La información y la opinión no son mercancía

Desde que se firmó la pacífica y conservadora independencia, Guatemala ha vivido a expensas de los grupos de oportunistas y demagogos que han hecho de las creencias, los derechos y las libertades, su negocio.

El proceso electoral actual es una muestra elocuente de esa nefasta y, tal parece, insuperable herencia. Los corruptos y sus corruptores compran jueces para que, en un chistar, se ordene la captura de una candidata y así se le impida participar en el proceso electoral. Otra más, sabiendo de la prohibición constitucional a su participación, decidió retar al sistema de justicia para, como su padre, postularse a la Presidencia. Otro más, decidido a impulsar una campaña que destruyera moral y políticamente a sus contrincantes, contrajo una millonaria deuda con el «publicista» pero, al no honrarla, es requerido por la justicia estadounidense. Una más, con una acusación por financiamiento ilegal organizada cien días antes, consiguió que el MP solo la presentara ante juez competente un día después de oficializarse su derecho a antejuicio. No se debe olvidar tampoco, que el candidato, amigo íntimo del actual presidente, al grado de compartir largas horas en un almuerzo «amigable», está detenido en Estados Unidos por conspiración para introducir grandes cargamentos de estupefacientes.

Entre propuestas sin contenido ni futuro, los guatemaltecos sufrimos, además, el manejo espurio de los medios de información. Sin respeto a las libertades de los ciudadanos, durante el gobierno del Partido Patriota, el grupo Albavisión obtuvo la prórroga por 25 años más del uso de sus frecuencias, tanto en radio como en televisión, sin aportar un solo centavo al erario público y sin más compromiso que servir de megáfono a los gobiernos de turno. Esta empresa fue acusada clara y abiertamente de financiar ilegalmente a ese partido, pero la cosa no ha pasado a más. La representante legal y su esposo, Ángel González, gozan de la protección divina en el estado de Florida, Estados Unidos.

Los medios impresos, si bien han avanzado en su independencia respecto al poder público, siguen siendo serviles y complacientes con el poder económico, del que dependen y con quien entrelazan sus intereses. Situación que reproducen los medios nativos digitales comerciales y los medios informativos radiofónicos.

No hay pues, en Guatemala, una efectiva y eficiente libertad de información y opinión. Si oponerse al poder público y enfrentar a determinados políticos reditúa, porque las audiencias aumentan y el anunciante lo que busca son consumidores, los medios pueden cuestionar y hasta denigrar a gobernantes y candidatos, procurando siempre, claro está, no afectar a quienes les sostienen su negocio. De allí que los canales abiertos y la cadena radial de la misma empresa sean serviles ante los gobernantes, como pago y compensación al regalo de las frecuencias.

El periodismo investigativo continúa en pañales, pues los reporteros no tienen autonomía y solo se investigan los temas y asuntos que, ex profeso, no afectan los intereses de anunciantes y financistas. Se puede atacar y criticar a las mafias y los militares, pues, como afirmaba el aún dueño de un medio impreso, esos pueden matar personas pero no negocios.

Las denuncias que la candidata Sandra Torres presentó contra elPeriódico y sus editores hicieron que periodistas y empresarios de la comunicación rasgaran sus vestiduras. Se habló de irrespeto a la libertad de emisión del pensamiento, pero los medios comerciales no pasaron de eso. No se aprovechó la oportunidad para establecer un código ético mínimo de la labor empresarial de la comunicación, mucho menos para avanzar en el debate del derecho de las audiencias, de los ciudadanos, a una información y opiniones sin censura ni sesgos comerciales o ideológicos.

Si la candidata erró al intentar silenciar a sus críticos y detractores, los medios, esta vez en particular elPeriódico, no han mostrado la más mínima disposición a ofrecer solo informaciones debidamente corroboradas y contrastadas. Su sección «elPeladero» es la muestra más clara de la bajeza y falta de profesionalismo de los medios impresos del país. Excelente para un No Nos Tientes o como fuente interna para investigaciones periodísticas serias, pero no para una sección de un medio profesional y responsable.

No hay información ni opinión sin matiz ideológico, pues la ideología es inherente al pensamiento, pero, por ello, la información debe ofrecerse considerando las visiones y referencias de todas las y los involucrados, de modo que quien opine, base sus conjeturas y propuestas sobre hechos reales y no simplemente en desahogar sus iras y frustraciones, aunque algunas veces aparezcan bien escritas.

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