-Edgar Pape Yalibat-
La desconfianza en el gobierno no es invento ni infundio de nadie, es real. Pero las redes clandestinas ya activaron sus mecanismos para pintar al protagonista principal de color inmaculado. Un payaso aferrado a la guayaba se columpia sobre la dignidad del pueblo, empujado por el poder paralelo. Por eso su destino está ligado al destino de las redes de poder paralelo. Tenemos un gobierno cooptado por intereses ocultos y que abandona al pueblo en el desastre de un sistema corrupto. Para las mafias el pueblo se equivoca, dicen que la estabilidad y su continuidad es necesaria. Tal es el realismo guatemalteco.
Contrario al 2015, subyace en la coyuntura que el poder imperial del norte no quiere deshacerse de este gobierno inepto y que su estrategia del golpe suave ya no va porque la caída de otro mandatario podría salirse del paquete y abrir nuevas ventanas en el despertar del movimiento popular. Su lectura parcial y equivocada sobre la situación del país, lleva al imperio a equivocarse de nuevo, poniéndose sin querer del lado de quienes solo en el discurso quisieran derrumbar.
Tremenda decisión en el rumbo equivocado. El pueblo quiere que este gobierno se vaya junto con los diputados corruptos que, a su manera de andar, derogaron los dos decretos de afianzamiento de la impunidad. Decretos mediante los cuales pretendían comulgar juntamente con los capturados de la corrupción y a la par, liberarlos, soltar a los mareros de las cárceles. Tragedia fabricada por ellos mismo, con abuso de autoridad y burla al pueblo. Juez y parte, para luego llevarnos a la comedia de “retirar” la inmunidad al bufón principal del escenario. Por supuesto, no pasó, porque era solo un drama del Honorable Congreso, constituido en un circo, que simula a un reino de pecados, solo comparable con la escena bíblica de Sodoma y Gomorra.
Con el imperio se solaza en esta faena, el sistema empresarial corrupto. A sabiendas de que el mal no reside solo en el Ejecutivo o en el Legislativo, sino profundamente enraizado en los mercados privados, en las formas de economía criminal, la parte obscura del imperio se pone del mismo lado. No es la primera vez, porque en Centroamérica se sabe que la lucha contrainsurgente se libró con recursos del narcotráfico, sobre todo en los momentos en que Washington enfrió la ayuda militar y levantó la protección de los derechos humanos. ¿Pueden estos intereses foráneos desentenderse de la demanda popular de sacar del trono al payaso, defendiendo al mismo tiempo el sistema corrupto que tiene hincado a los guatemaltecos? ¿Es acaso, que algunas piezas del imperio se quieren distanciar del papel de la Cicig?
Aparentemente, la permanencia del actual gobierno defendería a plenitud los intereses de seguridad de Estados Unidos, lo cual supone una fugaz solución de corto plazo, porque esa seguridad, en tanto se une a los intereses de las mafias, va en contravía de la seguridad democrática de los guatemaltecos.
Alianzas inexplicables cuyos resortes mueven también a los medios de comunicación a defender el estado de cosas, de que Jimmy y los diputados se queden, bajo el eslógan de cuidar la “institucionalidad”. Una institucionalidad permeada por los poderes clandestinos, tanto en su formato estructural, como en sus formas legales y procedimentales, ideadas para perpetuarse, haciendo del país otro Haití del continente. En el fondo, los medios difunden que la estabilidad y el estado de derecho estarían siendo asediados por personas sin representación social, agentes que huelen a “comunistas” y que las protestas deben ser controladas, para no caer en el caos. Los medios trabajan en el discurso de que la caída de Jimmy tendría como resultado la incertidumbre y miedo de los inversionistas.
