Jorge Mario Salazar M. | Política y sociedad / PALIMPSESTO
La coyuntura en Guatemala es interminable. Un grupo en el poder sin otras ideas más que las de seguir robando a dos manos y desesperados porque no pudieron hacerlo los años anteriores bajo la mirada de las instituciones fortalecidas como el Ministerio Público y la Cicig. Pero, al fin, un grupo en el poder de la administración sin respaldos de los sectores sociales y económicos. El sector político partidario también ha vivido bajo las piedras, esperando que el nuevo ciclo electoral les permita resurgir como los batracios a la llegada de la estación lluviosa. Sin embargo, es un grupo con control de las instituciones, con asesores expertos en guerra psicológica y en retorcimiento de las leyes. No se olvide que son los mismos desarrolladores del litigio malicioso y cuentan con una masa crítica de abogados que distorsionan las leyes sin prurito, coluden jueces y diputados, y tienen un alto poder de chantaje y extorsión sobre otros sectores, apoyados por la inteligencia militar y civil, oficial y privada.
En este grupo coinciden los intereses de las cúpulas empresariales y militares, obstinadas en mantener sus privilegios establecidos desde la contrarevolución del 54 y fortalecida con grupos mafiosos durante el conflicto armado interno que gobernaron mediante fraudes electorales y la imposición de autoridades por medio del terrorismo de Estado. Son estas mismas estructuras las que mantienen en su puesto a Jimmy Morales, un individuo pusilánime con sueños de dictador, aconsejándolo a llevar a cabo el golpe de Estado blando desobedeciendo a la Corte de Constitucionalidad y a imponerse autoritariamente, aunque esto signifique el aislamiento internacional de Guatemala.
En la contraparte, un movimiento sindical cuyos sindicatos mayoritarios se encuentran cooptados por el grupo en el poder de la administración pública. Los dos sindicatos más grandes: magisterio y salubristas, que aprendieron a navegar sobre las aguas residuales de la política partidaria y han venido vendiendo su voto desde hace dos décadas. Así mismo, los sindicatos del Ministerio de Salud que también vienen convirtiéndose en una especie de esquiroles (rompehuelgas) a favor del Gobierno de turno.
El movimiento campesino, que solía ser un movimiento fuerte que hacía temblar a los oligarcas, se ha venido fracturando y debilitando en la medida que su dirigencia no se reproduce y como consecuencia de las infiltraciones de otros componentes ideológicos como el evangelismo que crea divisiones en su interior. El otro elemento nuevo que le debilita es su transición a partido político, que, si bien sería un elemento promisorio en Guatemala, se convierte en una debilidad a la hora de concertar una convergencia social amplia.
El movimiento de los pueblos mayas tampoco se ha desarrollado como para ser una fuerza motriz de cambio. Sin poder de convocatoria más que a un sinfín de microorganizaciones locales, no cuenta con una articulación para la acción que signifique un fortalecimiento del movimiento social. Hoy día, una de las esperanzas para lograr una ciudadanía plena de esta sociedad es el movimiento indígena, pero no se le encuentra en el movimiento como una fuerza social, con la excepción de Totonicapán y su liderazgo en los 48 cantones y la Alcaldía Indígena de Sololá que en conjunto movilizan unas cincuenta mil personas en alguna jornada particular, sin embargo, no parece articulado con otras expresiones.
En los centros urbanos se expresa el movimiento estudiantil universitario desde el 2015. Los universitarios también han ido reconstruyendo un movimiento fragmentado por los mismos grupos corruptos que se enseñorearon mafiosamente en todas las instancias de representación estudiantiles. Pero la depuración se ha venido produciendo por tramos y, ahora, aunque divididos por intereses externos de la Universidad, empiezan a tener diálogos y a jugar un papel cada vez más relevante en la protesta social contra el poder corrupto. Se debe reconocer que, esta vez, la convocatoria a las movilizaciones contra las medidas dictatoriales del Gobierno parecen vencer o posponer los viejos odios y marchan juntos. La mayoría de centros universitarios de la USAC en el país se movilizarán el 20 de septiembre. También llegarán estudiantes de las universidades Rafael Landívar (URL) y Del Valle (UVG). Los estudiantes de la secundaria no tienen expresión visible, sobreviviendo entre las luchas mareras que penetran la educación media oficial.
