¡El oprobioso engaño de un falso reclamo territorial! ¡El chovinismo, latrocinio, de las élites políticas y económicas de Guatemala!

Jacobo Vargas-Foronda / PUERTAS ABIERTAS

Guatemala realizará este 15 de abril de 2018 la fanfarroneada consulta por el diferendo «territorial» con Belice, antes Honduras Británica, la cual puedo calificar como ¡el oprobioso engaño de un falso reclamo territorial! ¡El chovinismo, latrocinio, de las élites políticas y económicas de Guatemala! No hemos de menospreciar, además, las voces que han indicado que semejante actividad, aparte de ser un oneroso millonario gasto para el presupuesto estatal, unos Q 400 millones entre consulta y litigio, en una Guatemala carente de todo, es también una inconstitucionalidad en marcha.

Voy a partir de lo escrito por Estuardo Gamalero, en su nota intitulada Belice… y los intereses nacionales, indicando que «concretamente, Belice constituye un territorio que le fue arrebatado ilegalmente y por cuotas a Guatemala. Jurídicamente, me parece que Guatemala tiene un caso sólido y plagado de vicios políticos por la “Corona inglesa” a lo largo de un siglo».[1] Esta aseveración requiere de algunas puntualizaciones históricas.

Toda la discusión sobre Belice tiene sus inicios desde la era de las invasiones coloniales y la existencia del aberrante «derecho de conquista» de España e Inglaterra en el extenso territorio conocido como Mesoamérica, por su ubicación geográfica y condiciones topográficas en el continente, posteriormente llamado el Nuevo Continente para terminar como el hemisferio occidental desde Alaska hasta la Patagonia.

En aquella época, todos sabemos que Guatemala no existía ni como Estado ni como país, en la acepción moderna de ambos: un territorio, una población y un idioma, como elementos primordiales. Con fundamento en ese «derecho colonial», los invasores españoles e ingleses tomaron por la fuerza posesión de territorios ya poblados por pueblos poseedores de enormes culturas y riqueza en la pluralidad de sus idiomas. Justificaron esas usurpaciones con los alegatos de que no existían claras limitaciones fronterizas ni conceptos de propiedad reconocidos por un Estado, a la usanza europea. Por su propia ignorancia nunca entendieron ni la inmensa diversidad cultural ni el propio devenir histórico de esos Pueblos.

Entre la azarosa retahíla de alegatos «jurídicos» se mencionan los tratos entre la Corona española y el Imperio inglés, luego la intromisión estadounidense, en la repartición, posesión y usurpación del territorio de Belice. Si, usurpación, pero no de la inexistente Guatemala, sino a los pueblos que allí habitaban, es decir a lo que hoy conocemos como Pueblos Mayas. Los alegatos continuaron luego de la falsa, siempre invasora, declaratoria de independencia de los criollos en 1821. No debemos de olvidar que en la misma acta de «independencia» dejaron en claro que la misma de declaraba antes que ellos, los Pueblos, la realizaran. Así aparece la Guatemala, patria de los criollos, como bien la llamó el preclaro historiador Severo Martínez Peláez.

Hay algunos aspectos que, hasta ahora, nadie menciona. Primero, ¿cuánto dinero corrió en manos de la Corona española cuando concesionaron ese territorio al Imperio inglés? Luego, ya existiendo Guatemala usurpadora como Estado, ¿cuánto dinero corrió en manos de las élites criollas en las sucesivas negociaciones sobre ese territorio colonialistamente posesionado, el de Belice y el de lo que hoy llamamos Guatemala?

Si todo el alegato sobre Belice se justifica en «derechos» territoriales usurpados y entregados, primero por la Corona española, luego por los criollos y el posterior apoyo estadounidense al Imperio inglés, con la gritería de incumplimientos por parte de la Corona inglesa, vemos una total certeza en lo dicho por Estuardo Gamalero, «Guatemala tiene un caso sólido y plagado de vicios políticos por la “Corona inglesa” a lo largo de un siglo.» Es decir, a quien se le debe reclamar algo, aceptando ese «derecho de conquista», es una indemnización económica a la Corona española que concesionó el territorio a Inglaterra, así como a la Corona inglesa por el no cumplimiento de sus compromisos económicos con Guatemala, pero no al Belice independiente.

