El futbol de Guatemala en la misma ruta que el Estado. La crisis de la corrupción (1)

-Fernando de Jesús Girón Soto / AL GRANO

El 14 de septiembre de 2017 la Federación Internacional de Futbol Asociación –FIFA– suspendió a la Federación de Futbol de Guatemala porque esta última rechazó a la Comisión Normalizadora. La sanción se debe a que los clubes locales se rehusaron a ampliar el mandato de la mencionada Comisión Normalizadora establecida por el organismo internacional para gestionar el futbol local tras un caso de corrupción.

«La suspensión no se levantará hasta que la Asamblea General de la Fedefut ratifique la ampliación del mandato del Comité de Regularización –prevista hasta el 31 de julio de 2017– y adopte nuevos estatutos de la federación aprobados por la FIFA», señaló el organismo en un comunicado.

¿Cuáles son las causas profundas de esta situación y qué relevancia tiene esta sanción para el deporte guatemalteco? Las causas son múltiples y la relevancia es mucha.

El deporte de Guatemala, en general, y el futbol, en particular, tienen un funcionamiento anómalo, ineficiente y corrupto que es un reflejo inequívoco del Estado y las organizaciones gremiales del poder económico del país.

El futbol particularmente se convirtió hace muchos años en una “caja de pandora” donde conviven, “trabajan” y funcionan “redes político-económicas ilícitas” para diversos fines, casi todos delincuenciales o de tráfico de influencias políticas a nivel de alcaldes, gobernadores para los proyectos de “obra gris” o posicionamiento de personajes que utilizan la política como medio de enriquecimiento personal a niveles municipales o departamentales.

En consecuencia, el futbol nacional, a través de la Federación que lo rige, quedó cooptado por intereses delincuenciales y políticos espurios que lo llevaron al nivel de organización cuasi delictiva.

Imagen por Ulrika Hembjer

Los resultados no tardaron mucho en presentarse. El 3 de diciembre de 2015, en medio de la crisis nacional de la renuncia del entonces presidente de la República Otto Pérez Molina, el New York Times de Nueva York daba a conocer que el entonces presidente de la Federación Nacional de Futbol de Guatemala, Brayan Jiménez, el secretario del Comité Ejecutivo, Héctor Trujillo, y el exdirigente de la FIFA, Rafael Salguero, fueron involucrados esa mañana en el caso de corrupción del máximo ente del futbol.

La debacle fue total. Los dirigentes señalados están ahora bajo proceso judicial en Estados Unidos, fueron suspendido de por vida de la FIFA y se inició una crisis por la necesidad de sanear y corregir los problemas de la Federación. El ente deportivo internacional nombró una Comisión Normalizadora compuesta por Adela de Torrebiarte, Hugo Maúl, Stuardo Ralón, Roberto Aldana y Juan Carlos Barragán, que debía encargarse de estabilizar, sanear y llevar a elecciones para el Comité Ejecutivo, pero no pudieron o no les dejaron hacerlo. ¿Quiénes lo impidieron? Básicamente la Asamblea General del futbol en donde están todos los intereses oscuros político o delincuenciales que cooptan el futbol nacional y la poca capacidad político-operativa de la Comisión.

Sin embargo, el problema tiene consecuencias mucho más importantes que las mencionadas en el orden político administrativo que derivaron en la actual suspensión.

El futbol es históricamente el deporte más popular del país, su práctica se extiende en todo el territorio nacional y, como actividad social y cultural, es un vehículo de esparcimiento y cohesión comunitaria importante dentro de la sociedad.

La ausencia de políticas públicas deportivas y la no priorización del bienestar de la población por parte del Estado hicieron que este deporte nunca alcanzara una calidad de práctica acorde a los intereses de la población y el grado de arrastre popular que siempre tuvo.

Como consecuencia de los logros por la priorización a la población que tuvo la década revolucionaria de 1944-1954, de las pocas que subsistían aún en la década de 1960, el futbol nacional tuvo algún grado de calidad para competir en el área de la Confederación Norte, Centroamericana y Caribe de Futbol –CONCACAF–, obteniendo su único y máximo logro en el torneo de selecciones del área en 1967, así como dos segundos lugares en 1965 y 1969, y la clasificación a la Olimpiada Mundial de México en 1968, donde se alcanzaron los cuartos de final.

A partir de entonces el declive de resultados y calidad del futbol nacional fue constante e irreversible, además, los resultados de los clubes nacionales en el ámbito internacional son paupérrimos, solamente un campeonato del área en 1974, con las notables ausencias en ese año de los clubes de futbol mexicanos y costarricenses, lo que sin duda demeritó el nivel de dicho torneo.

En el nivel doméstico no existe una organización eficiente de formación de jugadores. Basta apuntar que el país tiene más de un millón y medio de niños crónicamente desnutridos, casi el 10 % de la población, lo que da una idea de las escasas posibilidades que tenemos de en el mediano plazo de tener deportistas, en este caso futbolistas, de alta competencia. Pero tampoco hay políticas públicas de desarrollo deportivo, organización nacional extensa y eficaz de deporte recreativo, mucho menos una estructura de búsqueda, cuidado y desarrollo de personas con aptitudes para la práctica del futbol o de los diferentes deportes de conjunto. Verdaderamente el panorama es sombrío.


Fernando de Jesús Girón Soto

Filósofo, militante de izquierda socialcristiana, analista de seguridad y política.

Al grano

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