Un movimiento bastante presente entre todo es la resistencia indígena y popular que se observa en las luchas por el territorio contra los proyectos extractivos. Expresan luchas justas y sentidas de los territorios afectados por la minería y las hidroeléctricas y otras iniciativas económicas transnacionales orientadas al control de los recursos naturales renovables y no renovables, cuya relación con las mafias del Estado son muy claras. No obstante, estos grupos y organizaciones en resistencia no se manifiestan abiertamente dentro de esta coyuntura, sobreviviendo a las amenazas de criminalización y la represión que ejerce el poder en contra de sus líderes visibles.
En ese escenario adverso muy poco se puede esperar para la derrota de los corruptos en el poder sin la Cicig. Aunque siempre puede pasar porque el cinismo y el descaro de los gobernantes cada vez es mayor y un levantamiento masivo es probable. Los mafiosos echaron sus cartas. Falta ver qué dice el pueblo a partir del 20 de septiembre.
Fotografía tomada de La Estrella de Panamá.
Jorge Mario Salazar M.

Analista político con estudios en Psicología, Ciencias Políticas y Comunicación. Teatrista popular. Experiencia de campo de 20 años en proyectos de desarrollo. Temas preferidos análisis político, ciudadanía y derechos sociales, conflictividad social. Busco compartir un espacio de expresión de mis ideas con gente afín.
3 Commentarios
Cuánta razón hay en lo que escribe el señor Salazar. Felicitaciones por su clarísimo artículo sobre lo que estamos viviendo en Guatemala.
Muy atinado el comentario. Los estudiantes en la USAC, a través de la AEU, están resurgiendo, pero me temo que también el protagonismo inútil de algunas asociaciones, tal el caso de Ingeniería y Agronomía, Ojalá no sea como en el pasado que se buscaba lo mismo pero con diferentes forma de actuar. El movimiento de educación media es inexistente. Hace falta una Coordinadora de Estudiantes de Educación Media (CEEM). El magisterio ha perdido dignidad con Joviel Acevedo, ahora solo les interesa el dinero. .
Considero que la situación politica, social, cultural y espiritual actual es bastante crítica, porque hay un río revuelto y en este, como sabemos, gran ganancia de pescadores. Guatemala y el mundo está en un momento histórico muy malo, porque al haber perdido los valores, la ética, la moral y los principios de honestidad e integridad, llevan a la humanidad como un avión en picada con los motores averiados y sin combustible.
Hay hombres sensatos y sinceros que desean, como usted, que cambien las cosas torcidas y renazca una nueva era, a lo menos en nuestro entorno, pero las estructuras mafiosas y retrógradas están tan incrustadas en nuestra sociedad, a causa de la degradación del mismo hombre, que, a simple vista, caminamos a la ecatombe.
Hemos meditado hasta la saciedad lo maravilloso que sería ver hombres de valor gobernándonos, pero al considerar que necesitamos cambiar más de un 90 % de todos los empleados gubernamentales, quitar la influencia de la élite oligárquica del sistema, y basarnos en principios espirituales (y vale la pena recalcar que son los que guiaron a lo hombres hacia el bien desde el principio de la humanidad) que nos lleven al Dios verdadero, lo cual únicamente empezará desde el seno del hogar integrado, con hombres deseosos de cambiar desde la raíz y no solamente como una ideología utópica.
Dice la Palabra de Dios: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”. Juan 8:36.
Querido amigo, reitero mi admiración por aquellos que luchan por la paz y la libertad de los pueblos, pero “grosso modo”, nunca podrán alcanzarlo si lo hacen sin la dirección del TODOPODEROSO.
Salud.
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