Víctor Manuel Reynoso Angulo | Política y sociedad / INTERÉS PÚBLICO
«Volver a creer»: el lema del PAN para el actual proceso electoral en Puebla parece no dejar duda. Algo se perdió en los ocho años de gobiernos panistas en este estado. Según ese lema, lo perdido es la fe, la creencia en que ese partido es una buena opción de gobierno.
Los saldos de los gobiernos de Rafael Moreno Valle y Tony Gali son en general muy negativos. Empezando con lo más visible y doloroso: la seguridad pública. A principios de 2011, Puebla era uno de los estados más seguros del país. A principios de 2019 es uno de los más inseguros. Disputa los primeros lugares en huachicol. Se incrementaron de manera preocupante los femincidios, secuestros, homicidios, asaltos.
La obra pública de esos años tiene algo de faraónica: elefantes blancos. Teleférico, tren Puebla-Cholula, Estrella de Puebla, Museo Barroco, Metrobús. Obras que pudieran tener sentido, pero que tienen un uso limitado. Aunque la mayor crítica está en su costo, desproporcionado, según dicen los que han hecho cuentas de los mismos.
Hubo también un intento, fallido e ingenuo, de esconder la deuda pública. Se creó una figura, los Proyectos de Prestación de Servicios, para tratar de ocultarla. Pero ha sido claro que detrás de esa cortina tenemos un estado notablemente endeudado.
El presupuesto público se concentró en el área metropolitana y en cierto tipo de obras. Se descuidó al resto del estado, se priorizaron obras «para la foto». De manera que, si viajábamos a Mérida o Los Cabos, al saber que íbamos de Puebla, la gente nos decía que Puebla estaba muy bonita. Sí, en las fotos, pero…
La parte más oscura fue la represión contra los opositores. Hay quien diga que hubo 350 presos políticos en ese periodo. Políticos porque fueron encarcelados desde el poder político, pero hubo casos de encarcelamientos por razones económicas, como el de Dulce María Silva, la actual esposa de César Yáñez, protagonistas de la célebre boda fifí. Se habla de encarcelamientos por razones personales o familiares.
Las relaciones del primer gobernador que llegó a ese cargo como candidato del PAN con el panismo poblano fueron muy malas. Seguramente en más de alguna reunión de los viejos panistas se llegó a decir: «yo ya le dije a Ana Tere (Aranda) que no siga criticando a Moreno Valle, porque a ella no la va a meter a la cárcel: me va a meter a mí, o Fulano, o a Sutana».
Todo lo anterior llevó a que dentro del panismo nacional hubiera una enorme desconfianza hacia Moreno Valle. Por eso, entre otras cosas, no pudo ser candidato a la Presidencia. Por eso no pudo ser candidato a secretario general del PAN nacional. Por eso recibió críticas, inusitadamente fuertes, de dos panistas tan distintos como Javier Corral y Damián Zepeda. Este último señaló que el exgobernador poblano representaba «todo contra lo que yo he luchado toda mi vida en política». Seguramente no fue el único panista que pensó así. Basta ver la relación del exgobernador con dos dirigentes estatales a los que combatió como enemigos: Juan Carlos Mondragón y Rafael Micalco. Basta ver el trato que le dio al expresidente municipal Eduardo Rivera.
¿Existe algo como el «panismo natural»? Desde luego la expresión tiene problemas semánticos: todos los partidos son creaciones humanas, artificiales, no obras de la naturaleza. Sin embargo, se entiende: un conjunto de valores y principios acordes con los postulados por ese partido.
Nadie desea un gobierno con esas características. ¿Qué fue lo que falló? ¿Un partido? ¿Una persona? ¿El conjunto de instituciones diseñadas «para evitar que los malos gobernantes hagan demasiado daño»?
Víctor Manuel Reynoso Angulo

Profesor investigador de la Universidad de las Américas, Puebla. Doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de México, maestro en Ciencia Política por FLACSO México y licenciado en Sociología por la UNAM.
Correo: vmra58@yahoo.com.mx
Un Commentario
Buen artículo Víctor, no siempre coincidimos. Pero en esa ocasión lo hacemos.
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