El flujo y reflujo de la correlación de fuerzas entre izquierda y derecha en América Latina: un análisis crítico constructivo (I)

-Roberto Regalado-

En América Latina, tras una acumulación de fuerza social y política iniciada en los años ochenta con la lucha de los movimientos populares contra el neoliberalismo, incrementada en los noventa con la ocupación de espacios en gobiernos locales y legislaturas nacionales, que alcanza el clímax en la década de 2000 con el ejercicio del gobierno nacional en una decena de países, desde finales de esta última, la correlación de fuerzas comienza a cambiar a favor de los sectores oligárquicos proimperialistas y, en apenas cinco años, la pérdida de capacidad de movilización popular, la falta de estrategias, medios y métodos adecuados para derrotar la desestabilización de espectro completo [1], los reveses electorales y los golpes de Estado «de nuevo tipo», llegan a tal punto que la derecha se ufana en proclamar el «fin del ciclo progresista».

¿Es este un vuelco tan imprevisible o inesperado de la situación política, que no se pudo evitar o no dio oportunidad para una preparación a tiempo que permitiese enfrentarlo en mejores condiciones? Sería imposible responder esa pregunta sin hacernos otra: ¿vuelco imprevisible o inesperado… para quién?

La involución de la situación política y económica de la región en general, y de cada país gobernado por fuerzas progresistas y de izquierda en particular, de ningún modo fue ignorada por todas y todos los dirigentes, cuadros, militantes, activistas y analistas del bloque popular. Sin embargo, los liderazgos principales y las corrientes políticas e ideológicas hegemónicas en los partidos, frentes y coaliciones progresistas y de izquierda, primero ignoraron o subestimaron el deterioro creciente de la correlación de fuerzas, que pudieron y debieron enfrentar cuando tenían mayores y mejores posibilidades de éxito, y luego quedaron impávidos ante sus consecuencias.

¿Por qué ese inmovilismo? ¿Es atribuible a la «mala intención» o incluso a una «traición»? La respuesta es no, salvo casos específicos que ciertamente pueden existir. Los liderazgos individuales y colectivos de los gobiernos, partidos, movimientos, frentes y coaliciones progresistas y de izquierda, también son productos de correlaciones de fuerzas, tanto en la sociedad en su conjunto, como dentro de ese espectro político e ideológico en particular, y en la América Latina de finales del siglo XX e inicios del XXI, la hegemonía de las fuerzas políticas multitendencias características de la etapa, la ejercen el «progresismo», proveniente de sectores democráticos de los partidos tradicionales, y lo que podríamos llamar la «nueva socialdemocracia latinoamericana» [2]. Ambas corrientes comparten:

[…] la maniquea concepción de la democracia burguesa como sistema político supuestamente imparcial e incluyente, que en América Latina solo funcionó con relativa estabilidad en Uruguay y Chile, y solo lo hizo mientras el imperialismo y las oligarquías de esos dos países no identificaron a la izquierda como una amenaza al sistema, pero tan pronto la percibieron como tal, en ambos implantaron férreas dictaduras.
[…]
De ahí parte la sorpresa e incomprensión que incluso hoy, después de haber sido expulsadas del gobierno o estar en riesgo de serlo —sin haberlo visto venir, ni saber, a ciencia cierta, cómo evitarlo y revertirlo—, y de haber sido criminalizadas y judicializadas, o de estar a punto se serlo, siguen manifestando […], y también de ahí que la mayor parte de los análisis y reflexiones publicados al respecto, se limiten a denunciar las manipulaciones, transgresiones y violaciones que la derecha hace contra los gobiernos y las fuerzas progresistas y de izquierda, y poco o nada se mencionen las deficiencias y errores de estas últimas que contribuyeron a torcer la correlación regional de fuerzas en su contra. [3]

Aunque el predominio de lo que, en genérico, categorizamos en este ensayo como progresismo y nueva socialdemocracia, se aprecia con mayor nitidez en los partidos, organizaciones, frentes y coaliciones políticas «multitendencias» que ejercieron o aún ejercen el gobierno en Argentina, Brasil y Uruguay, su influencia «está presente, en mayor o menor medida, en toda fuerza progresista y de izquierda que ejerce o ha ejercido el gobierno, aunque su liderazgo principal y su rumbo estratégico se orienten a la transformación social revolucionaria, pues son fuerzas plurales que incluyen a dirigentes, cuadros, militantes y corrientes internas partidarias del progresismo y/o de la nueva socialdemocracia». [4]

En el debate sobre los cambios ocurridos en las condiciones y características de las luchas populares en América Latina, de los que se deriva el flujo y reflujo en la acumulación de las fuerzas políticas progresistas y de izquierda objeto de análisis, por primera vez incursioné en 2006, con la publicación del libro América Latina entre siglos: dominación, crisis, luchas populares y alternativas políticas de la izquierda [5], y al debate sobre las posibilidades de éxito, fracaso o derrota de las experiencias de reforma progresista o transformación revolucionaria me incorporé en 2012, con la publicación de La izquierda latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje? [6] En las «Palabras del autor» de esta obra, se plantea:

[…] tenemos que preguntarnos cuáles son las probabilidades de que los gobiernos integrados por fuerzas políticas y social‑ políticas de izquierda y progresistas —algunos de los cuales se encuentran en su tercer período consecutivo y otros en su segundo— están enrumbados hacia la edificación de sociedades «alternativas», y cuáles son las probabilidades de que se conviertan en un paréntesis que, en definitiva, contribuya al reciclaje de la dominación del capital. En este texto se parte de la premisa que ambas posibilidades están abiertas […].

