Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL
Victoria es una ama de casa de 75 años, ha estado casada con Julio desde que se encontraba en su segunda década de edad, recuerda con alegría aquellos días de boda, fiesta y alumbramiento de su primogénita.
Es una mujer que transmite fortaleza, con su lento andar cuenta con orgullo cómo ha sobrevivido tanto tiempo cargando con la responsabilidad de su familia. Julio, por su parte, es solamente un recuerdo grabado en su memoria.
Está tan grabado en ella, que aún recuerda el estricto cumplimiento que Julio dio a su rutina aquel fatídico 12 de marzo de 1981, día en que se separaría para siempre de ella.
Desde los primeros minutos en que vio el sol, hasta el momento de partir, pasando por la colocación de la indumentaria de trabajo que usaría ese día. Paso a paso, como en una película, Victoria narra los últimos momentos que sus ojos vieron la figura de Julio.
Pantalón café, camisa verde, calcetines negros, calzoncillo blanco y un pañuelo rojo forman parte de la última fotografía mental que Victoria tiene de su esposo.
Sabe que él emprendió un viaje del que no volverá, y confiesa que hay días en los que tampoco ella lo espera. Le han contado que en un lugar no muy alejado de casa, yace el cuerpo de Julio junto al de muchas otras personas que fueron fulminadas por la historia.
Hace unos años Victoria tomó la decisión de contar lo sucedido, se enteró de que era posible investigar el lugar donde supuestamente están los restos de su pareja.
Mientras narra historias de su matrimonio, un grupo de expertos forenses labran la tierra. Esperan darle una respuesta tras años de incertidumbre sobre el paradero de Julio. Ella, por su parte, aún permanece incrédula ante la posibilidad de encontrar a su esposo, cree, más bien, que sufrirá una decepción más en su vida.
Los expertos han realizado un viaje largo para llegar al lugar, portan con ellos su pesado equipo de trabajo, que ahora parece pesar nada comparado con la responsabilidad que sienten con Victoria.
Tras las primeras horas de trabajo, ha llegado la primera señal: un sombrero de pita emerge del suelo, llamando la atención de los que acompañan la diligencia. En el rostro de los forenses hay alivio, saben que han encontrado algo, aunque es muy prematuro creer que Julio estará ahí.
Finalmente se han recuperado los restos de ocho personas, todos hombres de diversas edades. Mientras los expertos hacen su trabajo de limpieza, su satisfacción empieza a evidenciarse.
Una camisa verde y un pantalón café forman parte de las primeras prendas recuperadas; un pañuelo rojo y un calzoncillo blanco terminarán de aportar alegría a una situación trágica. La noticia es inminente: Victoria ha encontrado a Julio.
Detenerse a describir lo vivido en ese momento con Victoria sería inútil, no hay palabras que puedan expresar tanta rabia, impotencia y a la vez esperanza.
A pesar de que los restos de Julio deben pasar por un segundo proceso antropológico forense antes de que el Ministerio Público autorice su entrega a la familia, una cosa es segura: ¡Julio volvió! Y además venció al olvido, pues su desaparición lo había condenado a ser enterrado en la memoria de sus seres queridos, sin siquiera haber fallecido.
Victoria, por su parte, finalmente cerrará un duelo que no podía clausurar, espera poder dar una sepultura digna a Julio y asegura que lo hará con los mismos colores que vistió cuando partió, esos mismos que años más tarde lo traerían de vuelta con ella.
Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.
2 Commentarios
Con respeto y sencillez, transmites sentimientos profundos de solidaridad y esperanza.
Quienes confiamos en encontrar los restos de familiares desaparecidos agradecemos tu relato.
No descansemos #HastaEncontrarlos Rosamaria, un abrazo solidario para ti!
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