Fernando Zúñiga Umaña | Política y sociedad / EN EL BLANCO
Los economistas de derecha tienen una misma respuesta para todo, y solo se salen de su esquema liberal cuando les conviene. En la actual campaña política costarricense, para una segunda ronda electoral van los candidatos Carlos Alvarado y Fabricio Alvarado, y para ambos, los economistas de derecha son altamente apetecidos. Incluso se los pelean. Este es mío, dice un candidato, ya me dio el apoyo y este otro es mejor y es mío, dice el otro candidato. Ellos, como muñecas de salón, con sus trajes más caros, aparecen luciéndose junto al candidato. Los candidatos se sienten orgullosos de contar con los servicios de estos profesionales prestigiosos. Aquí vamos a repasar sus repetidas recetas y sus cansinos argumentos.
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PRODUCCIÓN. Hay que producir lo que el consumidor demande, nada de planificar ni de decidir, por parte de un Estado, cómo, cuándo, qué, quién y para quién producir. Eso lo determina el mercado. A ellos no les importa que los agricultores de arroz, maíz, frijoles se queden desempleados y sus tierras improductivas, esos bienes los suministra el mercado internacional, nosotros produzcamos para exportar. Con prepotencia dicen: ahí radica la esencia del capitalismo, el crecimiento del sector exportador conlleva al crecimiento del país y a la generación de empleo. Y así se genera el desempleo rural, la pobreza extrema y el flujo de jóvenes que van del campo a la ciudad. Esas son «externalidades», diría un sabelotodo de estos.
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PRECIOS. Los precios no pueden ser fijados por el Estado, hay que quitar los precios controlados de la canasta básica, es el mercado el que los establece. Palabras santas del economista liberal. La acción del consumidor, guiada por la mano invisible, lo lleva a tomar las decisiones. Esa mano invisible, nombrada por Adam Smith hace varios siglos, es la que conduce al consumidor y guía a los agentes económicos en el mercado, ahí se resuelve todo (por eso se dice que el colmo de un economista liberal, es masturbarse con la mano invisible). Oferta y demanda, he ahí la simple solución. Si no puedes pagar un bien o servicio, simplemente quedas fuera del mercado. La cruel solución, la ley de la selva. Si quitan los precios subvencionados por parte de un Estado interventor y dejas actuar a las fuerzas de mercado, ellos saben que una proporción de consumidores, por supuesto los de menores ingresos, dejan de consumir alimentos esenciales para su supervivencia, no les importa. Se dispara la pobreza. Olvidan que la economía es una ciencia social.
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SALARIOS. La fuerza de trabajo es una mercancía, así lo piensan, así lo creen y en esa premisa ponen toda su fuerza. Como cualquier mercancía, tiene un precio en el mercado. Las políticas de salarios mínimos son distorsiones del mercado, al igual que lo son los sindicatos, enemigos acérrimos. Nada más común que oírlos, para ellos en las negociaciones con el Gobierno nada tienen que hacer los sindicatos. No los queremos aquí. Como grandes gurúes llegan a las mesas a pedir que se eliminen los salarios mínimos, que se reduzcan las cargas sociales, sin medir el impacto que estas medidas tendrían en el incremento de la pobreza extrema. Eso para ellos son más «externalidades» de sus proyectos. Si los salarios son altos, la oferta de empleo es alta y la demanda es baja, habrá desempleo. Eso sí, las ganancias no se tocan, por lo tanto no habrán objeciones, el desempleo y subempleo seguirán creciendo.
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INTERESES. El dinero es una mercancía, igual que todas, como tal tiene un precio: la tasa de interés. Si quieres dinero, paga lo que el mercado determina que cuesta. Los entes financieros tienen que ganar, y si te sobra dinero, dalo al banco y ellos te pagan una tasa. Por supuesto que mucho menor que la tasa que cobran. Y dicen: los bancos tienen que ganar, si el sistema financiero te da dinero a plazo, debes pagar la tasa de interés de mercado, si crece vendrán los ajustes, y si crece más vendrán más ajustes, hasta que podría ser que ya no puedas pagar, entonces te quitamos la casa, el carro y lo que sea, pero el banco no corre riesgo. El sorprendido deudor no se explica porque paga y paga, y la deuda es la misma. Un fetiche más diría Marx.
