El amor en la filosofía de la salud cubana

Mauricio José Chaulón Vélez | Política y sociedad / PENSAR CRÍTICO, SIEMPRE

«Mi amor», fue la frase que más escuché durante mis estancias en Cuba para tratar la leucemia linfoblástica aguda. La escuchaba de médicas, enfermeras, secretarias, técnicas y mujeres de servicios de limpieza. «Mi amor, todo saldrá bien». «Mi amor, cada día te ves mejor». «Mi amor, con cuidado y paciencia». «Mi amor, la fe y la disciplina te salvan la vida». «Mi amor, vamos a realizar este procedimiento». «Mi amor, la tranquilidad y el amor son muy importantes en este tratamiento». Y cada intervención se llevaba a cabo de manera amorosa. Cabe decir que los hombres con quienes tuve relación no utilizaban conmigo esta expresión, pero sus atenciones fueron también con mucha dedicación y amor.

Esto es central en la filosofía de la salud cubana. Ni el paciente, ni los tratamientos, ni las clínicas, ni los hospitales, ni los medicamentos son mercancía. Tampoco lo son la vida y la muerte. Desde esa concepción hay un sentido distinto de la salud y de la medicina al que se le da en el mundo capitalista. De ahí que la fase preventiva sea prioritaria y que no exista perversión de ninguna forma, ya que no se trata de negocio alguno.

Las personas que se forman para trabajar en el sistema de salud cubano aprenden a servir, y comprenden que esto va más allá de la seguridad social. Es una entrega humana, y por ello es que el amor constituye la columna vertebral de todos sus procesos. Pareciera simple decirlo, pero no lo es dentro de una lucha en el mundo capitalista, en el cual todo se compra y se vende. El capitalismo, por ser un modo de producción históricamente establecido, construye una cultura y por lo tanto resignifica las cosas y las relaciones. El amor, el dolor, la tristeza y la alegría las ha modificado de acuerdo al valor de uso y al valor de cambio. Responden a las características de la acumulación y la reproducción de capital dinero y otros capitales, incluyendo el poder.

El humanismo considera el amor como un pilar de la persona, en contraposición a un sistema que lo cree una mercancía y por lo tanto intercambiable en función de los intereses individualistas y no colectivos. En esto también el socialismo marca una diferencia sustancial con el capitalismo. Por eso decía el Che Guevara que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor y sacrificio. En una revolución, el amor trasciende la relación romántica que se cierra a la exclusividad de intercambio sentimental y a la funcionalidad de ganar algo. En la Revolución cubana, es desde el amor que se dinamizan las relaciones en la salud, la educación y el trabajo social, como ejemplos tangibles. Un amor integral que aparece en la semántica como el trato normal sin condiciones de nada y llevando el optimismo por delante. Esto caracteriza a las brigadas médicas cubanas en cualquier parte del mundo.

La medicina cubana ha logrado unir la ciencia con los más altos valores humanos, abanderados estos por el amor. Y el mayor ejemplo es la Revolución misma y su internacionalismo. Cuba no pide nada a cambio por lo que su personal de salud hace en los países donde sirve. Es más: muchas veces hace el trabajo que otros médicos locales no pueden, no alcanzan o no quieren realizar. En Guatemala no existe ninguna queja por parte de las personas atendidas, sino al contrario: la vinculación de las brigadas médicas con las poblaciones atendidas se vuelve estrecha. Viene a mi mente cuando la doctora Yamileth Quintero, hematóloga y oncóloga del Instituto de Hematología de Cuba y encargada de mi caso, me mostró un álbum de fotografías de su hija, como si yo fuese un miembro más de su familia y de sus afectos. Y es que así me consideró.

Esos tratos son comunes entre médicos, enfermeras y pacientes, rompiendo barreras jerárquicas impuestas por las relaciones mercantiles del capital que a su vez generan violencia. Esto, por supuesto, no lo entienden ni lo quieren entender las derechas, y menos las ultraderechas y el imperialismo. Por eso es que la actitud del nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, consiste en expulsar a una brigada médica internacionalista, y sobre todo porque es cubana. Lo ideológico es un sistema también y sus contenidos se trasladan a todos los conceptos que se tienen para entender la vida. ¿Cómo entienden la vida los explotadores, los racistas, los discriminadores, los imperialistas, los agresores en favor de la acumulación y la mercantilización? El amor no existe en dichas concepciones.

Lo que hacen las brigadas médicas cubanas en todo el mundo es una lucha revolucionaria. Y esa lucha se fortalece con el acompañamiento y reconocimiento de quienes tenemos la conciencia de la importancia de su trabajo y sobre todo quienes hemos sido beneficiados por ellas. Eso es una muestra de amor, como el que rige su labor. Si no son bienvenidas en un lugar, no es por los pueblos sino por quienes explotan a esos pueblos. Pero que estos explotadores sepan que nada ni nadie puede detener el amor, porque es la verdadera vanguardia de la Revolución.

Gracias por el amor, Cuba. Gracias por tanto amor.


Mauricio José Chaulón Vélez

Historiador, antropólogo social, pensador crítico, comunista de pura cepa y caminante en la cultura popular.

Pensar crítico, siempre

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