Hace 10 años una joven mujer, profesional de la comunicación, casada y con 2 hijos, me compartió su dolor y angustia por una prima que era abusada por un familiar y tenía miedo de denunciarlo En la medida que conversábamos le expliqué que no eran casos únicos, que la mayoría de víctimas se callan porque el mensaje que han recibido de su familia y del entorno social ha sido el del silencio. Dichos como «la ropa sucia se lava en casa» refuerzan el acto de callar.
Ante esta situación, ella me propuso que buscáramos testimonios. Se nos ocurrió comenzar con el envío de un correo electrónico (aún no era tan común los medios virtuales de ahora) invitando a quienes habían sido víctimas de abuso sexual o violación en su niñez, a que nos enviaran su historia. Enviamos un correo electrónico y no tuvimos eco.
El año pasado, ante los argumentos de las organizaciones que se oponen al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos arguyendo que las mujeres que abortan sufren el «trauma post aborto», solicité a mis contactos que me enviaran testimonios anónimos para publicarlos. No tuve mayor respuesta.
Cuando en noviembre del año pasado las actrices de Hollywood rompieron el silencio sobre el acoso sexual al que se enfrentaron en los comienzos de sus carreras, por parte de los que dirigen las grandes compañías cinematográficas (productores y directores) salté de alegría. Por fin se rompía el silencio sobre un problema que la mayoría de mujeres enfrentamos y que siempre hemos callado. Eran voces que la sociedad sí escuchaba. Aunque a muchas les moleste que sean voces blancas, no importa, su grito lo podíamos convertir en una oportunidad para todas.
Cien mujeres francesas reconocidas en el mundo intelectual, académico y artístico, manifestaron su desacuerdo con la campaña #MeToo, argumentando que atrás de esa denuncia se escondía el «puritanismo sexual» planteando que «la violación es un crimen. Pero cortejar de forma insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista».
En mi experiencia de trabajo con organizaciones de mujeres que luchan por sus derechos, puedo decir que no se trata del cortejo en el marco del juego amoroso entre dos personas, sino que de manera frecuente, muchas mujeres nos enfrentamos a un asedio que proviene de alguien que tiene una cuota mayor de poder, lo que le permite actuar con ventaja y en ocasiones con alevosía para lograr su objetivo. No se trata de torpeza para conquistar, sino es un hombre que sabe que hasta ahora ha gozado de privilegios culturales y sociales. En el mundo patriarcal, los hombres han recibido el mensaje de que tienen derecho de tomar a cualquier mujer, ya sea ofreciéndole bienes materiales, matrimonio o por la fuerza.
Catherine Deneuve manifestó unos meses antes de esta campaña sobre el viejo caso de Roman Polaski «siempre le han gustado las chicas jóvenes. Siempre he pensado que la palabra violación era excesiva». Considero que esta es una posición superficial que no toma en cuenta que en el sistema patriarcal la concepción de la sexualidad está basada en el dominio de seres en situación de vulnerabilidad y se cultiva el deseo masculino hacia mujeres jóvenes o niñas porque se les considera poseedoras de un cuerpo «intocado». El sueño de todo hombre es poseer un cuerpo virgen. Esta concepción de sexualidad nos ha alejado, en lugar de acercarnos, a hombres y mujeres, no permitiendo el diálogo entre iguales. Un ejemplo de ello es cuando una joven y un joven comienzan sus relaciones sexuales, la manera de contarlo es diferente. El dirá «la tomé», «fue mía», «yo fui el primero», en cambio ella dirá «fui de él», «me entregué», «me tomó».
En México se produjeron algunos debates en los medios de comunicación en los cuales feministas de larga trayectoria, como Marta Lamas, se pronunciaban contra el puritanismo sexual, pero a la vez ponderaban el valor de la campaña para evidenciar una situación que por siglos han enfrentado las mujeres.
En Guatemala la campaña tuvo poco eco. La periodista Dina Fernández, directora del medio digital Soy502, se unió a la campaña con el artículo El hombre en la ventana en donde narra la experiencia de abuso sexual sufrido en la niñez por asaltantes en su propia casa. Fue un gesto valiente, pero no generó eco en otras periodistas, artistas ni profesionales.
El acoso sexual en Guatemala es pan cotidiano en espacios laborales, académicos, religiosos y también en el entorno familiar. Esta situación nos genera una sensación de malestar constante, afecta nuestro rendimiento laboral, el ejercicio de nuestras creencias religiosas, es decir, nuestro caminar en el mundo.
Las guatemaltecas tenemos que romper el silencio, no para victimizarnos ni para volver al puritanismo sexual, sino porque merecemos caminar, trabajar y divertirnos sin miedo a ser acosadas. Queremos disfrutar de una plática agradable, de un trabajo satisfactorio y de un coqueteo gratificante.
Olga Villalta

Periodista por vocación. Activista en el movimiento de mujeres. Enamorada de la vida y de la conversación frente a frente, acompañada de un buen café.
4 Commentarios
Agradezco tu artículo, querida Olga, pues amplia un debate siempre necesario y siempre silenciado. Opino que en Guatemala como en México y el resto del mundo opera el sexismo con múltiples modalidades: desde el acoso callejero, pasando por la violacion sexual en el hogar (del varón respecto de su esposa, compañera o amante, y respecto de hijas, sobrinas, etc), el acoso laboral o en centros de estudio, hasta el feminicidio, la expresión más brutal del sexismo. ¡Que bueno que mujeres «famosas» denuncien! Celebraré aún más cuando todas las mujeres lo hagamos, será cuando entonces los varones asuman, colectivamente, el necesario trabajo de trabajar su violencia sexista, para que puedan construirse hombres -no machos, no varones- y entonces podamos hablar entre mujeres y hombres.
Gracias por este artículo, es difícil que las mujeres rompan el silencio mientras socialmente sigan siendo estigmatizadas, la condena social sigue siendo para las víctimas y no para el agresor
Gracias Olga por compartir tus reflexiones. Sin haber leído antes tu columna, mira lo que recién conversamos!!!!- sabes que el caso de las mujeres de Hollywood y del grupo de niñas deportistas que fueron violadas por el malnacido médico, generó mucho debate y opinion publica y abrió posibilidades de hablar de las experiencias de niñas y mujeres, es muy cabrón que la familia aparte de mantener todo en secreto, no les crean a sus hijas, sobrinas y/o nietas justifiquen la actitud de estos delincuentes malnacidos, u
Y hasta culpabilicen a las niñas….. actitudes machistas y patriarcales. No es justo¡!!!!
Me da la impresión de que en espacios donde más vivimos los acosos y violaciones, es donde más miedo tenemos de denunciarlo.
Justo porque es, un mandato.
En un país con tanto proceso inconcluso y con la intención de aprobar una ley que abreviaría un proceso por violación sexual si el agresor se hace cargo…
Cargo de qué?
Tenemos que comenzar ya a DESOBEDECER para liberarnos.
Gracias Olga por el obsequio de tu artículo, para todas nosotras.
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