Lo que pasa en México nos influye a todos los latinoamericanos y, de manera mucho más directa, a los centroamericanos. Querrámoslo o no. De allí que el aplastante triunfo de Andrés Manuel López Obrador tendrá repercusiones importantes, tanto para bien como para mal.
Sus luchas de independencia alertaron a los criollos de todo el continente, pues incluyeron a los indígenas y los pobres en sus combates. Los intentos por liberalizar el poder y ampliar los derechos duraron casi un siglo, con pérdidas grandes de territorio y conflictos sangrientos. Sin viajar por el continente, Benito Juárez y Porfirio Díaz influyeron en las ideas y prácticas políticas regionales, así como ellos vivieron las influencias de otros estados y regiones.
México ha sido una de nuestras ventanas al mundo, así como un puerto de llegada. Una casa de amparo, un lugar de refugio.
Su revolución fue uno de los conflictos internos más sangrientos de los que se tiene memoria. Los pobres, los desposeídos, imaginaron un mundo mejor y se desangraron por ello. La experiencia trajo beneficios, pero también la entronización de una cúpula que casi inmediatamente se alejó de las exigencias de Villa y Zapata, para construir un Estado que gotea satisfactores para los pobres y chorros de riqueza a los gobernantes y sus afines, en un proceso más que institucionalizado de corrupción. Sindicatos y organizaciones populares fueron cooptadas por camarillas oportunistas que se enriquecieron insolentemente a costas de los trabajadores. Las movilizaciones y sangrientas represiones de 1968, que culminaron con la masacre de Tlatelolco, dejaron hondas heridas, pero ninguna salida para la participación democrática de la sociedad y la superación de la pobreza.
Los regímenes latinoamericanos supieron impedir revoluciones como la mexicana, pero rapidamente imitaron todos los vicios de la mexicanamente llamada “familia revolucionaria” que, astuta y camaleónica, supo ser refugio de opositores extranjeros, casa familar y amparo de exiliados. Su dictadura de la corrupción supo tomar distancia, y hasta cuestionar, las corruptas y sangrientas dictaduras continentales, sin por ello dejar de tratar a los suyos, pobres u opositores, con lás más viles y violentas tramas.
Llegado el neoliberalismo, la máscara de lo popular, social y solidario voló por los aires, quedando solo el vicio de la corrupción y la sofistificación de la violencia. Como en todo el mundo, de la noche a la mañana surgieron nuevos millonarios que adquirieron telefónicas, carreteras, minas y cadenas televisivas a precio de banano podrido. Grandes activos del Estado pasaron a manos de empresarios que cínicamente blanquearon capitales, tales los casos de Carlos Slim y Ricardo Salinas Pliego, ayer simples empresarios medios, hoy portentosos multimillonarios.
Durante casi cien años, la derecha e izquierda mexicanas consolidaron sus organizaciones y discursos. Ante un PRI cada vez más corrupto y tramposo, el PAN era el ejemplo del conservadurismo más clásico, mientras el PCM fue una fuerza modernizadora y aglutinadora de las izquierdas. En un amplio y original proceso se dio vida al PSUM y, ante la marea neoliberal que puso al socialismo bajo la suela, surgió el PRD. Fraudes electorales evidentes y vergonzosos impidieron a Cuauhtémoc Cárdenas (1988) y Andrés Manuel López Obrador (2006) acceder al poder, con lo que la regeneración de la política resultaba lejana, así como el combate efectivo a la pobreza.
A pesar de la propaganda y la demagogia, la corrupción y la incapacidad gubernamental en los últimos diez años han empobrecido aún más a la población. Según los datos del CONEVAL, si en 2008 44.4% de los mexicanos eran pobres, para 2016 ascendían a 53.4 %. Junto a ello, la violencia se apropió de pueblos y ciudades, en una espiral de asesinatos donde el narcotráfico es solo un actor más, con policías y militares actuando como sicarios y mandantes.
En ese escenario, los partidos tradicionales -PRI, PAN, PRD- perdieron toda credibilidad, mostrándose incapaces de proponer alternativas reales. López Obrador consiguió, en todos estos años, construir un movimiento político que, crítico y directo, mostró a la población que era posible enfrentar a los responsables de ese descalabro social, ofreciendo soluciones creíbles y posibles.
La insistencia durante doce años en sus propuestas, mejoradas y clarificadas en muchos de los casos, así como la incorporación de nuevas líneas de acción, atrajeron a los electores que en los dos procesos anteriores le dieron el beneficio de la duda al PAN (2006) y al PRI (2012), viniendo a constituir una avalancha de apoyos a todo lo largo y ancho del país.