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FINANZAS PÚBLICAS. Recientemente en Costa Rica, los representantes de la empresa privada, asesorados por sus economistas de derecha llegaron al Congreso para referirse al proyecto de ley de fortalecimiento de las finanzas públicas. Su primera crítica fue dirigida al planteamiento que hacen en este proyecto relativo a la insuficiencia de ingresos nuevos, y criticando que se olvidan de la parte correspondiente al gasto. Su pensamiento no los lleva más que a decir: si quieren reducir el déficit fiscal, gasten menos, pero no nos pongan impuestos. Las finanzas públicas tienen dos componentes, uno es el gasto (presupuesto que elabora anualmente el Gobierno de turno, donde hay gastos que son prácticamente fijos) y los ingresos, proyecciones anuales basadas en el rubro impuestos, que conforma el principal ingreso. La principal premisa de los economistas liberales es que el Estado debe minimizarse, su participación en la mayoría de actividades distorsiona el libre mercado, dicen altaneramente. Nuevamente sus orientaciones filosóficas relacionadas con el laissez faire, laissez passer, su mano invisible, su juego de oferta y demanda y los supuestos de racionalidad económica. De ahí no pasan, en esta retórica que manejan para impresionar a los neófitos de la economía. Es así como las masas caen en el juego de reducir el gasto como única alternativa, sin considerar el impacto social que ello pueda tener, bien decía Sagan; «Quien comprende, tiene mayor posibilidad de sobrevivir».
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FINANZAS INTERNACIONALES. El intercambio de bienes y servicios con el resto del mundo debe fluir libremente, dicen los economistas de derecha. Y argumentan, eso permite mejorar la eficiencia del sistema y aprovecharnos de las ventajas comparativas y competitivas. Pero, si no lo hacemos, vienen las consecuencias, las represalias de los más fuertes. De aquí, lo que sí es cierto es eso último relativo a las represalias, los acuerdos y tratados comerciales contienen las normas que se deben cumplir, de las cuales muchas no están sujetas al libre mercado, sino a favor de los países que en estas relaciones tienen mayor poder. Los grandes monopolios y oligopolios ponen las reglas: medicinas, insumos agrícolas, maquinaria, energéticos, etcétera. Nuestros economistas de derecha obvian esos aspectos y se sujetan a lo del libre juego que debe prevalecer en el mercado internacional.
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Por cuestiones de espacio, quedan muchos temas por cubrir, pero la dinámica del pensamiento liberal es esa. Así tan sencillo como se viene exponiendo, son las soluciones de los economistas de derecha, además de basarse en el pensamiento de los clásicos, tienen plena confianza en el ya viejo Consenso de Washington, que como súbditos religiosos creen con fe ciega. Este consenso, conformado por 10 recetas, aunado al proceso de globalización, todavía inspira a estos economistas, que no hacen el mínimo esfuerzo por salirse de ahí y aceptar que la desigualdad y la pobreza extrema que vive el mundo son causadas por esta inflexibilidad de los economistas, que solo piensan en beneficios inmediatos de sus representados. Hay que mirar hacia la realidad de nuestras economías, a los problemas concretos y basarse en criterios humanísticos para hacer propuestas. El fracaso del próximo Gobierno que nos toque, en el caso de Costa Rica, donde ambos candidatos se apoyan con un equipo económico de derecha, va a ser las contradicciones que se generen internamente (con sus equipos sociales, ambientales, políticos) y externamente con los grupos de presión, ávidos de soluciones y propuestas que beneficien a las mayorías de los costarricenses.
Derecha, por Fernando Zúñiga Umaña.
Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.
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