El carisma (V): Lo que trasmiten los símbolos

Luis Melgar Carrillo | Política y sociedad / PUNTADAS SIN DEDAL

Cada sociedad crea y mantiene como constantes una serie de símbolos que permiten distinguir e identificar los roles que juegan las personas en la misma. Los símbolos son un producto de las costumbres y valores de la época. En muchos casos, los símbolos se asocian con las posiciones sociales o estatus social de los miembros. Otras veces se asocian con los valores, lo que la sociedad o los grupos sociales consideran acerca de lo que es bueno y lo que es malo.

Las vestimentas, atuendos, adornos, tipos de vehículos, oficinas y otros bienes hablan expresamente acerca de la posición o estatus social, rol, autoridad y poder que se tenga. También los modales y costumbres representan símbolos Los símbolos también comunican la capacidad para recompensar o para castigar a las otras personas.

La camisa blanca, con corbata dice: «Yo no trabajo en labores de tipo manual, de lo contrario no podría estar así de impecable». El automóvil Mercedes Benz último modelo dice: «Yo poseo altos ingresos». Los anillos de graduación dicen: «Yo tengo conocimientos de alto nivel». Por otro lado, la vestimenta hippie dice: «A mí no me importa lo que piense la gente»; que mejor entendido podría ser: «A mí no me importa la gente». Las camisas rotas o muy gastadas dicen yo tengo ingresos bajos, también pueden decir yo pertenezco a la clase trabajadora.

En función de lo que una persona usa, proyecta el grado de aceptación o de rechazo que tiene hacia sí mismo y hacia la sociedad. Por otra parte, estos usos y hábitos también son susceptibles de ser aceptados o rechazados por las otras personas.

En general, los hábitos se pueden enmarcar en una determinada clase social y cultural, así como con una época. Comer pollo con tenedor y cuchillo podría haberse asociado en Francia, cuando imperaba la nobleza, como un hábito de la alta aristocracia. Muchos llamados plebeyos desearon en esos años pertenecer a esta élite. Aquellos que deseaban identificarse con la aristocracia, aprendieron a comer como lo hacían los nobles, lo hicieron en un esfuerzo por identificarse con ellos. En esa época se llegó a considerar, dentro de determinados grupos sociales, muy bien visto comer de esa manera.

Estos llamados plebeyos, en un esfuerzo por mimetizarse, adquirieron sus hábitos, usos y costumbres. Muchos estuvieron dispuestos a aprender a comer el pollo con tenedor y cuchillo, como un peldaño, para confundirse con la nobleza.

En la práctica, muchas personas saben que es posible internalizar los hábitos, los modales, la forma de hablar y en general las formas culturales que usa un determinado grupo o clase social. Alguien que no pertenezca a ese grupo se puede llegar confundir en el mismo, por el uso de los símbolos que estos grupos suelen tener. Muchos de los que se consideran en una clase social inferior están dispuestos a hacer el esfuerzo de aprender a hacer uso de esto símbolos.

En un momento dado de la historia, la aristocracia manifestó su simpatía y aún el deseo de estar con los plebeyos que tenían sus modales. Esa situación condicionó a quienes, estando abajo, hicieran un esfuerzo por imitar sus formas, deseando tener interrelación y hasta intimidad con ellos. La imitación lleva implícita una sumisión que en última instancia representa una modificación del comportamiento. Alguna vez en la vida, cada persona se ha dejado influenciar por los símbolos que utilizan otros. Hay quienes, conociendo este tipo de lenguaje, lo usan para el manejo de sus relaciones con los demás.

Un ejemplo del tipo de influencia que tienen los símbolos se puede observar cuando un vendedor se presenta a una oficina. Tiene probabilidad de entrar a hablar con determinado ejecutivo en función de lo interesante que le parezca a la secretaria o recepcionista que lo recibe. Es una primera barrera que todo buen vendedor aprende a superar. Si va vestido en términos aceptables para la sociedad, como es el caso del traje discreto, la corbata y la camisa blanca, la probabilidad de ser atendido aumenta.

Si, además, el vendedor usa palabras corteses, se ríe y en general muestra evidencia de «educación» y de las normas de urbanidad que esa sociedad haya aceptado como buenas, entonces la probabilidad de aceptación aumenta. El impacto final puede ser lograr modificar el comportamiento de la secretaria, de manera que le ayude a obtener su objetivo de entrar con el ejecutivo, para presentar sus productos.

El carisma personal, también se proyecta por medio de estos símbolos. Entre los símbolos que inciden en el carisma de las personas se puede incluir el tipo de vehículo que se maneja, la zona en que se vive, la escuela a la que asisten sus hijos, los idiomas que domina y, en general, todos aquellos símbolos que permitan identificar a quien los usa con el grupo al cual desea influenciar.

Los líderes sindicales se visten con ropa corriente. Muchos de ellos han logrado acumular grandes riquezas por medio de sus posiciones y oportunidades en sus gestiones sindicales. Sin embargo, en sus hábitos diarios, continúan usando el mismo tipo de vestimenta que sus compañeros. No hacerlo podría inclusive llegar a ser mal visto por el resto de obreros.

El uso excesivo o extremado de los símbolos puede provocar reacciones en contra. Por ejemplo, el exceso de joyas podría interpretarse como un mensaje agresivo que está diciendo: «Yo valgo más que tú». Muchos narcotraficantes son rechazados por este exceso de adornos.

En muchas ocasiones, el uso excesivo de joyas se interpreta como «poco auténtico». La falta de autenticidad se observa en que quien los usa con exceso, no pertenece realmente al grupo social al cual pretende y aparenta pertenecer. Por ejemplo, usar joyas en todos los dedos de la mano no es usual en la clase alta y por tanto ese símbolo no siempre es aceptado en ese medio.

Por todo lo anterior se puede llegar a concluir que aquellos que pretenden influenciar a las otras personas, deben analizar con cuidado el tipo de símbolos que van a proyectar, lo que deben buscar es lograr identificar el tipo de símbolos que aceptan los grupos a los cuales se pretenda dirigir.


Fotografía tomada de La guía del varón.

Luis Melgar Carrillo

Ingeniero Industrial, Colombia 1972. Máster en Administración de Empresas, INCAE 1976. Autor de 10 libros (tres aparecen en Google) y de más de 100 artículos (75 en gAZeta, Guatemala 2018-19; Veinte en revista Gerencia, Guatemala 1994-95, y más de treinta en diversos medios mexicanos). Diseño e implementación de la estructura de salarios de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope, 1980-82). Director de Recursos Humanos (Polymer-Guatemala. 1984-87). Director de Capacitación (Asociación de Azucareros de Guatemala 1991-95). Excatedrático en universidades de Costa Rica, Guatemala y Tepic, México. Residencia en Tepic.

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Correo: lumelca@live.com.mx

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