Ignoran acaso que el miedo es precisamente al carácter perverso de las acciones de quienes lo defienden, de que la corrupción, las maras como parte del crimen organizado son precisamente los jinetes del miedo que han exacerbado las condiciones de miseria, hambre y temor por la vida que tienen los millones de pobres. Quienes apoyan el statu quo, confunden a la población con los viejos eslóganes de la Guerra Fría, comunistas, o terroristas, izquierdistas, subversores del orden, etcétera. Nada que ver con los anhelos que verdaderamente mueven al pueblo para derrumbar la corrupción y refundar la nación.
El presidente de Guatemala es una ‘vergüenza’ para todos, ha puesto la imagen del país en los pies del concierto de naciones, una vergüenza que toca también a las elites y a los sectores militares, que, de ser honestos con la situación actual, debieran ponerse del lado del pueblo para exigir su renuncia. Un presidente fantasma agazapado en el Palacio, sin voz, sin ánimo de opinar ni dirigir palabras a su pueblo, consciente de que ya no hace reír, sino más que provocar vergüenza y cólera. Un fantasma con hilos de subordinación a poderes económicos ocultos, que le reclaman privilegios, como los ganaderos. Sí, se trata de un fantasma que huye de su propia vergüenza.
Huir de su rendición de cuentas ante el pueblo es un acto de incumplimiento de deberes. Pero justo, escondido en los rincones del Palacio, justifica su ineptitud y sinrazón, utilizando la misma estrategia, en materia de medios masivos de comunicación controlados por el monopolio de Gonzalez-Rabbé, que tienen mucho por defender para completar sus intereses. Y así, el acto de mentira, el acto perverso, la maldad de la acción tiende a inmacularse, utilizando piedad y compasión, para ganar el perdón social y aparentar la verdad, utilizando la mentira. Perversión y falta de objetividad de los medios que con los tiempos nuevos habrá que revaluar para bien de medios independientes, comunitarios y democráticos de comunicación.
A sabiendas que la narcopolítica y la economía criminal es ya una realidad asentada en Guatemala aunada a los hechos cometidos por el actual presidente que lo tienen en la mira para retirar el antejuicio, la continuidad de un Estado perverso dentro del Estado tiene una alta viabilidad. Los casos de corrupción Registro de la Propiedad, la intentona de declarar no grato al comisionado de Cicig, la recepción de remuneraciones ilegales como el bono de la defensa por Q 50 000 mensuales, son evidencias contundentes para que se vaya. ¡Si el payaso se dignara en devolver la risa al pueblo, su deber es renunciar!
Convendría preguntar: ¿Que más evidencias se requieren para retirar a un presidente responsable directo de estos escándalos y a otros de sus amigos corruptos que le patrocinan?
En ese sentido un proyecto nuevo, liberador de las mafias no puede desarrollarse con la presencia de un presidente tal. Una institucionalidad normada para defender el poder económico, en alto grado corrupto, junto a los grandes medios, no tiene lugar alguno para sembrar las semillas de renovación moral y de ética pública en Guatemala.
Me parece que muchos hombres de origen humilde, honrados y trabajadores quieren que se cierre el Congreso y que se vaya el Ejecutivo completo. Estos hombres, no son uno ni dos, y seguirán multiplicándose, hilvanando relaciones urbanas y campesino-indígenas del campo, que, junto a otros movimientos moderados, de género, ambientalistas, de pobladores, luchadores de derechos humanos, puedan formar un frente amplio.
Este movimiento está sumando apoyo popular, y aunque sin medios de comunicación y sin una estructura partidaria, es hoy un movimiento creciente para la limpia, de honestidad, de lucha anticorrupción, contra las mafias político-empresariales. Actores intelectuales y empresariales con solvencia moral y ética se sumarán a este anhelo de cambios.
