El cooperativismo: etapa superior del capitalismo (IV)

Luis Zurita Tablada | Política y sociedad / SUMAR, SIEMPRE SUMAR

¿Existe algún quehacer competitivo que no necesite directa o indirectamente de la cooperación para realizarse o algún quehacer cooperativo que no necesite directa o indirectamente de la competencia para realizarse? ¿Tiene viabilidad el yo sin el nosotros o el nosotros sin el yo? A menos que se finja demencia, la respuesta es un NO categórico. Por tal razón, desde cualquier ángulo que se mire, la competencia y la cooperación son cualidades necesarias e indispensables de la vida humana, aunque no infalibles per se, por lo que repelen y atraen al mismo tiempo. ¿Quién las podría evadir? Si fuera el caso, ¿dónde estaría el punto medio?

No existe ninguna justificación para que el cooperativismo no incursione con toda amplitud en todas las esferas de la vida económico-productiva; por el contrario, es un auténtico camino hacia el fortalecimiento de una economía de mercado con compromiso y responsabilidad sociológica y ecológica, pues es un sendero que no pierde de vista la búsqueda de la libertad, la igualdad y la fraternidad humanas como objetivo estratégico, ni contradice los principios inherentes a un Estado de Derecho. Fortalece y viabiliza la convivencia armónica, lo que no es posible en una sociedad orientada con preponderancia en función del interés particular.

El equilibrio societario es una condición hacia la construcción de la democracia política, económica, social y cultural. De ahí que el cooperativismo, por su peso cae, tampoco tiene como finalidad estratégica eliminar la competitividad del escenario societario, lo cual es totalmente contradictorio con las leyes del universo, ya que la competencia, en estricto sentido, es el complemento necesario de la cooperación; en todo caso, uno y la misma cosa son, pues no hay actividad competitiva que no necesite, directa o indirectamente, de la cooperación, ni actividad cooperativa que no necesite, directa o indirectamente, de la competencia. Hágase la prueba a cuanta actividad humana exista y se comprobará que detrás de la mayor proeza personal hay un inevitable componente cooperativo, así como detrás de la mayor hazaña colectiva hay un insustituible componente competitivo.

La cooperación tampoco tiene como objetivo indispensable desplazar per se a la iniciativa privada, pues, sin duda, el afán de lucro aún continuará siendo por mucho tiempo un estímulo para el progreso en tanto se sublima en algo más constructivo para la evolución humana, mas la cooperación sí tiene a lo inmediato, como principal objetivo, desafiar o persuadir a aquellas iniciativas particulares que no se involucran o no coadyuvan al pleno despliegue del potencial humano en su conjunto, por lo que, racional y moralmente, no existe justificación o ley alguna que impida al capitalismo y al cooperativismo articular simbiótica y complementariamente sus múltiples facetas en pro de la expansión y desarrollo del microcosmos humano. Incluso, el cooperativismo es una forma pacífica y productiva de enfrentar las contradicciones sociales, especialmente la pugna entre los intereses particulares y colectivos de una forma constructiva.


Luis Zurita Tablada

Guatemalteco (1950), químico, político, escritor. Ha desempeñado cargos en el ejecutivo en áreas ambientales, candidato a la vicepresidencia de Guatemala, docente universitario, director del Instituto Guatemalteco de Estudios Sociales y Políticos, autor de varios libros, notas periodísticas e ideólogo de la socialdemocracia en Guatemala. Es miembro del Centro Pen Guatemala.

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