Edgar Enrique Sáenz Calito, un aporte a la justicia desde la ausencia

Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL

La libertad es un derecho que a la humanidad le ha costado siglos poder garantizar, su respeto y ejercicio guarda miles de historias de personas que han dado su vida para ello. Es el caso de Edgar Sáenz y de muchos guatemaltecos víctimas de la represión estatal durante el conflicto armado interno.

Estudiante de Agronomía en la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), miembro de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) y de la estudiantina de esa Facultad, Edgar combinaba una fórmula de vida peligrosa para los enemigos de las libres emociones: el estudio y la música.

Para el 1981 tenía ya un hogar, su esposa e hija conformaban su propio núcleo familiar. Fue en ese año, durante marzo específicamente, que fue arrestado por la Policía Nacional (PN), acusado de portar propaganda subversiva, permaneció detenido por tres meses y fue absuelto de los cargos.

El 9 de junio de 1981 fue liberado, no sin antes ser expuesto por agentes de la PN ante hombres desconocidos para su debida identificación. No se imaginaban sus familiares que a metros de la estación policial sería secuestrado por esos hombres, realizando esa acción con excesiva fuerza, golpeando incluso a su padre y esposa, quienes a partir de ese momento jamás lo vieron de nuevo.

Su historia es difícil, sin embargo es tiempo de valorar lo que Edgar Sáenz y su familia han aportado al país, sobre todo en materia de justicia.

En agosto de 2012 una respuesta llegaba a la familia, un Tribunal de Mayor Riesgo condenaba a 70 años de prisión al exjefe policial Pedro García Arredondo por su responsabilidad en los hechos. Y eso no es poca cosa, principalmente por el perfil del acusado.

Arredondo fue para la PN un instrumento de desarticulación de diversas expresiones de oposición, principalmente estudiantes organizados en actividades políticas. Se caracterizó por las prácticas terroríficas que implementó en las detenciones e interrogatorios que elaboraba al frente del Comando Seis de la institución policial.

Si quien lee estas líneas posee menos de cuarenta años es recomendable abocarse con alguien mayor, esa generación estuvo marcada por el terror y control social que Arredondo infundía en la población, nadie escapaba del mismo.

Es por eso que la valentía de la familia de Edgar Sáenz nunca será opacada, ni por el peor de los crímenes siquiera. La sentencia de 2012 abrió la posibilidad a muchas otras víctimas para reunir, al menos, el valor de denunciar hechos sufridos por personajes como Arredondo.

Edgar Enrique Sáenz Calito es un nombre que debe quedar grabado en la historia, su caso debe ser conocido por las generaciones venideras y no permitir que nadie sufra lo mismo que él. Representaba a esos estudiantes románticos que querían un cambio para el país y mejores condiciones de vida para el pueblo guatemalteco, y eso no puede ni debe ser un delito, en ningún lugar y en ningún tiempo.

Resulta así que la vida también cumple con sus cometidos, y Edgar Sáenz es uno de los que cumplió, pues la sentencia de su desaparición forzada ha fortalecido el sistema nacional de justicia, ha permitido que como país Guatemala avance, al menos en materia de justicia. Edgar Sáenz aportó al cambio no desde donde se imaginó, sino desde la ausencia, que es aún más loable.


Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.

Clandestino y artesanal

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