-Mario Alberto Carrera / DIARIOS DE ALBERTORIO–
(A la busca de nuestra identidad)
Conviene, antes de pasar adelante, aclarar muy bien ciertos conceptos e insistir en su fijación, así como categorías y adjetivaciones que aplicaré a los habitantes de Guatemala de hoy, y de ayer, para evitar confusiones. Y hacer notar cómo -al ser por otra parte rechazados algunos sustantivos/nombres, desgastados o de connotación ahora peyorativa- significa, tal hecho, importantes cambios en el enfoque de la historicidad nacional. Cambios que, por el momento solo los planteo pero que, a partir de 2018 o de un poco antes, podrán polarizarnos aún más. También en el istmo. Aunque es nuestro país, francamente, el que presenta menos mestizaje y mayor división y distancia entre mestizos e indígenas en la región. La realidad es que el resto de América Central es casi toda mestiza y por ello, acaso, las contradicciones económicas, de segregación y sobre todo de discriminación racial son grotescas, pero no esperpénticas y tremendistas como en la capitanía del reino.
Como ya he explicado en dos o tres columna publicadas en Diarios de Albertorio de gAZeta, no ha habido indios en Guatemala desde siempre. Tampoco es necesario que continúe habiéndolos por muchos años más, con perdón de folkloristas y «museistas». Como dice Severo Martínez Peláez, la palabra indio se llenó de determinado sentido conceptual (significado) en América a partir de la Conquista, cuando Colón creyó haber llegado a la(s) India(s), error con el que se fue a la tumba. Nunca supo que había descubierto un nuevo continente. En Guatemala el indio brota en 1524 o poco antes. Antes no los hubo y desaparecerán en el mestizaje ya de la aldea global. Sin embargo, ellos aquí en Guate-caos se han autobautizado «mayas» (aunque son más toltecas que otra cosa) pues los mayas desaparecieron hace ya la bicoca de 1000 añitos… Pero bueno, cada loco con su tema. Con ello no quiero decir que Guatemala no sea la espléndida cuna de la cultura maya.
Indios, en esta investigación -trans e inter cultural-, es una categoría dinámica cuya deriva, ¡por desgracia!, no se ha producido ni se fomenta aceleradamente por así convenir sobre todo a la alta burguesía terrateniente. Pero que, dentro de un marco dialéctico tendrá que revertirse en otra suerte de molde paradigmático. Porque la historia del hombre, sus condiciones y características sociales son dinámicas como el río de Heráclito cuyo devenir nunca es el mismo.
La cultura y tradiciones criollistas pregonaron en Guatemala -para asegurar avaramente su posición económica- que el indio es un ser que no cambia. Al principio dijeron que ni siquiera tenía alma… La ideología criollista «deshistorizó» al indígena en el afán general de la burguesía de deshumanizarlo, para explotarlo inmisericordemente. Algo parecido a lo que Gogol cuenta de su Rusia de esclavos y siervos en Las almas muertas.
Con «deshistorizar», verbo neologista acaso inventado por don Severo, quiero decir, no concederle a un hombre -o a una clase social- un imperativo casi natural de evolucionar hacia un cambio mejor, para ser feliz. El criollismo, pues, le negó enfáticamente categoría éticos kantianas, a los originarios de Guatemala a partir de 1492. Posición rígida no verbalizada con trasparencia que sostiene la oligarquía guatemalteca, a rajatablas, en 2018, con todo y la insistente sugerencia de cambiar tal actitud bárbara, por los llamados países cooperantes, que son los que nos dan de comer. De allí que los indígenas tengan en Guatemala que exigir cuotas de poder pariguales en el Congreso, aunque en el Ministerio de Cultura han puesto ministros indios -para taparle el ojo al macho-, pero más ladrones que el mismo Caco. La misma suerte corren las mujeres. Si lo sabré yo, que viví bajo el mismo techo 25 años con Luz Méndez de la Vega.
Pero retomemos el tema sobre la inmutabilidad del ser del indio guatemalteco (engendro mental de la oligarquía anclado en Parménides), cuyo congelamiento en el escalafón social es muy cómodo para quien pretenden explotarlo a ultranza, sin mayores complicaciones.
Esta es la situación socioeconómica en la que la mayoría de ellos se encuentra a la altura de 2018, pese al Convenio 169 de la OIT/ONU, Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes, de 1989 -hace casi 30 años-.
Es empresa tenaz o acaso imposible de realizar con éxito, convencer a millones de guatemaltecos de clase media alta o de la alta burguesía -o de estamentos que se les asimilan imitadores- que el indígenas no es cual el ser inmutable del filósofo de Elea. Que miles de ellos pueden abandonar el área rural y convertirse en obreros calificados en polos de desarrollo industrial, para evitar que emigren a Estados Unidos huyendo del hambre y de la violencia. El varón indígena asume esta posibilidad aunque desorientado y frustrado, mientras que la mujer sigue siendo la esclava del esclavo. La peor carga del subdesarrollo guatemalteco la lleva sobre sus hombros la mujer originaria. Mucho más difícil será que la oligarquía y sus clases seguidoras y políticas admitan que sería importantísimo, para la igualación social en Guatemala que, en pos del modelo boliviano, un indígena de pura cepa, castizo como quien dice, ascendiera a la primera magistratura. Daniel Pascual sería para mí la perfección de tal posible paradigma revulsivo. Si estas líneas y sugerencias fueran leídas por alguno de los ideólogos de la grandes universidades religiosas guatemalenses, diría que yo ¿quién sabe qué drogas alucinógenas estoy ingiriendo, para que alucine con tales fantasías socialistas? Indudablemente Armando de la Torre sería el primero en endilgarme tal sambenito porque odia a muerte a Daniel Pascual.
