-Sindy Hernández Bonilla / SIMBIOSIS–
Para algunos seres vivos sobrevivir la época de invierno representa un gran desafío tanto por el descenso de la temperatura, como por la escasez de alimento y por la dificultad de conseguirlo.
Es por ello que algunos animales, como parte de su proceso de evolución, desarrollaron diversas capacidades de adaptación para lograr sobrevivir, por ejemplo la hibernación y la migración.
La hibernación consiste en una reducción del consumo de energía. Durante este período el animal mantiene una temperatura corporal menor a la normal, y así logra sobrevivir al gélido frio. En esta etapa los animales entran en inactividad, lo que reduce considerablemente el consumo de energía, la respiración y el ritmo cardiaco.
No obstante, el período previo a la hibernación constituye una ardua labor de preparación para cuando llegue el momento de reducir su metabolismo. Estos animales consumen los nutrientes necesarios para disponer de una reserva de grasas y nutrientes. También modifican su pelaje, acondicionan el nido, la cueva, los túneles, la madriguera o el lugar en donde pasaran el invierno. Buscan materiales aislantes del frío para que les ayuden a mantener la temperatura corporal.
En estos lugares se refugian, adoptan una posición que les permite conservar lo más posible la mayor cantidad de calor. Por ejemplo, algunas ardillas construyen túneles en donde guardan comida, duermen enroscadas en su cola. Los murciélagos duermen profundamente en sitios húmedos como cuevas, grietas o minas. para evitar el exceso de pérdida de líquido por evapotranspiración que les obligaría a despertarse con mayor frecuencia para beber y para evitar que se les sequen las alas.
También están las marmotas a quienes se les conoce como hibernadoras sociales porque hibernan en grupo, lo cual incrementa la probabilidad de sobrevivir el invierno para que no descienda su temperatura corporal, aún cuando la temperatura externa baje. Durante la hibernación las marmotas se despiertan periódicamente de manena sincronizada, esto les permite disminuir el costo de energía que necesitan al despertar ya que si se despertara una sola en medio de un grupo de marmotas que hibernan, aumentaría su costo energético porque los tejidos fríos comprimidos unos contra otros del resto le obligarían a producir más calor para elevar su propia temperatura corporal, pero al despertar todas juntas se calientan unas a otras.
La hibernación puede durar meses y terminar cuando mejoran las temperaturas, cuando hay un cambio de estación.
Otro mecanismo de adaptación es la migración. Mamíferos como algunas ballenas, elefantes marinos o el bacalao; aves como las grullas, las golondrinas, las cigüeñas o invertebrados como las mariposas monarca, optan por trasladarse a sitios con climas más agradables y con disponibilidad de alimento.
En contraste a esta eficiencia energética que logran ciertos animales, el ser humano se convierte en consumidor. Al no soportar el descenso de temperatura, opta por consumir combustibles fósiles y así disponer de sistemas de calefacción para la casa, la oficina, el transporte, el supermercado, el centro comercial, entre otros.
En enero de este año las bajas temperaturas que han azotado fuertemente a los Estados Unidos produjeron el incremento del consumo de combustibles fósiles para la utilización de calentadores. En Guatemala esto tuvo como efecto el aumento del precio del diésel.
Bien valdría la pena aprender las estrategias de adaptación y las eficiencias energéticas de otros seres vivos. Hacer un uso racional de los recursos y ahorrar. Nuestro uso ineficiente de la energía contradice nuestra supuesta ventaja sobre otras especies.
El ser humano no está utilizando su inteligencia para lograr un uso eficiente y racional de los recursos energéticos para enfrentar las inclemencias del invierno. Si otras especies sin nuestra inteligencia lo logran, ¿por qué nosotros no?
Sindy Hernández Bonilla

Amo la naturaleza y por ende la vida. Me apasiona trabajar y siempre estoy aprendiendo. Tomo en serio y empeño lo que hago: el trabajo, mis relaciones, mi entorno. Escribir es un ejercicio que además de estimular mi creatividad, permite compartir algunas de mis inquietudes y reflexiones principalmente de la biología o la ecología.
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