EE. UU.: la razón bipartidaria en apoyo a la Cicig

Fernando González Davison | Política y sociedad / DING DONG

Celebro la entrega de seis millones de dólares de Estados Unidos a la Cicig, como reacción a la reforma que ha emprendido Iván Velázquez para mejorar la transparencia de sus actividades. La Cicig se reorganiza bajo su dirección aun en la distancia y ha ordenado el cierre temporal de la sede de Quetzaltenango, para que sus fiscales sean trasladados a la capital y atender casos más urgentes. Celebro que, al fin, el embajador de Estados Unidos se reuniera en compañía de la congresista Norma Torres con los funcionarios de la Cicig para respaldar su labor, dentro del esquema de apoyo bipartidista consensuado por republicanos y demócratas en el Congreso desde hace años, para luchar contra la corrupción en Guatemala, pues continúa siendo un flagelo por quienes controlan nuestro Estado hasta la fecha. Y es que la razón prevalece cuando se debe atender un problema de seguridad nacional en Washington, que están por encima de las formas que usa la Casa Blanca («vamos a suspender la ayuda a Guatemala, a Honduras…»), como si se estuviera olvidando de su compromiso para evitar la migración: los migrantes centroamericanos toman el camino del exilio hacia Estados Unidos, como todos saben, por las precarias condiciones en que vive la mayoría, por la gran inseguridad. Todo esto debido a la exagerada corrupción de nuestra clase política y sus mafias que abarca al sector empresarial y de uniformados, que han tenido al Estado como su botín particular. Y es que la Casa Blanca transformó a la caravana de hondureños en un tema electoral para aglutinar a su base antiinmigrantes, con vistas a las elecciones al Congreso en pocos días, para que se una y vote por los republicanos (y se olviden del asesinato del periodista
saudita hecho en Turquía por Arabia Saudita).

La lucha política en Estados Unidos entre demócratas y republicanos se centra en que los primeros están promoviendo que la ciudadanía vaya a votar, en especial los jóvenes, los latinos y negros, pues solo un bajo porcentaje lo hace (haciendo alusión a los problemas de drogadicción y servicios de salud). Mientras que los republicanos se esfuerzan por impulsar normas para impedir el voto de estas «minorías» y por gritar contra los inmigrantes, porque podrían dar el triunfo a los demócratas. Y eso les quitaría el control del Senado y el Congreso. En Georgia se observa que desaparecen los registros de los electores sin que los republicanos a cargo den alguna razón de ello. En Arizona, Carolina del Norte, Texas y otros estados se están cerrando oficinas para emitir el voto. En Arkansas, Iowa y Dakota del Norte están pidiendo nuevos requisitos de identificación para que la gente pueda votar. En Florida, Iowa y Kentuky los republicanos lo están haciendo más difícil para los exconvictos.

Las repercusiones de esas elecciones en Guatemala y sus vecinos es de extremada importancia: los oscuros locales esperan que ganen los republicanos porque algunos de sus políticos les son afines, mientras que si ganan los demócratas, volverán a tener más peso los congresistas y senadores que comprenden la grave situación de nuestros países, para urgir que tengamos políticos honestos y capaces que puedan ser electos para desarrollar un plan para Guatemala, dado que la clase
política actual y el bloque en el poder (económico y militar) se ha blindado para seguir usufructuando del Estado mientras el país se hunde, con un presidente con problemas siquiátricos y un gabinete de aprovechados, con una canciller que condena a la ONU pero luego la aplaude, mientras la comunidad internacional se asombra de un Gobierno que, con el de Honduras, se ha convertido en paria en el plano local e internacional, que teñirá de sombra la Cumbre Iberoamericana de noviembre en esta capital.


Fernando González Davison

(1948) Escritor, internacionalista y exdiplomático guatemalteco.

Ding dong

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