha hecho en contra del poeta Ernesto Cardenal, valiéndose de artimañas legalistas que pretenden la reapertura de una demanda judicial que le obligaría a pagar 800 000 dólares por una disputa de terrenos en la misma isla de Solentiname. Algo absurdo y desproporcionado que la comunidad internacional y el mundo de las letras ha condenado y rechazado con firmeza.
Todas las imágenes de este texto fueron proporcionadas por Jaime Barrios Carrillo.
Jaime Barrios Carrillo

Columnista, escritor, investigador, periodista nacido en 1954 y residente en Suecia desde 1981, donde trabajó como coordinador de proyectos de Forum Syd y consultor de varias municipalidades. Excatedrático de la Universidad de San Carlos, licenciado en Filosofía y en Antropología de las universidades de Costa Rica y Estocolmo.
Un Commentario
Mi querido Jaime, te felicito por este texto sobre la Isla de Solentiname y sobre mi gran amigo Ernesto Cardenal a quien conocí en 1977 precisamente en Solentiname a donde llegamos con una delegación del Comité Estudiantil de Solidaridad con Nicaragua de la Universidad de Heredia y de la Universidad de Costa Rica (del cual yo era el Presidente) para hacer una visita de»peregrinación» a la casadel poeta y para entregarle la publicación de uno de sus tantos libros y compartir con la población una «misa campesina» y aprender de la teología de la liberación y la interpretación del evangelio como la opción por los pobres y la lucha cotidiana para construir en la tierra el reino de transcisión entre Dios y los hombres, es decir una sociedad en donde la justicia social sea la constante y no la regla. Me hiciste volver a mis 23 años y a rememorar mis andanzas como miembro del Frente Sandinista. Que años mas felices en donde aún no teníamos la malicia y las grandes decepciones que en nuestro corazón ha dejado la traición artera deaquellos a los que en ese entonces llamabamos compañeros o hermanos a la usanza Nica. Que lejos quedó en el tiempo, el ideario Sandinista y que lejos avanzó Daniel Ortega en su voracidad y su corruptela. Que lejos quedó el Comandante Daniel que yo conocí y con el cual compartí mas de una botella de «Flor de Caña» en la casa de Montoya en el Barrio Bolonia. Que tristeza que Daniel un hombre sin moral se atreva a demandar al Padre Ernesto Cardenal y a exigirle la cantidad de dinero que le exige. Ya la historia juzgó a Daniel Ortega y a como dice la canción de Carlos Mejía Godoy «…Cuando los afiches del tirano, sean insepulta huella de la escoria, cuando los traidores y cobardes sean referencia de una vieja historia…» Nosotros seguiremos recordando eternamente al poeta Ernesto Cardenal y Daniel Ortega será recordado como lo que siempre ha sido «un corrupto y ladrón». Organicemos a través de las redes sociales y a travésde Gazeta.gt un movimiento de solidaridad con el Padre Cardenal y de repudio al sátrapa de Daniel Ortega y a toda su camarilla. Un abrazo desde la distancia mi querido poeta y hermano del alma. HLVS Tu cuate «Cebolla»
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