A esos libros me remito porque contienen los fundamentos analíticos y reflexivos en los que me baso para abordar la situación actual de los gobiernos y las fuerzas políticas progresistas y de izquierda.

Procesos determinantes en la situación política de América Latina

¿Cuáles son los procesos determinantes en los cambios ocurridos en la situación de América Latina a partir de la década de 1970, de los cuales se derivan, tanto la mutación ocurrida en las condiciones y características de las luchas populares, como las posibilidades y límites de los procesos de reforma social o transformación revolucionaria desarrollados por los gobiernos progresistas y de izquierda, cuyo apogeo se produjo entre 1999 y 2009?

Son cuatro procesos escalonados y con efectos acumulativos:

  1. En la década de 1970, ocurre el salto de la concentración nacional a la concentración transnacional de la propiedad, la producción y el poder político (conocido como globalización), cambio cualitativo en la formación económico-social capitalista cuyo detonante fue el irreversible agotamiento de la capacidad de reproducción expansiva del capital iniciado en ese decenio. Para paliar sus efectos, se desata una ofensiva sin precedentes del capital contra el trabajo, destinada a intensificar la concentración de la riqueza y la exclusión social. En el caso de América Latina,este proceso modifica el lugar que la región ocupaba desde principios del siglo XX en la división internacional del trabajo, y destruye las estructuras y relaciones socio-clasistas características de esa etapa.

  2. En la década de 1980, la avalancha universal del neoliberalismo apuntala, legitima e institucionaliza la concentración transnacional de la propiedad, la producción y el poder político, incluida la reestructuración y refuncionalización de los mecanismos de dominación imperialista mundiales y regionales existentes, y la creación de otros. Además de sufrir los efectos generales de este proceso, al igual que el resto del mundo subdesarrollado y dependiente, América Latina sufre los efectos específicos de un nuevo sistema de dominación continental del imperialismo norteamericano, desplegado en lo fundamental durante el mandato presidencial de George H. Bush (1989-1993).

  3. Entre finales de la década de 1980 y comienzos de la de 1990, el derrumbe de la Unión Soviética y el bloque europeo oriental de posguerra nucleado en torno a ella, catalizador del llamado cambio de época, le facilitó al imperialismo encubrir su propia crisis sistémica, despejó el camino para el avance incontestado de la avalancha universal del neoliberalismo, y sumió en el descrédito a, corto y mediano plazo, a las ideas revolucionarias y socialistas.

  4. En la década de 1990, cristaliza la neoliberalización de la socialdemocracia europea. Ese heterogéneo vector político e ideológico, que durante las primeras seis décadas del siglo XX contribuyó a la reproducción de la hegemonía burguesa y se erigió en portaestandarte del «Estado de bienestar», a raíz del derrumbe de la URSS y para paliar el creciente rechazo de los pueblos al neoliberalismo, terminó de renegar por completo de sus orígenes, lo cual ya venía haciendo desde inicios de ese siglo XX, asumió como propia a la doctrina neoliberal y, desde entones, con un discurso light, disfrazado de «alternativo», «contestatario» y hasta «opositor», se dedicó a reproducir la hegemonía burguesa de la presente etapa de la involución del capitalismo: la hegemonía neoliberal.


[1] El término desestabilización de espectro completo es una paráfrasis de los términos guerra de espectro completo y dominación de espectro completo formulados por la Dra. Ana Esther Ceceña, que abarcan una multiplicidad de elementos políticos, ideológicos, económicos y sociales, incluida la amenaza y el uso de la fuerza y el uso de técnicas de guerra sicológica, cuyo efecto es similar al de un terremoto que no se detiene y al de un pulpo que golpea, a un mismo tiempo, con todas sus patas. Véase: Los golpes de espectro completo, en https://www.alainet.org, 25-5-2014 (consultado 26-2-2018).
[2] «Lo esencial de la nueva socialdemocracia latinoamericana no es que esté integrada por partidos miembros de la Internacional Socialista, aunque algunos pertenezcan a ella; tampoco que sean fuerzas políticas que se consideren a sí mismas como socialdemócratas, aunque algunas lo hagan. Ese nuevo vector, agrupamiento o tendencia está compuesto por una amalgama de corrientes políticas e ideológicas que sería imposible caracterizar aquí. Al margen de cualquier elemento organizativo o doctrinario de la socialdemocracia tradicional que pueda estar presente en él, lo esencial es que piensa y actúa de manera muy similar a la socialdemocracia europea de finales del siglo XIX y las primeras seis décadas del XX». Roberto Regalado. Poder permanente y poder temporal en América Latina: un debate pendiente, en https://www.alainet.org, 30-1-2018 (consultado 26-2-2018).
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Roberto Regalado. América Latina entre siglos: dominación, crisis, luchas populares y alternativas políticas de la izquierda. Segunda edición. México: Ocean Sur, 2006. [En: www.oceansur.com].
[6] Roberto Regalado. La izquierda latinoamericana en el gobierno: ¿alternativa o reciclaje?. México: Ocean Sur, 2012. Ver también a Roberto Regalado (Coord.). La izquierda latinoamericana a 20 años del derrumbe de la Unión Soviética México: Ocean Sur, 2012. [Ambas obras en: www.oceansur.com].

Roberto Regalado

Doctor en Ciencias Filosóficas, licenciado en Periodismo, miembro de la Sección de Literatura Socio-histórica de la Asociación de Escritores de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, consultor del Instituto Schafik Hándal de El Salvador.

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