El limitado mundo del macho

-Sergio Estuardo Castañeda Castañeda / EXPLORACIONES

Aunque la existencia es un abanico de posibilidades, el poder busca condicionar nuestras prácticas sociales sin que nos percatemos. Vivimos dentro de una sociedad neoliberal y patriarcal. Ahora bien, entremos en materia. Llamamos “macho” en este texto no solo al ente con órganos de reproducción masculinos, sino a aquella persona que constituye su personalidad con actitudes violentas, machistas, homófobas (aún cuando pueda ser homosexual) y que en ocasiones exagera ademanes que asocia con la “hombría”. Aquel que concibe la sexualidad desde el eficientismo y la competencia. Para quien es de suma importancia -para su autoestima- ver si la tiene “más grande que el otro”.

Todo orden es establecido porque le conviene a algo y a alguien. En realidad no hay nada biológico ni orgánico que nos obligue a vivir dentro de este sistema actual que estructura la sociedad de esta manera. Bien podríamos vivir bajo otro modelo económico, bajo otros criterios que reconocieran la diversidad de género y etnia alejados de los excluyentes cánones occidentales actuales, por ejemplo. Pero la homogenización respectiva y la exclusión que se da en los diferentes espacios sociales es evidencia del triunfo del sistema de dominación y de las políticas segregacionistas que este ejerce.

La colonización no escatima espacios y obviamente la sexualidad no escapa de ella. Se podría decir que la sexualidad desde hace mucho dejó de ser un tema tabú. Claro, pero el problema no radica en esto, sino en que la sexualidad está a la orden del día, vista, entendida y concebida de forma unívoca. El hecho de cómo se aborda en la escuela, en la publicidad, en la pornografía, entre otros, nos supedita en todo momento.

El placer sexual es entendido y prácticamente limitado a lo genital. Muchos son quienes mantienen aún hoy la idea cristiana de que este está vinculado inseparablemente a la reproducción, buscando así consolidar y conservar la heteronormatividad como verdad irrefutable y método de dominación. El macho, por su culto al falo que le ha sido sugestionado, suele reducir la sexualidad a la penetración. Su patética lógica dicta la superioridad de quien penetra por sobre quien es penetrado; cuestión que llega a condicionar el lenguaje y el patético humor en sociedades profundamente machistas. Un tipo de dominación que pasa supeditando el cuerpo y las creencias. El macho, por su docilidad ante los paradigmas que se le imponen, se pierde de conocimientos y placeres posibles en todo el cuerpo.

¿Y qué decir de la cosificación que el macho realiza sobre la mujer? Por eso de haber sido pensado y no pensante experimenta miedo u odio hacía las mujeres, complejizando sus relacionamientos sociales. Pero es que la conquista subjetiva que el patriarcado ha logrado sobre este es tremenda. Muchas veces el macho siente culpa de sus fantasías más íntimas e, incapaz de expresárselas a su amante, la frustración lo lleva, nuevamente, a reducir su sexualidad.

El patriarcado asume una visión esencialista donde la mujer, dentro de toda la sujeción que sufre, debe constituirse en función del hombre. Pero claro, en el patriarcado, la construcción del hombre también es determinada. Las limitaciones que estas visiones naturalistas esparcen solo cierran la posibilidad de abrirse a nuevos esquemas emancipatorios donde el placer, conocimiento de nosotros mismos y nuevos relacionamientos humanos aguarda. Pero ojo, buscar alejarnos de la construcción del macho y de sus patéticas prácticas no solo resulta una apertura para transitar por sendas de gozo poco imaginadas, sino que se circunscribe como una necesaria resistencia en contra de la moral burguesa y de un sistema de dominación histórico que tanto daño ha hecho y continúa haciendo.

No se trata de caer en la reduccionista corrección política. El tema más bien pasa por no justificar la propia incapacidad para trascenderse y deconstruir actitudes represivas que realiza el macho constantemente. Similar a como el marxismo le sigue haciendo tanto ruido a conservadores y neoliberales; las teorías de género hacen su propio ruido. Quien tenga oídos, que oiga.

Sergio Estuardo Castañeda Castañeda

Estudiante de ciencias sociales, escritor y explorador que ha concebido la indagación de diversos escenarios como parte fundamental en el proceso de aprendizaje. Vinculado a la realidad política y social a través de la participación en colectivos críticos urbanos. Consciente de la necesidad de expulsar ideas para abrirnos al diálogo, al debate, a nuevas formas de compartir aprendizajes e intentar llegar a pensar por nosotros mismos.

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