El estado «niño»

Luis Melgar Carrillo | Política y sociedad / NUESTROS HIJOS

Los acontecimientos externos que tienen su origen en los estímulos que se recibieron de otras personas se graban en el estado «padre». Las reacciones internas ante las experiencias propias, son grabadas en el denominado estado «niño». El «niño» es el conjunto de información sentida y asimilada en la primera infancia, que proviene de las propias acciones y reacciones ante los estímulos. Son grabaciones que se originaron en las reacciones que tuvo el pequeño. Estas reacciones no son aprendidas de nadie, son reacciones que provienen de sí mismo.

El pequeño no posee vocabulario durante sus primeras experiencias, tampoco tiene muy desarrolladas sus neuronas para poder razonar ante los estímulos. La mayoría de sus reacciones son sentimientos. Por esa razón al estado «niño» se le conoce como el «concepto sentido de la vida».

Durante los primeros años de vida, el pequeño se encuentra en una etapa de indefensión absoluta y muchas exigencias pesan sobre él. Por un lado tiene unas necesidades fisiológicas imperativas como comer, excretar y dormir, y por otro, otras de carácter psicológico como conocer, tocar y explorar.

El infante experimenta la exigencia constante de los que lo rodean, especialmente de los padres, para que modifique su hacer respecto a esas primeras necesidades. Por ejemplo, «no te orines en la cama». También, para que adapte sus exigencias conforme a la educación que le tratan de impartir. Por ejemplo, «no toques eso».

Esos estímulos generan sentimientos negativos en el pequeño que muy pronto interpreta como «no estoy bien» o «no soy como debería ser». Todos los humanos tienen grabadas este tipo de situaciones, aunque sus padres hayan sido inmensamente amables y amorosos.

Como en el caso del «padre», el estado «niño» reproduce la situación original de su primeras experiencias. Sin importar su edad cronológica, cuando a una persona le tocan el timbre que lo estimule, se transporta y reproduce las grabaciones originales, tal y como hubiera respondido en sus primeros años de vida, es decir que evoca los sentimientos originalmente grabados. Este tipo de reacciones es más probable que sucedan cuando, siendo ya adulto, se siente acorralado ante una coyuntura que provoca los sentimientos originales de frustración, abandono o rechazo que vivió en su primera infancia. Cuando una persona se halla presa de sus sentimientos, se dice que su «niño» domina la escena.

En el estado «niño» también hay grabaciones positivas como la creatividad, la curiosidad, el deseo de explorar y de conocer, la necesidad de tocar sentir y experimentar. Contiene las grabaciones de sentimientos exaltados suscitados por los primeros descubrimientos y que pueden ser reproducidos en sus relaciones actuales. Sin embargo, los sentimientos de estar mal superan en mucho los de estar bien. Es por eso que se dice que todos los seres humanos llevan dentro un «niño» que está mal.

Todo infante expresa su deseo de crecer para dejar de ser el pequeño indefenso de sus primeros años. Esa expresión se puede apreciar cuando expresa algo como lo siguiente: «ya estoy grande», que en el fondo es un deseo por decir «ya estoy bien»

El estado «niño» se puede subdividir en los tres estratos o categorías siguientes:

  • Niño libre

  • Niño adaptado rebelde

  • Niño adaptado sumiso

El niño libre

Ya de adulto una persona puede tener reacciones naturales, como las que tuvo en su infancia, como respuesta a estímulos que le causaron satisfacciones. Bailar, gozarse, reír, apreciar la belleza y muchas expresiones de satisfacción proyectadas de forma natural. En muchos casos son proyecciones de satisfacción que se tuvo en los primeros años. Cuando una persona da expresiones de júbilo y de libertad de manera natural ante los estímulos, está proyectando su «niño libre». Por ejemplo, disfrutar la comida. Buscar ser acariciado, contar chistes, gozar de las relaciones sexuales, alegrarse con la música, y muchas más.

En muchos casos este «niño libre» en cierta manera está reprimido. Esa es quizás una de las razones por las cuales muchos adultos buscan el alcohol, las drogas y otros estimulantes, como un mecanismo para sacarlo a luz. Hay personas cronológicamente adultas que no son capaces de cantar o de reír, si no es por medio de la ingestión de alcohol que les permite la liberación de su «niño libre»

El niño adaptado rebelde

Muchas veces, cuando se está frente a un mayor de edad, en la conversación se suelen encontrar contradicciones en el devenir de las palabras. Hay personas que constantemente tienen como primera respuesta un «no», ante las propuestas de su interlocutor, es decir, llevan la contraria. Como diría Cantinflas: son contreras.

En gran cantidad de los casos, esas reacciones son consecuencia de grabaciones que se reproducen de manera inconsciente. En la primera infancia suele suceder que el pequeño se rebela ante los estímulos de sus progenitores. Con esa rebelión se generaron grabaciones que más adelante se pueden reproducir ante un estímulo del interlocutor. Cuando el estímulo de la conversación, a manera de timbre, viene a evocar inconscientemente lo que sucedió originalmente, reproduce el estado de respuesta que hubiera dado cuando era pequeño. En este caso lo que se está reproduciendo y proyectando es su «niño adaptado rebelde».

Hay personas que, como consecuencia de sus grabaciones, de manera natural se oponen a la autoridad. No aceptan las órdenes de los jefes, no cumplen con las reglas y en general dan manifestaciones que evidencian un estado natural de rebeldía. Cuando una persona se cruza el semáforo en rojo, está actuando de manera natural con su «niño adaptado rebelde».

El niño adaptado sumiso

Muchas veces, como consecuencia de la gran presión de los progenitores, el infante se tuvo que doblegar y humillar de manera que llegó a inhibir su personalidad. Más adelante, ya de adulto, ante situaciones que su subconsciente le indica, acepta las formas rígidas y se sujeta de manera aparentemente natural, aunque no esté de acuerdo con la situación que está viviendo.

Cuando ya en una edad madura se muestra tímido y reacciona con manifestaciones de sumisión, probablemente el protagonista está proyectando su «niño adaptado sumiso». Al tocar el timbre indicado, reacciona tal y como hubiera reaccionado en la primera infancia. Probablemente estas formas de reaccionar son una consecuencia de la severidad con que sus padres lo trataron, y como manera de escape, el pequeño se humilló y doblegó. Esa fue una manera de reaccionar para evitar más golpes o gritos que ya estaba recibiendo.

Siendo ya mayor, le pueden tocar un timbre a alguien que pone un toque de alerta ante el peligro. Quien tiene grabado fuertemente su «niño adaptado sumiso», vuelve a vivir la situación original que le causó la reacción de sumisión que experimentó en su infancia. Al sentir el toque de alerta, reacciona sin siquiera pensarlo con docilidad y sumisión. Se dice entonces que respondió su «niño adaptado sumiso».


Fotografía tomada de La Prensa Gráfica.

Luis Melgar Carrillo

Ingeniero Industrial, Colombia 1972. Máster en Administración de Empresas, INCAE 1976. Autor de 9 libros (tres aparecen en Google). Autor de 50 artículos (24 en gAZeta, Guatemala 2018; 20 en revista Gerencia, Guatemala 1994-95). Director de Capacitación (Asociación de Azucareros de Guatemala). Director de Recursos Humanos (Polymer-Guatemala). Excatedrático en universidades de Costa Rica, Guatemala y Tepic, México. Residencia en Tepic.

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