Hermes Vladimir Batres Osorio | Política y sociedad / LA HUMANIDAD DEVIENE
Solo el título «encuentro entre dos mundos» es ya vomitivo, pues no es posible digerir o asimilar tal discurso. No queda otra más que expulsar aquello, exteriorizarlo. Sobre todo cuando analizamos la historiografía oficial. Además, nunca hubo tal encuentro, sino la destrucción casi total de varias civilizaciones y culturas, las cuales vivían en la ahora nombrada América. Un encuentro es una reunión en la cual se pueden establecer relaciones, pero no de violencia. El holocausto más grande de la humanidad no fue el provocado por el nazismo, en donde se calcula, la también lamentable muerte de seis millones de judíos. Sino, el acontecido por el mal llamado «descubrimiento de América», pues ese hecho aniquiló la vida de setenta millones de seres humanos. Otros historiadores argumentan que fueron cien millones. En realidad, la cuenta se perdió entre tanta masacre.
Más aún, cuando los españoles arribaron, este continente estaba habitado por los pueblos ancestrales. Es decir, ya estaba descubierto, sus habitantes concibieron una cosmogonía muy propia, con arquitectura, astronomía y otras ciencias como las matemáticas. Sin embargo, repetimos el nombre de ese hecho incluso con satisfacción, olvidando todas las violaciones realizadas por los invasores, y los más enajenados se atreven a llamar «madre patria» a España. (Ya van a escuchar o leer en los medios de comunicación, toda la algarabía por el descubrimiento de América y lo heroico de Cristóbal Colón). El discurso oficial dota de legitimidad al supuesto «descubrimiento» y se instala en los sistemas educativos nacionales y en las universidades sin oponer siquiera una crítica al discurso eurocentrista, por el contrario, se asume y se repite de tal manera, terminando en consuetudinario.
Empero, la historia es una construcción, la construye quien interpreta los hechos. Nietzsche decía «no hay hechos, solo interpretaciones». Yo digo, hay hechos y sobre ellos se realizan interpretaciones. La historia, entonces, la devela el poder desde su discurso, estableciendo la verdad y autoconsiderándose progreso. Derivado de ello, nosotros somos las colonias (los conquistados) y ellos (los europeos) son la civilización, la vanguardia. Hasta el dios cristiano estaba con ellos cuando iniciaron el proceso invasivo y todo el despliegue colonial. La barbarie, para ellos (los europeos), eran los indígenas, esas pobres creaturas salvajes que no tenían alma, y que solo con la aceptación del cristianismo iban a tener una. Gracias a la acción civilizatoria, se tendría ingreso al reino de los cielos, a las buenas costumbres y a la gran vanguardia española. No obstante, la llegada de los europeos y su apoteósica gula por los recursos naturales, constituyó el detonante de la irracionalidad en la edad moderna; cuyo efecto fue el uso de la violencia en ejercicio del poder. Para finalmente negar la otredad como dispositivo de invisibilidad en los pueblos ancestrales, así se erigió la acumulación originaria, facultativa del protocapitalismo.
Los capitalistas van a decir que los reyes católicos de España se arriesgaron al invertir su capital en una empresa, contrataron a un pobre diablo, cuyo único capital era su fuerza humana, su propio yo. Cristóbal resulta ser su amo y su esclavo, y el resultado de aquella empresa fue precisamente las ganancias obtenidas. Una inversión con un gran, gran retorno de ganancias. Un beneficio justo para el atrevimiento y el riesgo inversionista. Hasta aquí parecería un locura criticar esta actividad, salvo por la relación amo-esclavo al que fue sometido el pobre Cristóbal. Sin embargo, la historia negada, que no es la contada en los libros de historia, está manchada por la barbarie europea, consiste en el desarrollo cultural del despojo hacia lo otro (lo violentado), poseedor de riquezas; oro, plata, tierras y su fuerza de trabajo instrumentalizada, mutada a esclavitud durante el desarrollo colonial.
