El irresponsable gozo con las remesas

Con la estridencia acostumbrada, los funcionarios del Cacif, en funciones de ministros del actual gobierno, anunciaron que los números macroeconómicos del primer trimestre son fantásticos, formidables, estupendos.

Lo más estupendo, según ellos, es que las remesas, el dinero que los trabajadores guatemaltecos que consiguen entrar a Estados Unidos y obtienen un trabajo envían a sus familias, en los primeros tres meses del año aumentaron en 31.2 %, comparadas con las del año anterior, incluido el mes de marzo, cuando estas cayeron drásticamente. Por el contrario, las exportaciones en los primeros dos meses del año apenas si ingresaron al país USD 836.1 millones, cuando solo en el mes de marzo los migrantes enviaron USD 1285.6 millones. Es decir que, por cada dólar que los migrantes enviaron solo en el mes de marzo, los exportadores apenas ingresaron, en dos meses (enero y febrero de 2021), USD 0.65. La ineficiencia de nuestra industria es evidente, y la situación económica del país lamentable.

Desde hace varios años, los guatemaltecos que huyen del país envían más dólares, no porque los ya ubicados incremente allá sus ingresos, sino porque se emplean en cualquier cosa, viven con lo mínimo y envían todo lo que pueden a sus familias. Si en 2010 las remesas sumaron USD 4126.7 millones, diez años después, en 2019, al país entraron USD 10 508.3 millones. El año pasado, a pesar de todas las desventuras de la pandemia y el cierre agresivo de la frontera estadounidense, al final del mes de noviembre, según el Banco de Guatemala, habían llegado USD 10 176.7 millones, por lo que al cierre del año con seguridad se rebasó lo recibido el año anterior, a pesar, insistimos, de los estragos de pandemia.

Las familias de los migrantes, en consecuencia, no solo no vieron afectada su estabilidad económica, sino que mantuvieron a flote la economía del país, que es lo que hace felices a los ministros de Finanzas y de Economía, miembros activos de la federación de sindicatos de empresarios que se identifica como Cacif.

Pero resulta que ellos, los empresarios, no cumplen con eficiencia su parte, al grado de que el año pasado, entre los meses de enero y noviembre, por concepto de exportaciones, apenas ingresaron al país USD 7316.9 millones. Es decir que, por cada dólar que los migrantes envían al país, nuestros flamantes exportadores apenas ingresaron USD 0.71.

La importancia económica real de nuestros supuestos industriales es, en consecuencia, inversamente proporcional a la que tienen en los distintos espacios de decisión, no solo de política económica sino social y de gestión pública. Si los exportadores son parte de los que toman decisiones sobre la política económica del país, ¿por qué los migrantes no son consultados en esas mismas decisiones, ya no digamos en las relacionadas con la política social? ¿Por qué están presentes los sindicatos en el ineficiente Consejo Económico y Social y los migrantes allí no tienen ni siquiera voz?

Definitivamente, Guatemala es el reino del revés, como María Elena Walsh describió en su preciosa canción infantil de los años setenta, pues en Guatemala no solo «un ladrón es vigilante, y otro es juez», sino que los que aportan son los que menos beneficios reciben.

Resulta hipócrita, además de irresponsable, que estos empresarios sean los que opinen y se impongan en lo que a las políticas de control de las migraciones ilegales se refiere, pues es notorio y evidente que ha sido su incapacidad política y económica la que ha obligado a estos cientos de miles de guatemaltecos a dejar el país y construir su futuro fuera de las fronteras patrias. La inversión extranjera no llega porque no encuentra en el capital nacional un aliado eficiente y dinámico, que combata con seriedad la corrupción en lugar de ser parte intrínseca a ella.

Para un gobierno medianamente digno y responsable, presentar públicamente estos números debería ser infinita pena y vergüenza, preguntándose públicamente qué hacer para que la economía no continúe dependiendo de los ciudadanos que del país huyen día con día. Porque son ellos, con su cotidiano esfuerzo, quienes sostienen la educación y la salud privada, pues la pública ha sido dejada en harapos por los gobiernos que cada cuatro años los señores del Cacif nos imponen, financiando legal e ilegalmente al candidato que les parece más dócil y servil.

Con un panorama económico como este, es más que claro que la migración ilegal no se detendrá. Hombres y mujeres, niños y adultos, indígenas y mestizos harán todo lo posible por irse, para así proporcionar a sus familias condiciones mínimas para una vida digna. La migración solo se detendrá si esos guatemaltecos logran obtener en el país los ingresos que les permitan ofrecer a sus familias los escasos beneficios que con su sacrificio en el extranjero pueden darles, y esto solo se consigue si el modelo económico en general se modifica, si los que ganan más aportan mucho más, no solo pagando salarios y sueldos dignos, sino permitiendo que la salud, la educación, pero también el ocio estén al alcance de todas y todos en condiciones dignas.

Estados Unidos podrá dedicar miles de millones de dólares para supuestamente detener el flujo migratorio, pero si los ciudadanos pobres no encuentran en el país las condiciones mínimas para sobrevivir, los guatemaltecos continuarán huyendo. Y la expectativa es cada vez más grande, porque solamente perderán el interés y la disposición al sacrificio de la huida si tienen certeza de que podrán proveerse ellos y a sus familias los beneficios que consiguen estando fuera.


2 Commentarios

Sergio 19/04/2021

Muy interesante el análisis y comparación entre lo que aportan kos migrantes a la economia y aún así son dejados a la deriva en una política económica sin pies ni cabeza.

arturo ponce 12/04/2021

Me parece muy ecuánime la relación.

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