El poder real y el aparente

Francisco Cabrera Romero | Política y sociedad / CASETA DE VIGÍA

Cavilación sobre los que aparentan poder y los que en verdad lo tienen.

Los políticos son instrumentos. No tienen «el poder». Son más instrumentos que actores, responden a grupos y su máxima aspiración (como políticos) es llegar a ser instrumentalizados por los poderes que admiran. Lo que, según sea la voluntad de sus apreciados instrumentalizadores, puede dejar valiosas regalías.

El poder no está en el gobierno. Está repartido en cuotas. El gobierno o algunos de sus líderes, tienen alguna cuota. Generalmente la menor parte.

Los políticos, en tanto que instrumentos, fingen tener poder. Tratan de ganar cámaras en la creencia de que mientras más visibles se hagan mayor cuota pueden tener.

Un truco frecuente de los que tienen poder es hacer creer que los políticos tienen el poder. Se apoyan en otros de sus instrumentos que son los medios de comunicación, desde donde se convence a medio mundo de que los políticos tienen el poder y de que «el poder absoluto corrompe absolutamente», lo cual puede ser cierto, pero aplicado a los que de verdad tienen poder y no solo a los que lo aparentan.

El poder está en varias partes. Varios grupos tienen poder de verdad, que se expresa de muchas formas como gozar de privilegios, poder de vetar acciones públicas, de desprestigiar o poder de impedir que otros tengan poder. Sectores del empresariado tienen poder, las iglesias y cultos, cierto gobierno extranjero, los medios de comunicación, ciertos grupos militares (ex y pro) y el crimen organizado.

Los ciudadanos tienen poco poder. En realidad ninguno la mayoría de las veces. Pero el poder también tiene coyunturas, de manera que cada cuatro años recibe una cuota de poder, más bien simbólica. Ahora bien, ciertos grupos de la sociedad civil consiguen sumar pequeñas cuotas que si se reúnen pueden hacer algo.

Cuando los que tienen más poder se juntan, realmente tienen mucho poder. Más que cualquier presidente. Por eso al Presidente le conviene no pelearse con los que tienen el poder.

Cuando los medios de comunicación y sus analistas nos hablan sobre las elecciones como medios para «llegar al poder», están mintiendo. En realidad es para llegar a una cuota de poder que, con la contribución de los mismos medios y los errores propios de los políticos, rápidamente se ve reducida. Con lo cual ese supuesto poder solo alcanza para negociar con los que sí lo tienen.

El poder no es democrático. No cambia de manos cada cuatro años, no responde a intereses públicos ni es transparente. Utiliza métodos ortodoxos y no ortodoxos, según convenga.

Un presidente puede ser perseguido judicialmente y llevado preso. No es cosa de todos los días, pero tampoco es extraño. Sus familiares pueden ser procesados y llevados a presión. El presidente cree que tiene poder pero no es así. Su cuota no alcanza para tanto, necesita aliarse con los que pueda, sin preocuparse de calificar su idoneidad.

En contraparte, unos empresarios de apellidos nobles, cometen delito. Nada menos que socavan la escasa democracia de un país que gracias a sus familias nunca ha sido cabalmente democrático. Reconocen que han trasgredido la ley. Hay quienes creen que es la primera vez, pero los criterios más experimentados creen que es la primera vez que no lo pueden ocultar. El poder real aparece y se expresa:

  1. Los diputados (políticos instrumentalizados) les cambian la ley para que el delito ya no sea.
  2. El sistema de justicia (gobernado por políticos que no se llaman políticos) asegura medidas sustitutivas.
  3. Los medios de comunicación (poder aliado del poder) hacen lo posible para no publicar la nota, evitar el tema y mirar para otro lado.
  4. Sus fundaciones, asociaciones y grupos de influencia continúan con sus agendas como si nada, gozando de la cobertura mediática y diciéndole al país la ruta a seguir.
  5. Sus fans de la clase media alienada, los siguen viendo como ejemplos de éxito y modelo a seguir.

Eso es poder, no el de cualquier presidente.


Imagen principal tomada de Espectadores.

Francisco Cabrera Romero

Educador y consultor. Comprometido con la educación como práctica de la libertad, los derechos humanos y los procesos transformadores. Aprendiente constante de las ideas de Paulo Freire y de la educación crítica. Me entusiasman Nietszche y Marx. No por perfectos, sino por provocadores de ideas.

Caseta de vigía

6 Commentarios

america arminda torres moya 20/06/2018

En el medio, donde se presentan iniciativas de Leyes, donde de discute, donde se aprueban las Leyes, despues de tres debates…ahi se reparten cuotas de poder…el partido oficial, al llegar a la Presidencia comienza a negociar las cuotas de poder en el Organismo Legislativo…El poder esta repartido entre grupos que generan poder…:la Iglesia Catolica, EL CACIF…la Embajada de los USA, me faltaron mas…el Ejercito…

    Francisco Cabrera 03/07/2018

    Totalmente de acuerdo. En esos escenarios hay cuotas de poder, generalmente empleadas para obtener beneficios personales o para allegados. No son las mayores cuotas de poder, porque muchos de los que tienen una cuota responden a quien les ha permitido tenerla y quien tiene una mayor.

Ernesto 20/06/2018

Y, ¿Cuál es su sugerencia, para que este sufrido pueblo pueda obtener ( realmente) una cuota de poder, que le permita desembarazarse de los que siempre lo han ejercido?

    Francisco Cabrera 03/07/2018

    Procurar que la sociedad no sea tan ingenua políticamente. Provocar criticidad ante la información que circula. Educar, provocar la duda, la reflexión. Ser menos fanáticos! Bueno, son muchas cosas que se pueden resumir en educar y educarse.

Jacobo Vargas Foronda 20/06/2018

EXCELENTE.

    Francisco Cabrera 03/07/2018

    Gracias!

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