El portero y el área imaginaria (I)

Hernán Alvarado | Para no extinguirnos / VUELO DE ÁGUILA

En tres artículos precedentes se destacó la función primordial del guardameta que es impedir el gol; hallándose que la defensa del atajador debe ser más activa de lo que parece a simple vista. Atajar bien no consiste solo en esperar pasivamente los remates debajo del marco. El hecho de que este defensa extraordinario no sea el primero que obstaculiza el ataque adversario, suma ventajas tácticas preventivas a las técnicas específicas que lo distinguen. A menudo puede hacer un movimiento rápido hacia adelante para achicar el marco, así como se mueve constantemente debajo del marco.

No obstante, una buena defensa reclama más que eso, requiere anticipar el remate, porque no se trata solo de impedir el gol, sino también el disparo a marco. Eso implica una acción más lejana, como sería el juego aéreo y el vuelo largo que suelen involucrar el uso de palmas y puños. Tales anticipaciones son más frecuentes en un área adyacente al área de meta. Se trata de un espacio no reglamentado extremadamente significativo para la anticipación de remates, especialmente, para interceptar centros al área, tiros de esquina o bolas coladas detrás de la defensa; donde se realiza una labor más preventiva. Se refiere a un área imaginaria que mide 221.76 m2 y que puede observarse en la siguiente gráfica:

Se puede observar ahí un segundo corredor del marco (área sombreada) que corresponde a un espacio equidistante entre el área de meta y el área de penal, a 5.50 m de ambas áreas reglamentadas. Esa área imaginaria fue descubierta por prueba y error a partir de constatar la importancia del número tres en esa geometría. Representa por tanto un «inédito» que aún está lejos de ser reconocido [1]. Así resulta que el alto del marco (2.44 m) multiplicado por tres, da el largo del mismo (7.44 m) y 16.5 m dividido entre tres da 5.50 m, distancia entre las tres áreas a partir de la base del poste, como se muestra en la gráfica. Por observación se obtuvo que en ese segundo corredor la anticipación del guardameta es más frecuente, eficiente y lucida; por eso se le bautizó como área del portero, pues corresponde a quien cuida la puerta del gol. A diferencia del atajador, el portero va hacia el balón para evitar que salga rematado, sea a ras de suelo o en vuelo largo y con impulso.

A pesar de su seguridad, eficacia y vistosidad, el juego en el área imaginaria se ha vuelto menos frecuente, al punto de que pareciera estar desapareciendo; a favor de una defensa cada vez más pasiva que condena al guardameta a permanecer bajo los tres tubos, decisión que parece menos riesgosa para su imagen. En efecto, una falla de guardameta en ese lance, llamada salida en falso, suele ser moralmente más sancionada que un remate originado ahí por omisión del portero. Por miedo al ridículo o al juicio ajeno, muchos guardametas prefieren pagar un precio tan alto. Al decir de Freud, comenzamos cediendo en las palabras y terminamos cediendo en los hechos. Así se da lugar a una barrera de miedo que solo con conciencia, coraje y mucho entrenamiento se puede remontar.

Sin embargo, un portero seguro en sus salidas del marco le infunde al equipo y a su afición una gran seguridad, además de ahorrar esfuerzo defensivo. Nadie lo aprecia mejor que sus propias defensas quienes tienen que disputar el balón con el adversario en el mismo espacio pero con menos ventajas. Así que, contra lo que creen los neófitos, guardameta que no ejerce como portero menosprecia y desperdicia recursos defensivos necesarios. Que se quede clavado en el marco por miedo a fallar no es de recibo.

A los porteros se les observa calentar frecuentemente con bolas altas que entran al área imaginaria, porque en el fondo todos saben que también deben dominar ese espacio. Pero no todos admiten esa responsabilidad y menos aún entrenan para hacerse grandes cumpliendo bien. Pasa incluso que entrenan, pero a la hora de llegada, gana el temor, la indecisión o el conformismo. La mayoría de los balones interceptables en el área imaginaria son bolas largas, altas y suaves que, una vez calculadas, ofrecen un alto rendimiento para el portero a un bajo riesgo.

Fotografía principal, Hope Solo, portera de Estados Unidos, tomada de Kalot.
[1] Ver: Alvarado y Alvarado. (2003). Guardametas de fútbol. Estrategia para el siglo XXI. Heredia: Editorial Fundación UNA. Versión PDF disponible en la biblioteca de gAZeta.

Hernán Alvarado

Director técnico titulado, Universidad Nacional, Costa Rica, mejor promedio de 1994. Exguardameta de tercera, segunda y primera división. Sociólogo y economista, con Maestría en Teoría Psicoanalítica de la Fundación Mexicana de Psicoanálisis. Autor de varios libros y artículos; entre ellos: Alvarado y Alvarado. Guardametas de fútbol. Estrategia para el siglo XXI. Heredia: Editorial Fundación UNA, 2003.

Vuelo de águila

Correo: hernanalvaradougarte@gmail.com

2 Commentarios

Oscar Alpizar 12/08/2020

Muy interesante, me recuerda a Keylor, que juega muy bien esa área invisible, que en un tiro libre dentro del área puso la barrera detrás suyo y el se quedó achicando prácticamente desde esa área. Funcionó muy bien y requiere gran valentía.

    Hernán Alvarado 13/08/2020

    En el próximo artículo aparece una foto de Keylor parecida a la de Solo. Presumiblemente peleando en el área imaginaria.

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