El asado que resultó indigesto

Virgilio Álvarez Aragón | Política y sociedad / PUPITRE ROTO

Siguiendo la costumbre de los jimmystas, de poner por delante de lo político y técnico a lo culinario, si el pollo en crema con loroco compartido con el ahora detenido por narcotráfico Mario Estrada dejó en el aire la casi convicción de que la trama magnicida de este era compartida y apoyada por Jimmy Morales, el asunto de los aviones argentinos Pampa III no puede ser justificado como un simple asado. De serlo, ha quedado más que público que les ha tocado tragarse la carne casi cruda y, por esa desesperación, más que una indigestión, el gobernante y sus secuaces en este negocio pueden terminar tras las rejas, un poco antes de lo que muchos consideramos que definitivamente va a suceder.

Como todo mentiroso, los militares que junto al presidente Morales están embarrados hasta el cuello en este negocio, cada vez que se justifican, resultan más enredados en sus mentiras. Decir que es necesario un avión de combate para detener jets del narcotráfico es confundir el cebo con la manteca. Cierto, Macri justificó la producción de estos aparatos diciendo que servirían para ello, pero, en realidad, los Pampa, incluido el Pampa III, son apenas aviones biplaza de entrenamiento avanzado y punto. Se pueden utilizar en combate, pues tienen un cañón 30 mm, además de un lanzador de cohetes y bombas (de práctica), sin embargo, son solo aviones para entrenar a los aviadores. No es posible imaginar un avión de estos «presionando» a un narco jet para que aterrice, pues ni siquiera podrá bombardearlo, porque lo más probable es que la bomba no alcance su objetivo. Para detectar los jet son suficientes los radares, y para enfrentarlos en su aterrizaje son útiles los jeeps artillados J8, aquellos que Jimmy usó para amenazar a la Cicig el 31 de agosto de 2018. Claro, son necesarias atención y prontitud, cuestiones de las que no hacen gala las fuerzas (des)armadas de don Jimmy, tal y como ha sido demostrado en todos los casos en los que llegan a las avionetas cuando ya les dieron todo el tiempo del mundo para descargar. ¿Por qué invertiría un empresario de los estupefacientes en un jet, cuando en todo 2018 no se interceptó una sola avioneta y los cargamentos llegaron a feliz destino? El libre mercado de las drogas funciona tan bien en Guatemala que hasta un presidente iban a colocar, y todo, como bien se sabe, con el apoyo directo del presidente Morales.

El Pampa III es de un diseño que no se ha superado desde 2003, especialmente pues si bien el Gobierno argentino obtuvo la autorización estadounidense para seguir desarrollando este modelo de origen franco-alemán, la crisis económica ha hecho que no se invierta en desarrollo tecnológico para actualizar su prototipo que, insistimos, es un avión de entrenamiento, más que de combate. A Bolivia se lo ofrecieron y le dieron uno de prueba, pero hasta ahora Evo Morales no ha efectuado la compra.

Por cierto, en la Bolivia de Evo, esa que todos acusan de mil y un pecado, la cuestión desde el principio se ha manejado con toda transparencia, y no como en Guatemala donde, mientras el presidente dice que «qué le importa lo que digan» él compra aviones y punto, su vice, al que parece que en este negocio no le dieron comisión, dice que no hay tal compra, que su «presi» solo fue a lucir un lindo abrigo de invierno.

Lo cierto es que don Jimmy y sus jimmystas han entrado en un complicado laberinto. El lingüista ministro de la Defensa dice que no es compra, sino una simple «adquisición», pero con un pago millonario que nadie niega. Tal parece que, según él, el asunto es que Guatemala «adquiere» un avión y, a cambio, Argentina «adquiere» varios millones de dólares. Nada de compra-venta, aunque los argentinos declararen a viento en popa que luego de 35 años logran la primera rutilante venta de sus aviones de prueba.
La cuestión de la compra –adquisición mediante pago– no surgió de la noche a la mañana. La movida, como bien lo dijo el ministro de la Defensa, Luis Miguel Ralda, se inició con la visita comercial, a finales de 2018, de una delegación argentina, de la que el «transparente» Ministerio de la Defensa no dijo absolutamente nada en su momento, como tampoco se informó a la sociedad de su visita a Argentina en enero de este año para cerrar el trato del que hasta ahora se habla. El intermediario para ambas adquisiciones –la guatemalteca de aviones y la argentina de dólares– fue el embajador Rony Abiú Chalí, para nada un diplomático de carrera, pero viejo conocido del MP, pues si en 2018 fue denunciado por recibir un cheque por Q 24 900 de los «honestos» empresarios que financiaron ilícitamente al FCN-Nación, en 2013 (en la gloriosa época Patriota) fue denunciado por la Contraloría General de Cuentas por malversación de fondos y abuso de autoridad, cuando estaba a cargo de la liquidación de Fonapaz.

En el negocio de estas adquisiciones es notorio que entró en acción gente de conocida trayectoria como malversadora y usurpadora de recursos públicos, pues de Jimmy Morales al embajador Abiú, pasando por las altas autoridades del Ministerio de la Defensa, todos tienen colas machucadas.

¿Nos quedaremos los guatemaltecos con aviones que no servirán ni para adiestramiento, solo porque a don Jimmy le interesa hacer su «atadito» para el retiro? Esperamos que las distintas instancias del Estado, con las denuncias ya presentadas y por presentar, impidan, al menos, este asqueroso negocio.


Imágenes principales tomadas de Galaxia militar.

Virgilio Álvarez Aragón

Sociólogo, interesado en los problemas de la educación y la juventud. Apasionado por las obras de Mangoré y Villa-Lobos. Enemigo acérrimo de las fronteras y los prejuicios. Amante del silencio y la paz.

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