Hay que reconocer que, con todo, la batalla ha sido más o menos constante en las últimas décadas. No se ha caminado mucho, pero sí algo, si tomamos en cuenta que el indígena dejó de ser trabajador forzado -casi siervo de la gleba- hace solo unos 70 años, de los 430 que se desempeñó como semiesclavo, malísimamente remunerado y con enormes cargas impositivas coloniales, vestido, eso sí, con coloridos trajes típicos que yo sí que creo que son los viejos trajes del campo de concentración hitleriano, desde Alvarado hasta el «constructor» Ubico Castañeda, que nos dejó adefesios impresentables como el «Guacamolón de la Incultura», que solo los que no saben de Historia del Arte y de Estética (Filosofía del Arte) pueden creer que es columna vertebral de la arquitectura nacional y monumento eterno. Para mi suerte y honra, fui catedrático de la segunda de tales asignaturas, en las aulas de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos, cuando la Tricentenaria aún valía la pena…
Continuará.
Mario Alberto Carrera

Director de la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española. Columnista de varios medios durante más de veinticinco años. Exdirector del Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades de la USAC y exembajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Premio Nacional de Literatura 1999.
7 Commentarios
Parece que amamos el error de Colón y hasta lo ponemos como verdad científica. Hay tantos como Severo que quieren sacrificar al indígena en nombre del futuro como triunfo del mestizaje.
Mi querido amigo Mario Alberto: Muchas gracias por sus reflexiones sobe la identidad del guatemalteco, le sugiero que re-lea los libros del sociologo yrevolucionario guatemalteco (medio Aleman) Carlos Guzman
Bockler «el Huevo» especialmente «Guatemala, Una Interpretación Histórico Social». Esta discusión de la identidad del guatemalteco, fué parte de nuestra dinámica cotidiana en la Universidad de San Carlos en los años 70-80del siglo pasado y ella constituyo el germen de la fundación de grupos revolucionarios diferentes al PGT quienes incorporaron a su ideario político-ideológico la dicotomía ladino-indigena sin dejar de lado que el plantaemiento principal de que la contradicción fundamental era la lucha de clases.
Si se quiere transformar GuateMaya, es fundamental el aclarar este concepto. Los únicos que abordan esta problemática de una manera clara y abierta son los compañeros de CODECA en su propuesta de realizaruna Asamblea Constituyente Plurinacional e Incluyente.
Un fraterno abrazo desde la distancia. Un feliz y próspero año nuevo para usted y su familia. Carlos Castro «Cebolla»
Citando a Marco Agusto Quiroa:
«Un indio con hambre, será capaz de comerse
La Paloma de La Paz
Tema interesante. Nosotros somos frutos de esa historia, auque distorcionada a conveniencia. Nosotros que crecimos en el área rural, nos dieron un tipo de educación básica, muy buena diria yo, pero lo que si era muy mala es a lo que se refiera a la materia de Estudio Sociales, nos educaron con un odio a los extranjeros por invasores y ladrones, nos hacian creer que somos inferiores, pero nos cuesta darnos cuenta de que nosotros somos los frutos de esa historia, seguramente uno de esos saqueadores y ladrones colonos fueron nuestros tataraabuelos, o tendremos en en nuestro ADN algo de ellos. Yo mismo me identifico como Guatemalteco, no hago divisiones si soy ladino, Maya, mestizo, mulato, etc. Con 500 años de historia se han hecho muchos huevos revueltos. No podemos llamarle ladrones a Pedro de Alvarado cuando nuestro apellido es Alvarado.😀(ejemplo).
Yo no creo que la esclavitud se haya abolido. Si nos fijamos aún hay casas de familias apoderas que tienen en la servidumbre a personas de área rural y les contratan por un oficio y un sueldo de miseria, pero luego les añaden más trabajos fuera de lo acordado , yo llamaria eso como Esclavitud Moderna.
Le comprendo y entiendo perfectamente lo del indígena guatemalteco, le pediria hiciera una diferencia enfática, ancestral e histórica en cuanto al uso del termino indio, porque mas que identificar al indígena guatemalteco, suena como al uso de un sustantivo gentilicio que pertenece a un país asiático pero que allí no se si lo usan sus ciudadanos, porque se tildan de indí, como que es despectivo aun en el propio uso del termino nacionalista.
Me parece muy interesante. Me gustaría saber si ha escrito o ha pensado en escribir algún artículo sobre las nuevas palabras incorporadas al español solo porque son populares y como se ha degradado el idioma con el uso de la telefonía celular, especialmente en las redes sociales. Es triste imaginar a la juventud del presente en el futuro.
Se extinguieron los MAYAS, pero eso de Toltecas????Le sugiero a Ricardo Terga, sabe más. Grupos étnicos. La mayoría de la población de Guatemala es mestiza (40%), indígena maya (39%) o blanca de origen europeo (20%), principalmente descendientes de alemanes y españoles.
http://cirma.org.gt/library/index.php?title=Special:GSMSearchPage&process&autor=%20%20%20%20TERGA,%20RICARDO
https://es.wikipedia.org/wiki/Lenguas_de_Guatemala
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