La demanda del movimiento tiene un sentido destituyente, sustituir a los corruptos del Ejecutivo y Legislativo por un gobierno de transición con funciones ejecutivas y legislativas. Un movimiento, que se orienta al mismo tiempo en el sentido constituyente, para proponer los cambios a través de un nuevo pacto; una Asamblea Nacional Constituyente, para que más allá de la Ley Electoral y la reforma a las leyes que amparan a las redes de poder clandestino, se avance en la misión de refundar la nación para eliminar el estado paralelo criminal que hoy nos tiene sumidos en el miedo y la desconfianza.
Edgar Pape Yalibat

Doctor en temas fiscales. Economista y exmiembro del Consejo Consultivo de la SAT y expresidente del Colegio de Economistas.
Un Commentario
Con el respeto que se merece, comparto en términos generales lo escrito por Edgar Pape Yalibat. Sin embargo, considero pertinente hacer tres puntuaciones:
A) Cuando indica que “contrario al 2015… su lectura parcial… lleva al imperio a equivocarse… poniéndose sin querer…” al lado de la corrupción y la impunidad. El imperio no está equivocado, sabe muy buen lo que está haciendo y en ningún momento se está “poniendo sin querer” al lado de los corruptos e impunes. Su máscara de “luchar en contra” es justamente eso, una máscara. Es el antifaz de la “buena gobernanza” que les permita fortalecer su control de bajo perfil de Guatemala, la represión en función de la seguridad gringa imperial y la estabilidad para incrementar las ganancias de sus inversionistas con el denominado “plan para la prosperidad del triángulo del norte”.
B) “En Centroamérica… la lucha contrainsurgente se libró con recursos del narcotráfico en momentos en que Washington enfrió la ayuda militar y levantó la protección de los derechos humanos”. Hemos de recordar que el imperio made in usa fue, justamente, el que implemento la difusión del narcotráfico en Centroamérica a partir de su propia estructura militar, la célebre “cia” y su brazo conocido como “dea” con el involucramiento de las estructuras militares, de inteligencia y policiacas en la región, para la obtención de financiamiento en su guerra contra la Nicaragua Sandinista e incrementar la drogadicción en Centroamérica.
Recuerdo que, en Guatemala, a mediados de la década de los 60, se hablaba de que “era mejor tener jóvenes drogadictos que guerrilleros”. Y en cuanto a eso de la “protección” de los derechos humanos, debemos puntualizar que, desde los Acuerdos de Helsinki, 1975, el discurso de “protección” de los derechos humanos se convirtió en una arma-herramienta política internacionalizada, inicialmente, contra el otrora “campo socialista” y que en la actualidad es el cantar de los cantares contra Cuba y Venezuela Bolivariana, para citar dos países de Nuestra América. En el caso de Guatemala, con la presidencia de Jimmy Carter, 1977, el imperio usando ese mismo discurso le pasó la pelota contrainsurgente a su preferido aliado, Israel.
Y en cuanto a que, ¿es acaso que en algunas piezas el imperio se quiere distanciar del papel de la CICIG? De hecho, ya lo está haciendo con la clara ayuda del sistema de “justicia” y sus jueces. Resulta bastante aleccionador que el flamante nuevo embajador del imperio, justo el día y a la hora más oportuna estuviera “visitando” al alcalde metropolitano cuando éste debería estar presentándose ante el tribunal. Los embajadores no visitan a determinadas autoridades si no tienen el beneplácito directo, instrucciones, de sus jerarquías superiores.
C) “Este movimiento… sin una estructura partidaria…”. Con el grito de la “buena gobernanza” el imperio va a mantener al actual gobierno, justamente, para encontrar el espacio, los recursos intelectuales y empresariales que le garanticen detener y controlar la creciente espuma popular de cambio a partir de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente Plurinacional, Sectorial y Democrática, ya no digamos Revolucionaria. Dicha tarea les va a resultar sumamente fácil, dado que el movimiento carece de una estructura partidaria y consignas anti político-partidarias. Esa es la nueva fórmula del dominio imperial y los aplaudidos “movimientos independientes” como las seudo revoluciones o primaveras árabes.
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