Visto desde otro ángulo. Cuando los criollos «decretan» su falsa independencia, exigen se reconozca «su territorio», como país independiente y soberano. Siendo así, el Belice colonial del imperio inglés, alcanza su independencia del Reino Unido de Gran Bretaña, reconocida por el concierto de Estados agrupados en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, un 21 de septiembre de 1981. Y, ya como país independiente y soberano, es una obligación reconocerle todo el territorio en los límites de su administración y jurisdicción estatal.

Ahora, si las élites económicas y políticas criollas y no criollas, no aceptan el llamado «derecho de conquista y usurpación» español e inglés, por lo que consideran «tienen» derecho sobre determinada porción del territorio de Belice, país independiente y soberano, ¿cuáles pueden ser las razones para que los Pueblos Indígenas que habitan Guatemala, acepten el aberrante, desde su conceptualización, «derecho de conquista» de los falsos independentistas criollos?

Si, realmente, intentamos ser coherentes con el devenir histórico por doloroso que pueda parecer, siguiendo la lógica territorial de las élites gobernantes en Guatemala, toda la extensión territorial de lo hoy llamado Guatemala debe ser devuelto a los Pueblos que fueron criminalmente despojados de sus legitimas posesiones. Y ya serán los pueblos de Belice quienes se encarguen de sus propios reclamos al Gobierno beliceño.

Yo le pregunto a la guatemalidad no invasora, a la guatemalidad desde los pueblos, Maya, Xinca, Garífuna y Mestiza, desde las cunas más humildes hasta la intelectualidad, en esta Guatemala que existe hoy, no la que soñamos un día reconstruir, la utopía que aspiramos, ¿qué se le puede ofrecer a los habitantes de Belice, no importa si son unos cuantos miles?

¿Acaso tiene algún sentido pretender ofrecer la criminalidad, corrupción e impunidad que se vive en Guatemala? ¿Podemos desearles a otras personas que vivan en un país con la sangrienta tragedia que cotidianamente se vive en Guatemala? ¿Acaso, pueden creer, que los pueblos van a ser beneficiados con territorio alguno o van a lograrse beneficios con la explotación, expoliación, de los bienes naturales, como minerales, exóticas playas, ecosistemas y agua, existentes en el territorio de Belice?

Esto lo pregunto, pensando conspirativamente, cavilando en el trágico escenario en el que los intereses imperialmente neocoloniales pudieran ejercer injerencia en la Corte Internacional de Justicia para que, en un infausto futuro, forzaran una resolución territorial para Guatemala.

Concluyo, esta miserable consulta, además de ser una distorsionadora estrategia para distraer, soslayar, los reales temas, problemas, conflictos, que urgen solucionar en la Guatemala de hoy, es también para fomentar, resurgir, falsos sentimientos en una consecuente ciudadanía de la guatemalidad que aspiramos alcanzar. Este latrocinio que se pretende hacer contra los pueblos de Belice más temprano que tarde será revertido contra Guatemala en el momento que podamos gallardamente exigir el respeto a nuestra sólida independencia, soberanía y autodeterminación para decidir el sistema socioeconómico y político de la Guatemala refundada con una democracia popular, participativa y protagonizada por y para los pueblos.


[1] Gamalero, Estuardo, «Belice… y los intereses nacionales.» Guatemala, Diario La Hora, 21 de febrero de 2018.

Todas las imágenes de este texto fueron proporcionadas por Jacobo Vargas Foronda.

Jacobo Vargas-Foronda

Jurista y sociólogo. Aprendiz de escritor, analista y periodista freelance. Libre pensador y autodefinido como gitano, es decir, ciudadano universal.

Puertas abiertas

Un Commentario

Arturo Ponce 15/03/2018

Muy interesante y necesario conocer otro de los tantísimos puntos de vista, como este, no solo sociológicos sino jurídicos, además de otros tipos; cada quien con su razón y a ver como son los resultados finales de ese gasto, él mismo (el gasto) se calificará con el resultado y participación por su representatividad y/ó legitimidad.

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