Hace algunos años se transitaba para la Costa Sur, por Palín, Escuintla, donde todavía está un Quetzal pintado sobre unas piedras, que según el dicho popular fue el único que no se robó Idígoras Fuentes.
Ahora, con la nueva carretera privatizada a la costa ya no se observa este paraje, pues existe una carretera pagada por los usuarios y hecha con el dinero de los contribuyentes, lo que da una apariencia de eficiencia, pero que en el fondo es un cobro excesivo al pueblo, cuando la Constitución misma en su artículo 26. «Libertad de locomoción», indica que «Toda persona tiene libertad de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio nacional y cambiar de domicilio o residencia sin más limitaciones que las establecidas por la ley». Por lo tanto tenemos el derecho de transitar sin pagar peajes.
En el último encuentro de empresarios, la gran idea fue hacer carreteras privadas pagando peajes. Es decir, privatizar las carreteras, hasta tuvieron el descaro de sacar una tabla de cobros por kilometraje y lugar de destino. Esto haría imposible para la población asalariada y los desempleados viajar dentro del territorio nacional
Pero es un ejemplo, lo general es que todos los servicios públicos se han dejado deteriorar intencionalmente para pregonar que lo público no funciona y que solamente lo privado es bueno, esto no es una casualidad. Si nos vamos al sistema de educación pública durante los años 60 y 70 del siglo pasado, los establecimientos eran unos santuarios del saber, cualquiera que se preciara de tener una buena educación estudiaba en establecimientos públicos como el Instituto Nacional Central para Varones, la Normal, Belén, etcétera. Todos sabían que los estudiantes egresados de establecimientos públicos tenían una excelencia académica apropiada, no quiere decir que los colegios carecían de calidad académica, pero para las familias representaba una buena alternativa que los jóvenes estudiaran en establecimientos públicos, debido a los costos.
Pero este sistema de enseñanza lo dejaron deteriorar poco a poco, primero la falta de inversión en las instalaciones, luego la no contratación de maestros especializados hasta el descontrol en el ingreso y seguimiento a los estudios de los jóvenes y un largo etcétera que culminó con el deterioro total de la educación pública. Hasta llegar a ser copada por pandillas y crimen organizado.
Si vemos el caso de la salud; también se manifiesta el mismo fenómeno. En los años descritos los hospitales nacionales eran los más avanzados en el equipamiento y contaban con médicos bien formados y medicamentos para los enfermos, así como suficientes camas para tratar a los necesitados.
Actualmente el sistema de salud, por las mismas razones anteriores y otras más, colapsó y no es capaz de brindar cobertura a todo el pueblo de Guatemala necesitado.
En lo que respecta a la vivienda. Ciertos gobiernos empezaron a construir en las mismas épocas viviendas populares para la población, pero estas no eran apropiadas y se fueron deteriorando hasta llegar a un caos total, lo que se veía como una ineficiencia pública para cubrir este aspecto. Actualmente no existe un programa serio para la vivienda popular, solo hay paliativos.
Observamos el transporte colectivo, vemos el mismo caso con sus variantes respectivas y las inversiones se hacen más con fines de corrupción, como es el caso del Transmetro. Por esta razón crece el parque de vehículos particulares y las empresas privadas ganan más (importadoras, ventas de repuestos, entre otros). Guatemala ya necesita un metro, trenes de cercanías, u otros medios de transporte colectivos. Pero los intereses particulares sobresalen enriqueciendo los bolsillos de unas pocas familias.
Sucede similar situación con los servicios esenciales de la población como lo es el agua potable y la energía eléctrica. En el caso del agua potable no existen plantas de tratamiento adecuadas para las aguas servidas, lo que hace que se contaminen los ríos y lagos o cualquier cuerpo de agua dentro de nuestro territorio, volviéndose imposible poder contar con esta agua para uso humano. Esto permite la privatización del agua y su venta por toneles o por botellas que a la larga crea otro problema de contaminación. La guinda del pastel es el desvío de los ríos para riego privado de productos como caña de azúcar principalmente y ahora palma africana.
La energía eléctrica también ha sufrido estos embates, pues cuando funcionaba el Instituto de Electricidad (INDE) sus servicios fueron depreciándose, hasta llegar a venderse a empresas privadas, las cuales hacen excesivos cobros a la población para incrementar sus ganancias.
Volviendo al deterioro de las carreteras, el propósito es el mismo, hacer sufrir a la población a la hora de desplazarse, para que sienta en carne propia el mal estado en que se encuentran las vías de comunicación y que se cree una psicosis que lleve al pueblo a afirmar que todo lo público no funciona, que exista esa sensación de que que el sistema vial no se arregla cuando interviene el Gobierno, sin importar cuál sea, pero crear la imagen de que la única manera de rescatarlo es privatizándolo.
El caso Odebrecht es algo inaudito. Una empresa brasileña llega a muchos países de América Latina y soborna a los funcionarios, y en Guatemala sobornó a todos los gobiernos de turno y a los funcionarios que tenían alguna decisión en la concesión de las carreteras. Esta empresa obtuvo enormes ganancias, con proyectos que nunca ejecutó o dejó a medio hacer o mal hechos, pero que llenó los bolsillos de funcionarios con millones de dólares. Involucrando diputados, ministros, directores, presidentes y muchos más. Todo esto ha construido un andamiaje político de corruptos, los cuales no dejan el poder pues con estos ingresos de corrupción, producto de las concesiones a firmas extranjeras que no cumplen con lo pactado, pueden mantener su estatus de funcionarios y actuar impunemente.
No podemos separar la corrupción del deterioro del sistema de salud, educación, carreteras, sobre todo con el sistema político actual, el cual se encuentra cooptado. Todo entra en el mismo paquete, mostrar el lado oscuro de la administración pública, en la que los servicios esenciales no funcionan, para crear la necesidad de la privatización, la cual permitirá mayor corrupción.
Hay que luchar contra la corrupción y poner a disposición de los organismos respectivos a los que incurran en este delito, cambiar la estructura política de elección para que personas con deseos de hacer bien su trabajo lleguen a ocupar puestos de importancia. Muchos países ha apostado al capital mixto para salir adelante y han tendido éxito, Guatemala necesita un cambio estructural en todos sus órganos del Estado y contar con personas capaces y visionarias con un plan de nación que responda a los intereses de los más de 15 millones de habitantes.
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