Sergio Estuardo Castañeda Castañeda | Política y sociedad / EXPLORACIONES
El neopentecostalismo surgió en Estados Unidos en la década de los cincuentas. Aunque su impacto en América Latina es evidente, resulta un movimiento religioso poco analizado en dicha región. También es conocido en diversos ámbitos como «movimiento carismático» o «pentecostalismo autónomo», entre otras definiciones. A diferencia de otras expresiones cristianas, esta propone nuevas doctrinas no amparadas del todo en la Biblia como, por ejemplo, la búsqueda de dinero y el éxito en los negocios, acciones respaldadas por la denominada «teología de la prosperidad».
Para pensar críticamente lo relacionado a dicho movimiento en Guatemala, es necesario revisar nuestra historia reciente y así vislumbrar como la intromisión del neopentecostalismo fue parte de la estrategia contrainsurgente a finales de los años sesenta, con apoyo de la CIA y de la dictadura militar de ese entonces (luego sucedería la llegada de misioneros tras el terremoto del 76 que conformarían la iglesia Verbo apoyada, en gran parte, por Efraín Ríos Montt). Uno de los propósitos del neopentecostalismo en aquel entonces fue la de neutralizar la influencia de la teología de la liberación (la cual apostaba por involucrarse en las problemáticas buscando mayor justicia social). Se trataba, y aun hoy es, de un punto más de la agenda anticomunista elaborada por los instrumentos de inteligencia del imperialista país del norte.
Ante la posibilidad de enfocar el Evangelio hacia la búsqueda de bienestar y buen vivir de las mayorías, como promulgaba la teología de la liberación no solo metafísicamente hablando, sino tomando en cuenta los aportes de las ciencias sociales y las humanidades, la corriente neopentecostal ha apostado desde aquel entonces por promulgar la idea de que el aumento de la riqueza material se dará a través de una bendición financiera producto de la fe, el discurso positivo y las donaciones a la iglesia. Esto, sin que los fieles puedan cuestionar al respecto, pues según su doctrina Dios se molesta ante tales actitudes.
Tal ha sido el impacto de este movimiento en Guatemala que no solo ha neutralizado en gran medida a la ya nombrada teología de la liberación, sino también al catolicismo más conservador. Aunque claro, este último aún concentra, lamentablemente, mucha fuerza y está siempre anuente a las alianzas con los sectores evangélicos fundamentalistas en momentos que consideran necesarios. Véase cómo el cristianismo y sus diferentes vertientes conforman actualmente buena parte de la base social del terrible e inepto presidente de este país. También, en esta tónica, fuimos testigos hace algunos meses de cómo, buscando reafirmar socialmente sus fines dogmáticos cual instrumentos de dominación, las distintas vertientes cristianas encabezaron una marcha basada en discursos esencialistas y autoritarios en contra de la ley de identidad de género y el aborto, todo esto desde una dogmatización metafísica y no como un tema de salud pública e igualdad de derechos.
La conquista de las mentalidades de estos feligreses es contundente. La construcción de su subjetividad transita, cuasi uniformemente, en la de un individuo de ideas rígidas y absolutas y con una supuesta humildad que muchas veces no logra encubrir un autoritarismo moral hacia quienes no se circunscriben en los «valores» establecidos por dicho movimiento.
El neopentecostalismo dice responder a las necesidades materiales y espirituales de las mayorías, pero su doctrina no crítica ni va al fondo de las estructuras de clase del sistema en el que estamos inmersos globalmente, sino que aboga por el entreguismo al modelo neoliberal, apostando por el poder adquisitivo, la globalización y el consumismo. En tiempos de crisis y endeudamiento, este movimiento logra enraizarse en los países periféricos, construyendo mentalidades alineadas al poder en cada una de sus prácticas y relacionamientos sociales.
