Luis Enrique Morales | Política y sociedad / OTREDAD Y EDUCACIÓN
Sócrates prefirió el suicidio al destierro. ¿Por qué tomar la cicuta? Indudablemente la idea de no pertenencia es más dura que la misma muerte. ¿Qué puede hacer esto más trágico? Los niños. ¿Qué es un niño fuera de su lugar de origen?
La RAE define el destierro como una pena que consiste en expulsar a alguien de un lugar o de un territorio determinado, para que temporal o perpetuamente resida fuera de él. Entonces, un niño desterrado es un infante que se expulsa de su territorio. Cada uno de los infantes que viven en otro país es un desterrado por causa de sus padres. Son ellos los que los destierran, como Byron Xol, que en diciembre del 2018 llevaba siete meses sin ver a su familia en Chisec. Su padre lo llevó a Estados Unidos de ilegal y luego lo atraparon, precisamente por ser ilegal. El niño quedó atrapado y el padre volvió a Guatemala. Creo que exilio y destierro pueden ser lo mismo, pues la RAE dice que exilio es la separación de una persona de la tierra en que vive.
La pensadora más cercana es María Zambrano, pues según ella vivió viajando desde su padre, es decir, recorriendo lo que era su padre usando la metáfora de ir de pies a cabeza, observando. Luego de Vélez a Málaga y Madrid. Después su familia decide mudarse a Segovia. Ella ha sido la pensadora del exilio y del destierro. Para ella es un desgarro, pues según la filósofa, es esa separación de la comunidad propia. Concluye en toda su obra que el exilio permite el despojamiento de lo superficial y permite ver las propias «raíces».
En muchas ocasiones me he encontrado con niños que van a la escuela sin que sus padres tengan una condición legal y eso me deja un nudo en la cabeza o un nudo de emociones. Al final, esos chiquillos tienen dificultades para el estudio. No manejan el lenguaje. Son incomprendidos y muy a menudo están envueltos en problemas. Todo esto es un fenómeno común tanto en Europa como en Estados Unidos. Obviamente, por la migración ilegal desde el «tercer mundo» al «primer mundo». La razón principal por la que los infantes reciben ayuda es porque de lo contrario esto dejaría una marca negativa en lo que llamamos bienestar social. Es decir, en cuestiones económicas, psicológicas, intelectuales tanto individuales como sociales. Quiero decir que esto no solo llevaría a las personas a la infelicidad o a la tragedia, sino también a las sociedades al fracaso, porque sería una sociedad más desigual. Aunque la culpa de esto parta desde la colonización de América, África y Asia, pero ese es otro tema.

Pensar en esos niños desagarrados culturalmente de su entorno me hace pensar en el huérfano de Lévinas, o el concepto del Otro. Camilo García Giraldo, en uno de los mejores ensayos breves sobre el Otro, escribe, refiriendo a Lévinas y Dussel, que no solo es el que ha perdido a sus padres, sus esposos o sus tierras-países de manera normal o violenta, si no que también es aquel que ha perdido todo de manera violenta y ha sido desplazado de todo esto por personas u organizaciones.
A pesar de que es claro quién es el Otro, un niño migrante es más que un huérfano. También considero de manera personal que el concepto del Otro no alcanza describir a un niño que es desplazado de todo de manera violenta. Pues muchos niños son desplazados de todas sus pertenencias doblemente. Primero por sus padres que lo obligan a emigrar, segundo por instituciones estatales en un país extranjero. También consideraría que es preciso hacer un nuevo concepto que encierre a fondo la tragedia de los más indefensos de la historia contemporánea. Los niños ilegales. Tampoco se puede decir, como lo hace María Zambrano, queel destierro le permite el despojamiento de lo superficial y permite ver las propias raíces, ¿Qué raíces puede tener un niño que ha estado olvidado por su propio Estado y precisa emigrar? ¿Qué raíces puede tener una familia que ha sido totalmente olvidada y a sus miembros se les ha tratado como pseudociudadanos?
A todo esto, la escuela en país ajeno (o sea lo trágico) es una manera de amortiguar el golpe para los niños, pues ellos encuentran un refugio, aunque el laberinto de su soledad sea infinito. Empíricamente he logrado observar que las escuelas no están preparadas para ayudar a los infantes, pues no se han desarrollado estrategias ni psicológicas, ni pedagógicas, ni sociológicas, ni de ningún calibre que estén a la altura del trauma o para poder integrar a los que han sido los grandes ofendidos. ¿Cómo se ayuda a un niño que viajó desde América Central en medio del desierto y de manera ilegal cruzó la frontera a superar sus carencias dentro de la escuela o al que viajó desde Afganistán hasta Escandinavia? A esto sumadle que sus padres son Otros por su condición de ilegal ¿Existe psicología alguna que pueda ayudar a superar tales traumas?
Imagen principal tomada de Hoy.
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Luis Enrique Morales

Nació en Quetzaltenango, Guatemala en 1989. Escritor, poeta y columnista. Egresado de la Universidad Galileo en 2012. Actualmente residente en Estocolmo, donde trabaja en docencia y, al mismo tiempo, realiza estudios a nivel de posgrado en Ciencias de la Educación (Pedagogía) en la Universidad de Estocolmo.
Correo: luis.morales.rubio@gmail.com
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