En el Parlamento israelí, el llamado Knese, no se logró formar el nuevo gobierno de coalición. La misión había sido dada a Benjamín Netanyahu, quien había triunfado en las recientes elecciones impulsando una coalición de derecha con apoyo de ultraderechas.
Pero la unidad se ha roto y hay también intereses personales de otros líderes, como el ultraderechista Avigdor Lieberman con quien Netanyahu ha tenido una relación de odio y amor, unión y desunión, en los últimos años. La manzana de la discordia fue, sin embargo, la intención de legislar una ley que acabe la excepción a los grupos ortodoxos para que presenten el servicio militar obligatorio, como lo hace el resto de ciudadanos. Aquí se enfrentan dos posiciones antagónicas, aunque de derechas ambas, que antes habían logrado una conciliación estratégica para mantenerse en el poder. La corriente de Lieberman es laicista, es decir, separa la religión del Estado, mientras Netanyahu lidera un sector que incluye el fundamentalismo sionista alejado de las pretensiones laicas.
La derecha israelí se ha fragmentado durante y al final de los debates en el Parlamento, y sus cinco partidos o fracciones no constituyen ya una coalición propiamente dicha. El conservador «Likud» es el grupo mayor y el partido de Netanyahu y se distancia irreversiblemente de «Israel, Nuestra Casa», el partido de Avigdor Lieberman. Los otros partidos son menores pero pueden jugar un papel fundamental en la formación de una coalición que aspire al poder. En primer lugar, estarían los ultraortodoxos que pregonan la excepción del servicio militar y la influencia religiosa en el Estado y que han sido un aliado firme de Netanyahu, pero que con el distanciamiento de los otros sectores han sido debilitados.
El gran perdedor ha sido el propio Benjamín Netanyahu, ya que, al no llegarse a un acuerdo en el Parlamento, debe disolverlo y convocar a nuevas elecciones, ahora con una antigua coalición de derechas partida y ostensiblemente debilitada. Los comicios tendrán lugar el próximo 17 de septiembre. El principio del fin de la carrera de Netanyahu es previsible, ya que se aúnan las investigaciones sobre corrupción grave en su contra, las cuales están bastante avanzadas. No solo se trata de un proceso de debacle política, sino la posible acusación ante tribunales competentes, lo que al juntarse estaría sepultando políticamente a Benjamin Netanyahu.
No obstante, el derecho a antejuicio de Netanyahu retrasaría el previsible proceso legal en su contra, fijado por el fiscal general de Israel, Avichai Mandelblit, para las primeras semanas de octubre, cuando tendría lugar la primera audiencia para determinar si definitivamente es ligado a proceso por tres casos diferentes de corrupción, fraude y sobornos o coimas, que desde hace un par de años vienen siendo investigados por la unidad anticorrupción de la policía israelí.
Un escenario previsible es que el resultado de las elecciones no lleve a la formación de un gobierno mayoritario debido a la fragmentación de partidos, lo que implicaría que las alianzas serían determinantes para lograr los 61 escaños de 120 que se exigen para formar un nuevo gobierno. Con el ascenso del partido centrista «Azul y Blanco» de Beni Gantz, que tendría alrededor de la misma cantidad de votos que el partido de Netanyahu, se prevé un cambio que aleje el poder de la derecha hacia el centro.
En todo caso, el desgaste de Natanyahu es evidente. Así como su pérdida de liderazgo para concretar diálogos y alianzas. La sombra de la corrupción en grado criminal disminuye sus pasadas luces como líder absoluto de las derechas. Del mismo modo, crece ahora la fuerza de los sectores laicos cansados del fundamentalismo religioso de los ortodoxos que han partido al país entre «ellos y nosotros», lo que constituye una ruptura histórica en la unidad granítica que históricamente ha preservado la ideología nacional israelí.
Netanyahu ha tenido el apoyo total del presidente Donald Trump, quien alabó al líder israelí y después de la victoria electoral de Netanyahu proclamó que este sería capaz de lograr la paz en el Medio Oriente. Trump anunció también un plan de paz, hasta ahora no conocido, por parte de los norteamericanos, que se pensaba hacer público después de las pasadas elecciones, pero con esta nueva convocatoria, esta perspectiva se borra de la agenda política. Por otro lado, el apoyo de Trump juega ahora un papel menor en vista de los diversos actores que concentran poder militar, político y económico y que pretenden ampliar su influencia y proteger sus intereses, principalmente Rusia. Además, la retórica guerrerista ha llevado a un aumento de la conflictividad con los palestinos, lo que preocupa a sectores ciudadanos en Israel. El temor a una escalada bélica mayor entre Irán y Estados Unidos, por las consecuencias trágicas que tendría en la región, también cuestiona los embates puramente militaristas de la derecha israelí.
En Israel se contempla un quiebre del conservadurismo con la aceptación de la condición homosexual en el Ejército y el reconocimiento de las uniones de hecho entre personas del mismo sexo, así como la posibilidad de las parejas homosexuales de adoptar. La comunidad LGBT en Israel es fuerte y amplia.
La legalización del aborto desde 1978 y su ampliación en 1988 es también un aspecto que hace fisura en el predominio conservador. En este sentido, la democracia israelí es muy similar a las europeas y, por tanto, los embates religiosos antiabortistas chocan con amplios sectores ciudadanos. El laicismo sería, en todo caso, el nuevo signo de los tiempos frente a los ultraderechistas y ortodoxos durante los gobierno de Netanyahu.
Por último, podrán influir más los sectores árabes y sus partidos para inclinar la balanza en contra de Netanyahu, en virtud de la fragmentación política de los grupos y bloques políticos. Del mismo modo, los sectores de izquierda y los liberales que han sido minoritarios también tendrán una oportunidad de influir en este espectro político fragmentado y disperso.
3 Commentarios
La caida de Natanyahu es inminente. En Argentina Macri se derrumba mientras en Centroamerica el Presidente de Honduras J Hernandez se encuentra atrapado y sin salida acusado por la DEA en Estados Unidos de trafico de drogas y en Guatemala las comunidades indigenas avanzan hacia la toma del poder con un Gobierno titere y corrupto el de Jimy Morales que ya se cayo solo.
Me parece un buen análisis. La visión sobre el conflicto político me parece acertado. Habrá un reflejo en la sometida política de Guatemala hacia Israel
No conocía los detalles de las contrataciones entre los de la derecha Israelí.
Es obvio que el final de la era Netanyahu está cerca.
Pero veo muy difícil un cambio de rumbo en la política en ese país.
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