Educación versus escuela

Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES

Este es un tema que me ha llamado mucho la atención y, además, es muy polémico y actual, sobre todo en Panamá.

¿Nuestra escuela educa a nuestros hijos? La verdad es que no lo sé. Me parece que no, pues yo no recuerdo nada de lo que aprendí en la escuela (aparte de aprender a leer, a escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir) y odié, como la mayoría lo hace, las matemáticas, el álgebra, la trigonometría… Y no me enseñaron a criar a mis hijos, a cocinar, a lavar, planchar, a mudarme de casa, a viajar, cosas prácticas que he hecho toda mi vida y que no aprendí en la escuela. Hablo de la escuela latinoamericana, de la panameña y la guatemalteca, no de otras escuelas que tal vez sean más avanzadas.

No entiendo cómo nuestros padres de familia se oponen a una educación sexual en las escuelas aduciendo que ellos se encargarán de ella. ¿Cuándo se ha visto que los niños nuestros van a sus padres con las preguntas esenciales de la sexualidad humana? Si les hemos inculcado que hacer el amor es malo desde que nacieron. Sus enseñanzas sexuales serán impartidas por su mejor amiguito o por la vida misma, con la práctica que, sabemos, no conduce a nada bueno.

Ya una vez escribí sobre la ley de educación sexual en Panamá, a la que se opuso una gran mayoría:

¡Ah! la sexualidad humana. La vieja e incomprendida sexualidad humana. Tan importante para la especie como la comida y el abrigo, pero la tratamos muy mal.

Es cierto, nacemos con un sexo, pero las preferencias sexuales futuras nos las da la sociedad humana, los roles que jugamos nos son impuestos por una sociedad humana hipócrita, muy hipócrita, cuando de sexo se trata.

¡Cuánto embarazo infantil! ¡Cuánto embarazo no deseado! ¡Cuánta enfermedad de origen sexual! Cuanta miseria y cuanto miedo.

¡Parece que somos tan subdesarrollados emocionalmente, que todo lo arreglamos con leyes. El que un grupo de personas piense que hay necesidad de una ley sobre una materia, significa que algo anda mal con ella. Y en este sentido, andamos muy mal.

¡Claro, siempre habrá quienes estén en desacuerdo, o aquellos a quienes las malas costumbres favorecen y no quieren cambiar, aquellos que ven en todo la imagen sagrada de una religión que dice algo al respecto. ¿Y qué son las religiones? Si no leyes impuestas sobre diversas actuaciones humanas, buenas o no, nos gusten o no nos gusten. Y las cumplimos por miedo o por convencimiento de que si no las cumplimos, el castigo será eterno.

La verdad, y esta sea dicha, es que en nuestro país se necesita a gritos una legislación adecuada sobre cómo educar a los jóvenes en materia de sexualidad. Necesitamos una legislación amplia, con buenas intenciones. Eso terminaría de una vez por todas con tanto tabú, tanto subdesarrollo, tanto miedo. Miedo, sí, es lo que más se tiene y desconocimiento. Tememos lo que no conocemos, es como un círculo vicioso: no sabemos, tememos, tememos, porque no sabemos.

Todo por no atrevernos a decir la verdad: somos seres con deseos de copular. ¿Qué de malo hay en eso?

Pero estamos llenos de mitos, de leyendas tenebrosas, de pecado. Nos escondemos para copular, pero gritamos al vecino cuando nos toma el estacionamiento.

La verdad es que no sabemos comer bien, ni caminar bien, ni respirar… y nos atrevemos a decir qué está bien y qué está mal en una sociedad. ¡Cuánta hipocresía!

En Panamá, la familia compuesta por padre, madre e hijitos está en peligro de extinción, casi no existe. La verdad es que hay numerosas familias compuestas por abuelas, tías y hermanas que ayudan a crecer, que nos sostienen y envían a la escuela. Y nuestros queridos machos, ¿dónde están?

Yo creo que hay que enseñar a la población a copular con responsabilidad, y eso, lo da la escuela. Los padres, que deberíamos ser los primeros maestros, no lo hacemos o lo hacemos mal, y nos ganamos con ello la ira y el rencor de nuestros hijos. Dejemos a seres humanos especializados hacer el trabajo que no hacemos en casa. Ya que no estamos a la altura de los tiempos, legislemos.

Pero, aparte de la educación sexual, que es tan importante, hay otras áreas que no cubre nuestro sistema educativo, tal vez esto está planificado para convertirnos en seguidores fieles de las normas establecidas, en ovejitas mansas que aceptan las normas sin chistar.

No sé qué pensar al respecto, pero de algo sí estoy segura y es de que en la escuela no aprendemos lo esencial para la vida. No nos enseñan a nadar, a vestirnos, a peinarnos, a andar en zapatos que nos favorezcan… Y luego criticamos a las pobres jóvenes que andan en las tenebrosas minifaldas y sobre unos tacos altos que nos hacen parecer indefensas ante al macho y por eso les gusta o los terribles cortes que no nos permiten correr ni defendernos de cualquier agresión, nos vuelven indefensas.

El sistema educativo debe cambiar, ponerse a la altura de los tiempos, enseñar a los chicos a pensar, a ser independientes.


Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de post-grado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.

Luces

Un Commentario

Consuelo 11/06/2018

Luz Lescure expone con acierto las fallas del sistema educataivo, sobretodo en latiinoamerica, donde efectivamenete, en la escuela se ejercita la memoria pero no se enseña a vivir, a hacerle frente a la vida como se dice, esto se va adquieriendo con la experiencia personal..
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