Precisamente Marx, en su obra El capital, capitulo XXIV, realiza un análisis sobre el surgimiento de la acumulación originaria de la burguesía, es decir, ¿cuáles han sido las formas de acumulación de los capitalistas y que les permitió constituirse?, ¿cuál es el origen de la capacidad capitalista? Propone Marx el despojo como uno de los principales mecanismos de consolidación para la acumulación, cuya asociación con la violencia se manifiesta en las acciones prácticas, ya sea con legitimidad de las formas de gobierno, sometiendo al grueso de la población a las condiciones de pobreza, o bien con las prácticas invasivas y de la imposición colonial.
El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria.
Entonces, el despojo como acción expoliadora de Europa sobre América concluye, para algunos países europeos, en el movimiento transitorio del capitalismo industrializado al monopolio del capital. Por ejemplo, Inglaterra y Holanda se convertirían en las grandes fábricas del mundo, gracias al dominio colonial y su respectiva explotación total de lo existente. Con razón Marx decía «el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza». No solo por su constitución en Europa, sino, sobre todo, por las formas suscitadas de apropiación en la invasión de América.
La invasión de América no fue un factor más, por el contrario, fue el principal de los factores del salvataje económico europeo. A lo mejor ellos sí tienen motivos para celebrar, aunque Sartre, en el prólogo del libro Los condenados de la tierra de Franz Fanón, les dice: «Europa se ha hecho a sí misma creando esclavos y monstruos». Cabe señalar, si los europeos como Marx y Sartre, reconocieron a los monstruos que hicieron chorrear sangre, ¿por qué nosotros, los latinoamericanos, repetimos y celebramos «el encuentro entre dos mundos»? Además, las formas de explotación desarrolladas en la colonia, aún se mantienen vigentes, como prácticas de control, de despojo y violencia por las oligarquías herederas del feudalismo colonial. En suma, solo la conciencia histórica y la reinterpretación de los hechos desde nuestra autonomía racional podrán descolonizarnos.
Imagen principal tomada de Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Hermes Vladimir Batres Osorio

Investigador independiente, entusiasta por naturaleza, inscrito en el humanismo como la preocupación legítima por el otro y de su dignidad, amante de la filosofía, creyente en las luchas sociales, comprometido con la pedagogía crítica, defensor de la educación laica y liberadora, movido por los invisibles, interesado por el pensamiento latinoamericano y la cosmovisión de los pueblos originarios.
4 Commentarios
Muy atinado su comentario, gracias
Gracias a usted, Arturo Ponce por leer el artículo.
Estimado Hermes: Muy interesante su artículo. Por otra parte lo invito, ya que usted que es un investigador a que revise documentos de la corono española en la época de la colonia, en los cuales sucedieron don hechos importantes. El primero es que con el propósito de disminuir la carga que es para cualquier país, el mantenimiento de sus cárceles, hubo amnistía para aquellos reos que estuvieran dispuestos a trasladarse a América para la conquista. El segundo, que don Severo Martínez investigó y menciona en su libro «La Patria del Criollo» es que constantemente venían barcos cargados de mujerzuelas, con el propósito de que la soldadesca española adquiriera mujer blanca. Las atrocidades que cometieron los reos liberados condujeron a los ríos de sangre que usted menciona. Hoy día se quiere eliminar la corrupción y el robo. ¿Cual cree usted que es la causa, si somos la herencia de asesinos, ladrones y prostitutas?
Por otra parte la sumisión que muestran los descendientes de los aborígenes de América, es consecuencia de las atrocidades que cometieron estos reos liberados, mediante instrumentos como la picota. El pueblo es sumiso porque era la manera de salvar la vida. Los padres le trasmitieron a sus hijos este mandato, y de generación en generación estamos heredando como pueblo este mensaje.
Es una pregunta con muchas respuestas, pero sin duda una de ellas es la clase hegemónica que nos ha gobernado históricamente. Ese ejercicio siempre ha impreso una cultura del silencio y de violencia. Además, esa clase niega toda posibilidad de transformación para las poblaciones condenadas a la pobreza y la pobreza extrema. La educación liberadora, como pilar fundamental transformadora del sujeto, se convirtió en instrumento de dominio, de ahí pues las condiciones paupérrimas en las que se encuentra el sistema educativo nacional. La corrupción se instala por la ausencia de instituciones estatales fuertes, y la apropiación del Estado por parte de un grupo oligárquico vía los partidos políticos convertidos en títeres.
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