-Mario Castañeda/ EL ARCO, EL SELLO Y EL GRIMORIO–
Al comenzar este texto escucho a Manu Chao. Es el disco Clandestino, esperando la última ola (1998), el cual le invito a que le acompañe mientras me lee. Comienza con “Clandestino” y usted conmigo. Mientras afloran más líneas se asoman “Desaparecido” y “Bongo bong”.
Escribir es difícil. Trasladar lo que uno siente y piensa requiere tacto, cariño y ritmo. Hoy me apremia la entrega de esta columna. La escribo después de caminar por la Plaza de la Constitución, de la mano de Ceci, mi compañera de vida. Juntos fuimos a protestar contra la corrupción, la mafia política que corroe a este país, el olvido, el descaro de los militares y la naturalización del absurdo que este sistema produce.
Ahora se vienen “Je ne t’ aime plus”, “Mentira…”, “Lágrimas de oro” y “Mama call”. Con estas rolas sonando le cuento que, como en cada cosa que hago, no puedo dejar de cantar, tararear o pensar alguna canción. Así, fuimos, caminamos, observamos, gritamos, pensamos, sentimos, saltamos, reímos, conversamos entre nosotros y con muchas personas. Canciones de artistas diversos se atravesaban como si mi mente fuera un puente entre quienes las crearon y lo que en esa jornada vivimos.
“Luna y sol”, “Por el suelo” y “Welcome to Tijuana” continúan y aquí mi corazón se siente extraño. Pienso, entonces, en esa banda sonora que hoy desbordó las calles, el portal, el Palacio Nacional, la catedral y la concha acústica. Eran pasos, vuvuzelas, micrófonos, megáfonos, consignas, batucadas, gente vendiendo para ganar unos centavos que, en un día “normal”, no lo harían porque la PMT no les permitiría colocar sus ventas. Esa esperanza difícil me resurgía a ratos. Y ahora que escribo y escucho “Luna y sol”, pienso en esas posibilidades que llegaron con la oportunidad de encontrarnos hoy en la Plaza. Es una canción que en sus metáforas, entiendo, habla de un nuevo amanecer ante esa crisis a la que ha llegado la política. Una posibilidad revolucionaria pero no de colores, sino real, estructural. Quizá la música me hace soñar mucho, lejos. No lo sé.
“Día luna… día pena”, “Malegría” y “La vie á 2” siguen. Es una secuencia de sonidos y voces suaves. Aquí es donde recuerdo que, entre esa realidad que somos, donde convergieron estratos distintos pero siempre diferenciados, economía marginada, presentaciones teatrales, batucadas, policías sudorosos, mantas, celulares registrando lo que a cada quien le interesaba y un sol ardiente, miles de rostros iban y venían. Entraban y salían de la Plaza dejando su aporte, su rabia, su alegría, su arte, sus palabras y la fe en lo que aún consideran como una idea de nación, en el simbolismo de un pabellón. Confieso, no me identifico con los símbolos patrios.
Salimos de la Plaza y llegamos a nuestra casa. Comentamos en el camino apreciaciones y curiosidades de la manifestación y lo que nos toca en los próximos días frente a esta ofensiva descarada de quienes controlan el sistema y quienes nos gobiernan.
El disco casi termina, “Minha galera”, “La despedida” y “El viento” se van casi zarandeando mi alegría, mi esperanza y mi cansancio. En este punto pienso que, a pesar de mi desencanto con lo que fueron las jornadas de 2015, ver hoy a tanta gente con música en su ser y protestando sin miedo a los rumores de violencia estatal, aquel ciclo de luchas nos dejó enseñanzas.
Hoy nuestras músicas deben continuar en las plazas y en todos lados. Pero no solamente eso. La lección principal que el 2015 nos dejó fue la ausencia de una fuerza política ciudadana organizada. Hoy no podemos darnos ese lujo. Que la música y las demás expresiones artísticas contribuyan, pero que estas no mermen nuestra necesidad revolucionaria.
Fotografía Bandera negra, a ti juramos… por Mario Castañeda
Mario Castañeda

Profesor universitario con estudios en comunicación, historia y literatura. Le interesa compartir reflexiones en un espacio democrático sobre temáticas diversas dentro del marco cultural y contracultural.
7 Commentarios
Aunque a muchos les gustaría poder escribir, sólo pueden opinar. Yo por ejemplo, opino que es hermoso encontrar que hay gente que escribe analíticamente pero pasando por el sentir. ¡Gracias!
Muy bien escrita, emotiva y analítica a la vez.
Muy bien escrita, emotiva y analítica a la vez.
Me gustó mucho esta columna que combina emoción y gusto musical desde una perspectiva muy democrática.
excelente compañero…
Lo fui leyendo mientras esperaba cada canción mencionada.
!Me encanta!
Excelente el uso de la referencia musical hace del articulo algo vivo y me deja con las ganas de leer más y contagiarse del sentimiento del escritor.
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