Editorial

En la actualidad los individuos opinamos abiertamente sobre todos los temas y asuntos. Ya no lo hacemos solamente en la mesa del bar o en el balcón de la ventana, lo hacemos a través del conjunto de espacios y plataformas virtuales que día a día aumentan y se diversifican. No solo se lo decimos al vecino o al amigo, sino a toda una multitud de interlocutores que, aunque se denominan “amigos”, muchas veces apenas si sabemos sus nombres.

Por lo tanto, las coyunturas son fuentes y motivo de debates intensos que, tal como llegan desaparecen, en la mayoría de los casos, sin dejar huella. El derecho a opinar se ejerce ahora con absoluta libertad y muchas veces con total impunidad. De esa cuenta han surgido multitud de espacios en los que, con cierta periodicidad, especialistas y legos emiten su opinión sobre diversos asuntos. En la mayoría de los casos aparecen como complemento a propuestas informativas, en lo que hoy comúnmente conocemos como medios virtuales de información.

De las antiguas gazetas de inicios del siglo XVIII a los actuales medios electrónicos, las formas y contenidos de comunicación se han diversificado y modificado sustancialmente. Los objetivos dogmáticos que Juan Ignacio Castrorena en México (1722) o Sebastián de Arévalo en Guatemala (1729) persiguieron con sus gazetas han sido superados con el pasar del tiempo, ahora se es libre de opinar y todos tienen derecho a informaciones verificables y objetivas.

Pero ejercer el derecho a opinar implica asumir que la libertad de hacerlo tiene las limitaciones que la responsabilidad y la ética establecen. Expresar opinión con la intención de confundir, difamar u obtener beneficio personal sobrepasa los límites de esa libertad y debe ser combatida con firmeza y seriedad.

gAZeta surge, así, como una propuesta para canalizar y difundir opiniones calificadas sobre distintos y diversos asuntos, expresadas con absoluta responsabilidad y seriedad. Nos mueve el interés por hacer del derecho a opinar la otra cara indisoluble del derecho de las audiencias, del ciudadano común, por conocer y saber no solo lo que sucede, sino las interpretaciones que se puedan hacer de los hechos y los actores, con apego a la objetividad y la responsabilidad.

Surgimos para complementar y para contribuir, no para competir dentro del espacio mediático electrónico, porque entendemos la información y la opinión como un derecho y no como mercancía. Somos profesionales que comprometemos nuestro tiempo libre para aportar a la reflexión y al debate de los distintos temas y asuntos que como sociedad nos preocupan, sin procurar en ello ningún beneficio económico. Nadie nos financia ni sostiene, lo que nos ha permitido convocar a distintas voces y plumas para expresar su opinión en este espacio. Jóvenes y mayores, mujeres y hombres nos unimos para, en nuestra diversidad e individualidad, construir un espacio de opinión propio que al hacerlo de todos es también un espacio compartido.

Hablaremos de política, de conflictos sociales, pero también de música y teatro. Escribirán los interesados en el deporte, en la juventud y en el medio ambiente. Estaremos muchas veces todos de acuerdo sobre asuntos públicos, pero en otras coyunturas expresaremos opiniones contrarias y diferentes. Todo cabe en gAZeta, con la única condición de que las opiniones deben ser emitidas con apego a la ética que exige el respeto extremo a las otras y otros, sin tergiversar datos e informaciones.

Son los lectores el objetivo directo de nuestro esfuerzo, estimulándoles a cuestionar, disentir y expresarse. Al diálogo intergeneracional ya logrado con la diversidad de autores participantes esperamos que se agreguen el debate y discusión libre y abierta entre autores y lectores.

Llegamos para servir diciendo, para colaborar opinando, para construir actuando. 

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