El enemigo invisible

-Grethel Díaz | PUERTAS ABIERTAS

Para mi abuelo

«Y entonces se lo llevan y no sabes cuándo lo vas a volver a ver». Una breve descripción de la pandemia y del enemigo invisible.

«Tu abuelo dio positivo, tiene coronavirus», esas palabras se sintieron como un cubo de agua helada, porque en un país tercermundista esas palabras parecen una sentencia. Desde que esto comenzó he leído las noticias, he estado pendiente y sé lo que se aproxima.

Todos dicen «Va a salir adelante», «estamos a tiempo», pero en todo lo que yo puedo pensar es en mi abuelo sentado en algún lugar del hospital, tiene miedo y está solo.

La sospecha se hace en casa, ¿en dónde se contagió? Si él estaba usando todas las protecciones necesarias para salir –por necesidad, aclaro–, después de la sospecha vienen los culpables y por último la resignación.

Con el pasar de las horas crece la incertidumbre y se instala en el ambiente de casa, se expande y nos deja en silencio. «Mi abuelo, mi abuelo tiene coronavirus», las palabras van y vienen, flotan en casa, mi mamá llora y mi papá busca un vuelo para regresar a casa.

Yo también tengo el nudo en la garganta, las lágrimas en los ojos y solo pienso en todas las veces en las que pude llamar al abuelo y no lo hice, en la marimba de los almuerzos y su afición por los carros.

El sonido del teléfono parece una bomba de tiempo y solo ruego que no sea ninguna llamada del hospital.

A fin de cuentas, solo eso queda. Entre el enemigo invisible y yo solo queda rogar, rogar en silencio para que no sea demasiado tarde, para que pueda decir las palabras correctas y tomar el teléfono para llamar al abuelo en cuanto salga de esto.

Pero no quedó tiempo y cuando escuchó el teléfono a las 2 de la mañana, la sentencia se ha dictado y él se ha ido. Solo quedan las fotos, queda la marimba, los recuerdos de ir por un helado de Burger King, los audios que me envió por WhatsApp, y queda la abuela y todos los abrazos que tengo para darle.

No hubo despedida, solo silencio y con un poco de paz le digo adiós. Voy a recordarlo en los rayos de sol que entran por la ventana, cuando vea el cielo porque a él le encantaba subir a la terraza.

Hoy en la ciudad de Guatemala se abrieron las puertas, la gente regresó a su trabajo, pero el enemigo invisible sigue en las calles, y quién sabe cuándo nos vamos a librar de él.

Hoy me toca decir adiós y me quedo en el presente, pero temo por los meses que se aproximan, sin embargo, sé que él está conmigo en las cosas más pequeñas.


Fotografía principal por Grethel Díaz.

Grethel Díaz

Periodista en potencia y curiosa por naturaleza. Escribir es como armar rompecabezas, nunca estás satisfecho hasta que encajas todas las piezas. Correo electrónico: grethel.diaz2000@gmail.com.

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