Sindy Hernández Bonilla | Para no extinguirnos / SIMBIOSIS
El 22 de mayo, en Guatemala se celebra el día del árbol. Como en otras celebraciones y conmemoraciones, esta es una más de las que se queda en recordar y «valorar» su importancia solo durante un día.
La fecha se estableció a través del Decreto 30-2003, el cual contempla que el Ministerio de Educación, en coordinación con el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación, el Instituto Nacional de Bosques y la Asociación de Nacional de Municipalidades, promoverán campañas de reforestación nacional en los establecimientos educativos de todo el país, así como campañas educativas que contribuyan a la reforestación.
Establece también que la ceiba es el máximo exponente del árbol nacional y que deberá dignificarse en la celebración anual del 22 de mayo; los medios de comunicación deben incentivar y fomentar campañas de divulgación de la fecha así como de concientización sobre el bienestar que proveen los árboles.
Sin embargo, quince años han pasado desde que se decretó en Guatemala el día del árbol, el fomento de la reforestación y a la ceiba como el símbolo nacional, y las estadísticas y el paisaje de ciertas zonas, particularmente del norte del país, evidencian el avance de la agroindustria y la ganadería, acompañados de deforestación.
Las estadísticas registran que en Guatemala, en un período de 25 años (1990-2015), se perdió 55 % de la cobertura forestal primaria; entre 1990 y 2010 más de un millón de hectáreas de bosques, principalmente en áreas de Alta Verapaz, Izabal y Petén, este último representó 73 % de la deforestación en Guatemala (750 526 hectáreas).
Es precisamente el área norte del país en donde se encuentra principalmente el árbol nacional, la ceiba, en donde, hasta hace unos ocho-diez años, era común ver a lo largo de la Franja Transversal del Norte y en el camino del municipio de Sayaxché hacia La Libertad grandes extensiones de cultivo de maíz e incluso potreros con las imponentes ceibas. Durante la roza o la limpia de los terrenos la ceiba no se talaba, quedaba en el lugar, porque es el árbol nacional. Además, porque algunas personas, al igual que los mayas, creen que son árboles sagrados, que comunican y equilibran los espacios entre el cielo, la tierra y el inframundo.
Sin embargo, tristemente en los últimos tres años he visto que por esta misma carretera transitan camiones con ceibas taladas. En una ocasión, un policía de la División de Protección a la Naturaleza había decomisado un camión que llevaba troncos de ceiba, de tamaño impresionante, y me comentó que aparentemente el corte era legal porque el piloto llevaba la autorización del INAB.
Más o menos un año después, encontré en el camino un camión cargado de troncos de un árbol. Por curiosidad le consulté al piloto qué árbol era y me dijo, es ceiba.
Pregunté a una persona que trabaja en el INAB si la tala de ceiba es legal y su respuesta fue: «hay dos especies de ceiba, Ceiba pentrandra y Ceiba aesculifolia, en ningún lugar dice que está prohibido el aprovechamiento de esta última, la normativa respecto al tema es ambigua».
Es así de lamentable que en Guatemala no valoremos nuestros bosques, nuestro patrimonio natural ni cultural. ¿Si esto pasa con el árbol nacional qué no pasará con las demás especies? Debemos darle a nuestros árboles la importancia que merecen, más allá de un día al año.
Fotografía principal de Santa Lucía Lachuá, junio de 2007. Fotografía tomada por Sindy Hernández Bonilla.
Sindy Hernández Bonilla

Amo la naturaleza y por ende la vida. Me apasiona trabajar y siempre estoy aprendiendo. Tomo en serio y empeño lo que hago: el trabajo, mis relaciones, mi entorno. Escribir es un ejercicio que además de estimular mi creatividad, permite compartir algunas de mis inquietudes y reflexiones principalmente de la biología o la ecología.
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