Las últimas semanas han perturbado a todo el país. Casi podría hacerse una paráfrasis de las obras periodísticas del famoso John Reed y decir que han sido “Diez días que conmovieron Guatemala”. Porque los sucesos se han sucedido en tiempos vertiginosos y con escenarios dramáticos donde se ha pasado de la perturbación a la esperanza.
Han caído las caretas y toda máscara ahora ya es inútil. Y no solo en lo interno, internacionalmente el nombre del país le ha dado la vuelta al mundo: Guatemala tiene un Gobierno que cogobierna con las mafias. La comunidad internacional ha visto las acciones del presidente Jimmy Morales con asombro, pero también con rechazo y crítica, incluyendo la torpe destitución del canciller Carlos Raúl Morales y el nombramiento de una persona inexperta que, además, tenía un proceso penal por motivos de una adopción ilegal. Jimmy ha logrado aislar a Guatemala y ha puesto en peligro la cooperación internacional, las posibilidades de préstamos y en general las relaciones multilaterales y bilaterales.
En lo interno, la problemática ha llegado a un desequilibrio institucional inaceptable, alcanzando de manera insospechada a las fuerzas armadas. La función del Ejército no es reparar baches ni hacer pupitres. El analista Héctor Rosada ha dicho que “no tenemos el Ejército que necesitamos”. Se ha demostrado ahora complicidad del actual alto mando militar con las maniobras de Jimmy para hacerse de medios públicos por medio del llamado “bono de responsabilidad”. No cabe duda que los juicios por corrupción del general Pérez y sus allegados han influido en la percepción del Ejército. Con el gobierno de Jimmy se ha llegado a un punto tope de total descrédito. También por la “juntita”, grupo de exoficiales corruptos y con un pasado de represión sangriento y de lesa humanidad. Nada raro si se considera que el partido FNC, que llevó a Jimmy al poder y del cual fue su hoy cuestionado secretario general, fue fundado por este tipo de exmilitares, entre ellos el antiguo jefe de bancada coronel Edgar Ovalle, hoy prófugo de la justicia acusado del asesinato de 589 guatemaltecos en la antigua base militar de Cobán.
El libro Desde el cuartel del coronel Edgar Rubio Castañeda vino a ser un testimonio impactante de la corrupción interna del Ejército. El coronel Edgar Rubio Castañeda abre un debate esperado y necesario. Su gran preocupación es la reforma de la institución armada para que abandone la línea de la corrupción y forme parte de un nuevo Estado que sirva a la mayorías. Su llamado en estos momentos es de la más urgente actualidad.
Por otro lado, Jimmy Morales fue salvado por el Congreso, quien rompió indignamente la cadena jurídica iniciada por el MP y la Cicig y confirmaba por las cortes de Constitucionalidad y Suprema de Justicia. Sin embargo, esta “protección” no lo ha declarado inocente de financiamiento ilícito y lavado de dinero durante el tiempo en que fue secretario general del FCN. Pero sí evidencia la alianza pro impunidad y corrupción entre Legislativo y Ejecutivo. Explica también la campaña negra contra Iván Velásquez y Thelma Aldana, potenciada por los canales abiertos y el uso de perfiles falsos en los medios sociales.
Debemos resaltar la participación ciudadana en la presente crisis. También los aportes del procurador de Derechos Humanos y de la procuradora general de la Nación, la cual ha anunciado que explicará al presidente Jimmy por qué debe vetar los criticados decretos del Congreso con los cuales se pretende reformar el Código Penal para “legalizar” la impunidad y facilitar el oscuro trabajo del crimen organizado. De la misma manera estos decretos se acoplan a una campaña oscura para debilitar al Ministerio Público y al sistema judicial. Por la enorme presión nacional e internacional, los diputados por medio de sus jefes de bancada anunciaron que darían marcha atrás con estos abominables decretos y esto permitió que en una sesión extraordinaria se archivaran. Pero el mal está hecho: ni el presidente se adelantó a fijar su posición clara para vetarlos ni esta marcha atrás de los diputados rescata la imagen del Congreso ante la inmensa mayoría de la opinión pública.
Sin duda podemos afirmar que en estos días intensos y dramáticos se han puesto en la palestra dos fuerzas irreconciliables: la justicia y el bien común contra la cooptación del Estado y las mafias. El presidente se ha evidenciado y su posición es muy débil y éticamente insostenible. El Congreso ha mostrado que la vieja política enraizada a la corrupción y en la falta de transparencia debe ser superada. Guatemala se merece un futuro mejor y un presente más limpio para entrar definitivamente en el nuevo siglo y en el concierto de los estados democráticos. Sirva citar a un expresidente de obra impecable, con cero corrupción y total transparencia, Juan José Arévalo, quien en su discurso de despedida y entrega del cargo al coronel Jacobo Árbenz Guzmán afirmara:
…en ninguno de los muy difíciles momentos transcurridos durante la conducción de los destinos del país, busqué la defensa y salvación de mi propia vida ni os di las espaldas…creo haber contribuido a la expresión de una sensibilidad política guatemalteca.
Un Commentario
IVAN VELAZQUEZ, LA CICIG Y EL MP.
Hay que tener muy claro que toda acción que emprenda Jimmy será para expulsar de Guatemala a Iván Velázquez y a la CICIG, quienes se han convertido en sus enemigos porque realizaron eficientemente el trabajo que Naciones Unidas les encomendó en su mandato de creación.
Han fortalecido el funcionamiento de la Fiscalía General y la capacidad investigativa y operativa del MP y han construido los casos anti-corrupción más significativos de la historia del país.
El problema que existe entre el Presidente Jimmy Morales e Iván Velázquez y la CICIG, es que esta institución descubrió que el hermano y el hijo del Presidente incurrieron en actos de corrupción y saqueo de los recursos del Estado y por supuesto los arrestó y está siendo juzgados y que la CICIG y el MP tienen en curso una investigación en contra del Presidente Jimmy Morales por financiamiento electoral ilícito.
El Presidente ha convertido un problema personal en una crisis de Estado y a pesar de que está envuelto en un “Conflicto de Intereses”, no quiere darse cuenta o no lo dejan darse cuenta los asesores y sus “achichincles” de la Juntita Militar y trata de obstruir la aplicación de la justicia, llevando a l país al despeñadero para salvar su pellejo.
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