El efecto desmovilizador

-Edgar Ruano Najarro/ LA RAZÓN DE LA HISTORIA

Pocas veces una crisis política en la historia de Guatemala ha sido interpretada de modo tan variado y muchas veces confuso como en la presente coyuntura por la que atraviesa el país. En el pasado, en las revoluciones de abril de 1920, de 1944 o las contrarrevoluciones de 1954, 1963 o 1982, los actores eran diversos, pero en general estaban alineados en los dos bandos principales y cada uno con objetivos precisos, y de esa forma las crisis eran interpretadas casi inequívocamente.

No sucede lo mismo con la crisis iniciada entre julio y agosto de 2015. Ciertamente, la diversidad de sujetos políticos actuantes y algunas veces su sorprendente papel ha provocado no poco desconcierto y por tanto su interpretación ha corrido por variados caminos. Entre muchos, un análisis parece novedoso y será sobre el que habremos de referirnos, especialmente porque no deja de tener un efecto desmovilizador en esta coyuntura, que lo que necesita es precisamente lo contrario, una amplia movilización popular.

Sin detenerse en sus matices, descrita de modo grosero, esta opinión señala que la crisis es una lucha “intraoligárquica” en la cual la embajada de Estados Unidos es el factor que todo lo decide, que mueve los hilos de tal manera que presidentes, ministros, altos jefes militares y empresarios son encarcelados, que tanto el Ministerio Público como la Cicig casi que son instrumentos de los designios del Gobierno de Estados Unidos, al tiempo que los ciudadanos son seres manipulados que se mueven siguiendo la zanahoria como el burro que la tiene amarrada a su cuello, al antojo de los poderes en pugna. Así, la lucha contra la corrupción no sería más que el velo para el ajuste de cuentas entre un sector empresarial encabezado por el inefable Dionisio Gutiérrez y otro en el cual estarían las cinco familias apuntaladas por el zar de la televisión guatemalteca. En el sector externo, Estados Unidos intervendría abiertamente en esta lucha para asegurar su hegemonía en la región impidiendo que los regímenes corruptos pongan en peligro la estabilidad política tan necesaria en el combate, tanto contra el narcotráfico, como contra los migrantes. Como aliados de La embajada se encontrarían agrupaciones políticas que estarían surgiendo, sin ideologías definidas, más que con un toque cívico y ciertas y tímidas propuestas inclinadas a una izquierda ligera y superficial, listas para recibir el Gobierno de manos del poder imperial.

Semejante interpretación o “análisis” no ha dejado de contar con algunos adeptos, particularmente entre algunos sectores de jóvenes que carecen de sentido y conocimiento histórico del desenvolvimiento político guatemalteco. Y es que precisamente uno de los puntos débiles de ese “análisis” es una escandalosa supina comprensión de la historia política reciente del país. No hay un entendimiento y menos examen de que la situación política de hoy, en lo inmediato, es el resultado de las condiciones en que se transitó a la democracia incluido en ello el estado en que quedaron, tanto el movimiento revolucionario como el conjunto de los movimientos sociales. En un plazo más largo, se está desmoronando el régimen político y socioeconómico instaurado (o restaurado) en 1954. La lucha contra la corrupción es apenas la forma en que se manifiesta la crisis, pero su esencia hay que rastrearla en los últimos sesenta y pico de años.

Por supuesto, la variable de la historia es apenas un elemento del conjunto de factores que intervienen, pero no se puede examinar la crisis sin tomarla en cuenta. En cualquier caso, lanzar a los cuatro vientos la tesis de la manipulación estadounidense o la magnificación del papel de La embajada tiene un efecto desmovilizador entre la juventud, pues no se aclara que Estados Unidos tiene su propia agenda y que los sectores que desean el cambio en el país, como todos los actores involucrados, tienen la suya y que aquella que se impone es la del más fuerte, pero que se trata de una intensa lucha entre todos.

Edgar Ruano Najarro

Guatemalteco sociólogo e historiador. Se ha desempeñado en la docencia universitaria. Ha publicado diversos títulos cuya temática ha estado relacionada con la historia política de Guatemala del siglo XX.

La razón de la historia

2 Commentarios

Silvia Juárez 19/10/2018

La formación de la juventud en función del conocimiento de esa historia que no se cuenta, (desde niños)sería una fortaleza en esta crisis, pero lo veo a tan largo plazo, me pregunto que hacer con estas generaciones de jóvenes creyendo lo que dicen aquí y allá.

JOSUE AUGUSTO PEREZ FIGUEROA 20/09/2017

Es indudable que la parte ideologica es un sanbenito de la clase dominante. La oligarquia propugna una ideologio liberal en la que el INDIVIDUO ES MAS IMPORTANTE que la SOCIEDAD, por supuesto que los individuos son aquellos ILUSTRADOS que poseen riqueza (mal habida) pues no es fruto de su trabajo si no de la expoliacion de los trabajadores que VENDEN SU FUERZA DE TRABAJO, inlcuido su perspicacia para resolver pequenos problemas cotidianos. Los trabajadores DEBEN ESTAR AGRADECIDOS PORQUE QUE LES DAN FUENTES DE EMPLEO,. La otra ideologia es la socialista en la que EL BIEN COMUN es el orientador de las polticas publcias, es decir, donde TODOS Y CADA UNO SOMOS IMPORTANTES.

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