Las donaciones por parte de la masividad feligresa no se hacen esperar. Son millones los latinoamericanos que donan el 10 % de sus ingresos cada mes a este tipo de iglesias. Entre su lógica está la idea de que aquel que poco posee es por carencia de fe y por no donar lo suficiente, invisivilizando, estratégicamente, toda la configuración sistémica del modelo del capital y sus terribles consecuencias. En paralelo con el creciente movimiento del emprendedurismo económico y el neoconservadurismo político, el neopentecostalismo ha sido un perfecto aliado desde el enfoque espiritual. Una retórica bien trabajada por momentos, burdo humor, alteraciones corporales y el neuromarketing religioso no pueden faltar en todo «servicio» de tales magnitudes.
En un país donde, junto al terrorismo de Estado, se ha se ha buscado anular el pensamiento crítico, no sorprende que uno de los templos protestantes más grandes y lujosos en Latinoamérica se encuentre en Guatemala, como tampoco el hecho de que miles se vuelquen a observar semejantes espectáculos sin ponerlos en duda y, por si fuera poco, dejar parte de su salario allí.
A propósito de este tema, hace unos días se hizo público un reportaje de la cadena Univisión, donde el pastor de Casa de Dios, Cash Luna, es vinculado a una narcotraficante guatemalteca sentenciada en Estados Unidos. Luego de esto, el Ministerio Público (MP) confirmó iniciar la investigación de oficio. Veremos qué sucede al respecto. Sin embargo, más allá de esto, el tema del neopentecostalismo tiene un contexto histórico que es necesario conocer y problematizar. Las creencias y la espiritualidad de cada persona, tal y como las entiendo, merecen respeto mientras no busquen ser impuestas a otros. Empero, movimientos aliados al poder que han ayudado en la construcción de sociedades desiguales, fundamentalistas, acríticas y reaccionarias, son cuestiones a combatir desde la raíz.
Imagen tomada de Shutterstock.
Sergio Estuardo Castañeda Castañeda

Estudiante de ciencias sociales, escritor y explorador que ha concebido la indagación de diversos escenarios como parte fundamental en el proceso de aprendizaje. Vinculado a la realidad política y social a través de la participación en colectivos críticos urbanos. Consciente de la necesidad de expulsar ideas para abrirnos al diálogo, al debate, a nuevas formas de compartir aprendizajes e intentar llegar a pensar por nosotros mismos.
4 Commentarios
El reciente ritual de ataviar a una candidata fundamentalista con una vestimenta maya, subraya dramáticamente la esencia de lo que tu artículo reflexiona… sesudo asunto Chejo.
Sobrino, mi felicitacion para Ti; por este excelente estudio y análisis, sobre el empoderamiento e influencia, de la Iglesia Pentecostal, en la Sociedad guatemalteca.
Antes de la intervención yanqui en Guatemala, en 1954; no se conocian Templos evangélicos en el Pais; siendo predominante, la Iglesia Católica Romana.
No fue sino; hasta la imposicion de regimenes anticomunistas, que florecieron estas Iglesias evangelicas, multiplicándose, como hongos. Siempre fue evidente, la intromisión yanqui con estas Sectas en el Pais, y el apoyo que recibieron, de parte de las permanentes Dictaduras militares y seudo civiles; hasta el grado que, durante el conflicto armado, mientras muchos Curas católicos fueron asesinados por el Ejercito; los Pastores evangélicos, no fueron tocados.
Como dices; los pentecostales fueron utilizados por el Sistema Capitalista, como una punta de lanza, de dominación de las masas guatemaltecas; con el ofrecimiento de quimeras divinas, y la distorsión de sus mentes; eliminando la mentalidad critica de los jóvenes, y la conciencia social y política de los mismos.
Resultado de ese trabajo capitalista es, que en la actualidad, en Guatemala, existe una gran mayoria enzombizada; triste y lamentablemente!
Saludos!
Gracias por sumar al aporte a través de tu comentario. Saludos, maestro!
Lo preocupante es que que ésta doctrina cada vez tiene mayor seguidores en el país. Mientras la educación de calidad cada vez es menor. Buen artículo.
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