México vive, muy posiblemente, su segunda revolución, esta vez conquistada de modo pacífico y racional. No hay promesas de tranformaciones profundas, pero sí la modificación inmediata de prácticas gubernamentales nocivas. Y es allí, muy probablemente, donde el proyecto puede quedar en ilusiones frustadas, porque los interlocutores seguirán siendo los mismos, el mundo de la corrupción y el autoritarismo continuará en todas las dependencias del Estado, por lo que se exigirá de cada uno de los altos funcionarios del nuevo gobierno una visión diferente en las prácticas, y un compromiso absoluto con la ética de la responsabilidad y el mandato electoral.
Un país no cambia de la noche a la mañana, más aún cuando se tiene que continuar con las reglas básicas del mercado. Pero el electo tiene tras de sí un apoyo amplio en las dos cámaras legislativas, y una sociedad movilizada para defender lo que considere conquistas.
Resta saber cómo Morena se transformará en un partido de todos, dejando de ser el aparato electoral de López Obrador, pues seis años pasan volando y el país necesitará mucho más tiempo y aire para recuperar todo lo perdido. Resta ver también la madurez de los electos para hacer realidades sus propuestas. Esta es la gran oportunidad de México pero, dependiendo de la manera como la resuelva, también puede ser la oportunidad de América Latina, y de Centroamérica en particular.
3 Commentarios
El hermano Mayor es Mexico…todo lo que pasa alli, pasa aqui, los programas televisivos son escuelas para soñar con Mexico…AMLO, gobernara con el apoyo de la clase popular, la que le dio el triunfo…es una oportunidad que tiene la izquierda mexicana, de saber si puede ante un grupo de exgobernadores temendamente corruptos, señalados una y mil veces de los robos echos a sus pueblos…no le sera FACIL…VEREMOS…
Lo fundamental en torno al aplastador triunfo de AMLO y MORENA en México, es saber si la “intelectualidad” y dirigentes de organizaciones sociales y organizaciones políticas con discursos de izquierda, reformistas, o progresismo y democracia popular activa y participativa con participación desde las bases, y, por qué no decirlo, con tendencia de izquierda, logran aprender, crítica y autocríticamente, lograran aprender algo.
Que, a pesar de las difíciles condiciones del sistema electoral en Guatemala, el proceso electoral del próximo año, 2019, va a ser realizado y en consecuencia habrá de participarse en él, por lo que resulta contraproducente continuar con esa desarticulada consigna de que “en estas condiciones no queremos elecciones”. Si creen o tienen otra alternativa concreta para participar en la lucha política, que lo digan con la cara al sol y muestren con hechos concretos el camino que proponen. Una convocatoria a una asamblea constituyente plurinacional, en las actuales condiciones, aparte de estar carente de sustento práctico y jurídico, no solo es imposible de realizarse, sino que además debe pasar por un proceso electoral de las diputaciones constituyentes y por lo tanto enfrentarse a un proceso electoral.
En pocas palabras, o bien esa intelectualidad y dirigencias populares y sociales, o logran superar sus rivalidades individualizadas, infantilismos políticos con supuestas superioridades, unos contra otros, y plasman la base para una amplia y consecuente alianza político-organizativa partidaria alejada de los poderes económicos monopólicos del cacif y demás cámaras empresariales, para conjuntamente luchar y participar en las elecciones de manera conjunta para derrotar a las tendencias derechistas, contrainsurgentes, neoliberales que ostentan el poder en estos momentos, o bien pasaran a la historia como grupúsculos alejados e incapacitados para el dominio y liderazgo político que Guatemala necesita.
Guatemala especialmente es la nacion del mundo que historicamente, está mas cerca de mexico y al revés mexico esta cerca de guatemala. Ambos han enfrentado a regimenes dictatoriales depredadores con sus pueblos, cada pueblo a luchado para sacudirse a sus depredadodres, ahora en esta etapa de la historia nosotros el pueblo llano mexicano, buscamos superar los anclajes que nos mantienen sumidos en la desesperacion, y ya lo dijo el presidente electo, amlo, centroamerica tiene que subir con nosotros al tren que nos tiene llevar a un futuro mejor. Un idealista anónimo ya fallecido, sostenia que centroamerica, deberia unirse a mexico, porque cada quien por su lado, no la iba a hacer, ( como decimos en mexico) deberiamos considerar esa posibilidad
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