El arte de venderse

Luis Melgar Carrillo | Política y sociedad / PUNTADAS SIN DEDAL

Probablemente todo el mundo ha escuchado la siguiente oración: «Todos somos vendedores». ¿Será cierto que un profesional o un zapatero remendón tienen que funcionar como vendedores si quieren tener éxito con sus clientes? ¿Será posible que para ascender en una organización es necesario venderse? Por otra parte, surge una gran interrogante: ¿será cierto que las ventas son un arte que se puede llegar a aprender y a dominar?

Algunos grandes trepadores de la pirámide humana afirman que la clave del éxito, en cualquier actividad, es la venta de sí mismo, y que la venta de sí mismo es el primer paso para el éxito. Que si alguien no aprende a venderse, probablemente no vaya a triunfar en la vida. Por ejemplo, dicen cosas como las siguientes: quien no aprende a venderse no va a encontrar trabajo o si alguien ya tiene un trabajo y no se sabe vender, tampoco va a lograr ascender. Hasta se puede pensar que quien no sabe venderse no se va a poder casar. Si las respuestas a este tipo de interrogantes son ciertas, la pregunta clave es la siguiente: ¿cuál es el secreto de la venta de sí mismo?

Cuando una persona está buscando trabajo, generalmente tiene que competir con otros. Quien contrata, está tratando de encontrar al más calificado para llenar la vacante. El candidato que luzca mejor es quien tiene la mayor probabilidad de ser contratado. La impresión que logre causar el candidato en quien contrata, es consecuencia de una venta. La venta de sí mismo.

Se podría contraargumentar que en muchos casos un trabajo se logra por recomendaciones. La respuesta es que una recomendación es la conclusión de una venta anterior. ¿Que ninguna persona honesta, que tenga dos dedos de frente va a recomendar a un inepto o a un ladrón? Quien recomienda se está recomendando a sí mismo. Quien contrata confía en el discernimiento y buen criterio de quien recomienda. El recomendado tuvo que lucir en algún momento como competente, y así ganar el mérito, para que lo apadrinen.

Cuando un joven pretende a una candidata de ensueño, compite con otros pretendientes. El que luzca como mejor a los ojos de la Dulcinea es quien finalmente va a conquistar su corazón. El dilema es ¿cómo presentarse como el príncipe azul y candidato ideal? Quien no lo logra se va a parar casando con la más fea, si es que logra casarse.

Un ayudante con futuro es una persona que responde «ya lo hice», cuando el jefe le ordena algo. Y si no lo ha hecho, actúa con ligereza para agilizar su ejecución. Los entendidos en organizaciones dicen algo como lo siguiente: los deseos de los jefes son órdenes.

La venta de sí mismo es el producto de una actitud. La buena voluntad es el inicio de una buena actitud. La inclinación a tratar de satisfacer los problemas, las angustias, las ansiedades y, en general, las demandas y necesidades de nuestros semejantes refleja una actitud.

Cada quien percibe el estado de ánimo del interlocutor hacia su persona. La actitud por tratar de resolver lo que quiere el otro es una actitud de vendedor. El cierre de la venta es un asunto de confianza. La confianza que se le pueda trasmitir a los demás es consecuencia de una buena actitud que se inicia con una buena actitud hacia sí mismo.

Alguien que refleja una imagen de displicencia hacia sí mismo, está reflejando una mala actitud. Por ejemplo, alguien que luce como de que no se baña, que anda sucio, que no se peina, que tiene mal aliento o malos olores, que no limpia sus zapatos, que da gritos en público, que habla obscenidades y, en general, que da muestras del poco aprecio que se tiene, no se está vendiendo bien.

La actitud de vendedor también se refleja por el servicio que se está dispuesto a dar. El espíritu de servicio es el otro gran secreto de la venta de sí mismo. La Biblia menciona: «El que de vosotros quiera ser el mayor, sea vuestro servidor». ¿Será que esta enseñanza es solamente para repetirla a manera de oración? ¿O se estará mencionando como un secreto para aprender a vivir y aprender a triunfar? Como dice el viejo refrán «Sirve el que sirve, y el que no sirve, no sirve».

El amor que una persona se tenga a sí misma es el motor para fortalecer su autoconfianza. La confianza en sí es el primer paso para que las otras personas confíen en el protagonista. Esa actitud se detecta por medio de una sonrisa abierta y una disposición a escuchar y comprender lo que la otra persona está hablando. Esas son actitudes de vendedor.

Og Mandino, autor del best seller El vendedor más grande del mundo menciona que cuando se esté frente a otro, se enfrente la situación con amor. Literalmente dice: «En silencio y en mi fuero interno me dirigiré a él y le diré que lo amo. Aunque dichas en silencio estas palabras se reflejarán en mis ojos, serenarán mi frente, harán que una sonrisa se asome a mis labios, y harán eco en mi voz; y su corazón se abrirá».

El gran secreto de la venta de sí mismo es ganarse el corazón de las otras personas. Quienes lo alcancen, estarán proyectando su capacidad de dar amor. La Biblia dice que Dios es amor, quienes proyecten ese amor entran en sintonía con el creador del universo.

Imagen tomada de YouTube.

Luis Melgar Carrillo

Ingeniero Industrial, Colombia 1972. Máster en Administración de Empresas, INCAE 1976. Autor de 9 libros (tres aparecen en Google). Autor de 50 artículos (24 en gAZeta, Guatemala 2018; 20 en revista Gerencia, Guatemala 1994-95). Director de Capacitación (Asociación de Azucareros de Guatemala). Director de Recursos Humanos (Polymer-Guatemala). Excatedrático en universidades de Costa Rica, Guatemala y Tepic, México. Residencia en Tepic.

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