El espejo de política fallida: la desnutrición que sufre la mitad de los niños

Fernando González Davison | Política y sociedad / DING DONG

La desnutrición en Guatemala afecta a la mitad de los niños menores de cinco años, quienes mueren por desnutrición aguda o pierden oportunidades de desarrollarse por la desnutrición crónica. Allí está el efecto de los gobiernos que por décadas han descuidado el desarrollo sostenible con equidad en el país, uno de los pocos en el mundo que no ha cumplido con los objetivos de desarrollo del milenio.

El abandono del área rural por la clase política provoca esa miseria: no hay coordinación ni planes oficiales, sino acciones dispersas para atacar los altos niveles de pobreza en áreas donde se ubica la desnutrición aguda, pues esa clase ha optado por la corrupción a nivel nacional y municipal en lugar de atender las necesidades de los más vulnerables. De ahí que a esa clase la detesta la ciudadanía.

El mapa de la pobreza fue elaborado por Segeplan a inicios de la década de los noventa. La pobreza extrema está en los departamentos fronterizos con México. No hay que descubrir el agua azucarada para hacer más diagnósticos.

Por ello, celebro las acciones del Programa Mundial de Alimentos, PMA, en conjunción con los organismos de Naciones Unidas en el país y al crear alianzas para atacar con urgencia este desafío, mientras que los gobiernos central y municipal ineptos no tienen la menor idea de un plan para reducir la desnutrición nacional. El PMA ha establecido el programa «Ruta Alimentaria», para enfrentar la inseguridad alimentaria y nutricional de niños menores de cinco años. Resulta que cada año en Guatemala nacen cuatrocientos mil seres y la mitad están destinados a sufrir el flagelo de la desnutrición.

Los entes indicados de la ONU tratan de guiar al Gobierno en esa alianza, en lugar de ser al revés, es decir, de un Estado preocupado que sea responsable para pedir ayuda externa para complementar el esfuerzo nacional. Nada de eso se hace. Es la cooperación internacional la que hala a los ministerios para que se coordinen e involucren en abatir la pobreza.

Y es que la desnutrición es un flagelo que, si bien requiere de una ayuda alimentaria directa, al mismo tiempo necesita una atención integral de más largo plazo en las zonas donde la pobreza es más extrema: allí las aldeas necesitan una infraestructura mínima, agua, caminos, electricidad y ejecutar microproyectos para el saneamiento, el esparcimiento…

India está capacitando a mujeres guatemaltecas del área rural para que aprendan cómo generar energía eléctrica en sus comunidades con paneles solares y está dando sus frutos, pues con electricidad se puede cocinar mejor, sin humo y con menos gasto de mano de obra, respetando a la naturaleza. Hay otros proyectos puntuales. Pero el gran ausente es el Estado, en medio de la desidia y la altísima corrupción oficial.


Fernando González Davison

(1948) Escritor, internacionalista y exdiplomático guatemalteco.

Ding dong

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