-María José Schaeffer / ETERNA PRIMAVERA ECONÓMICA–
El naranja es el color más feliz. – Frank Sinatra
Hace unos días llegó a mis manos una serie de publicaciones del Banco Interamericano de Desarrollo sobre la economía naranja, la cual se define como un conjunto de actividades encadenadas que permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor se fundamenta en la propiedad intelectual. De acuerdo con sus precursores, a este sector es innecesario darle identidad definitiva, ya que es en la dinámica cambiante de la relación entre la cultura, la tecnología y la economía que surgen nuevas y creativas oportunidades de generación de riqueza y empleo. Día con día este nuevo sector económico se vuelve más relevante para el crecimiento y desarrollo sostenible, aunque a la fecha sea invisible para muchos, incluyendo desafortunadamente a los gobiernos.
Como bien lo expresó Winston Churchill varios años atrás: «los imperios del futuro serán los imperios de la mente», y uno de esos imperios está cobrando forma en la economía naranja. De acuerdo con el libro La economía naranja. Una oportunidad infinita, el 6.1 % del producto interno bruto mundial depende de las ideas creativas. Si la economía naranja fuera un país del mundo, sería la cuarta economía más grande, el noveno mayor exportador de bienes y servicios y la cuarta fuerza laboral -absorbiendo principalmente a las personas jóvenes, las verdaderas protagonistas de la actual revolución digital-.
Desde una perspectiva regional, la economía naranja se encuentra en el ADN de muchos países latinoamericanos, los cuales están generando empleos a partir del patrimonio cultural de la humanidad y el talento de las personas. Retomando la idea presentada en el párrafo anterior de la economía naranja como un país, en el caso de Latinoamérica sería equivalente a la economía de Perú, las exportaciones de Panamá y la fuerza laboral de El Salvador, Guatemala y Honduras en su conjunto. En promedio, la región está iniciando su propia revolución naranja, con una explosión cámbrica de nuevos modelos de negocio y nuevas formas innovadoras de intercambio y acumulación. Sin embargo, la región requiere tomar mayores riesgos para ser más creativa y generar más conocimiento, herramienta fundamental para verdaderamente aprovechar el potencial del bono demográfico que la caracteriza.
La contribución de la economía naranja a la economía de Guatemala se estima en alrededor de 7.6 %, ubicándose por encima de países emergentes como Brasil, Chile y México. El libro Economía Naranja. Innovaciones que no sabías que eran de América Latina destaca a varios chapines activos en este sector de la economía, que han puesto en alto el nombre de Guatemala con el desarrollo de los siguientes proyectos creativos:
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DIDART, programa que ha desarrollado paquetes didácticos interactivos con materiales naturales recolectados por mujeres indígenas, para que niñas y niños elaboren artesanías y aprendan a valorar la industria cultural ancestral.
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The New Denim Project, empresa textil con filosofía de cero desperdicios, que recicla los desechos de maquilas para transformarlos en productos de calidad.
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Semana de Música Avanzada, un festival anual que busca consolidar el movimiento cultural de música electrónica y el desarrollo de software para su producción en Guatemala.
La evidencia apunta a que las recetas tradicionales dejaron de ser suficientes para promover crecimiento y desarrollo sostenible. Aunque la participación pública en la economía naranja puede parecer compleja, la misma es fundamental para contar con políticas y programas que permitan aprovechar las oportunidades que brinda la creatividad y la cultura, tomando también ventaja de la tecnología e innovación. Los gobiernos, incluyendo el de Guatemala, pueden explotar mejor este sector de la economía desde dos ámbitos de acción. El primero, a través de proveer insumos públicos como infraestructura cultural y patrimonio, formación de capital humano, marcos regulatorios, festivales artísticos, educación, investigación, entre otros. El segundo, a través de intervenciones de mercado como subsidios a actividades culturales, políticas de inclusión financiera, compras públicas e incentivos fiscales adecuadamente diseñados.
Recuerde que todo aquello que no sabemos que desconocemos, puede convertirse en una nueva oportunidad, y la creatividad es un recurso inagotable para transformar ideas en bienes y servicios que pueden ser difundidos a través de diferentes canales de mercado. Lo(a) invito a pasar la voz.
Imagen tomada de ThingLink.
María José Schaeffer

Economista por pasión. Comprometida con el desarrollo y la equidad desde frentes fiscales y rurales. Disfruta galopar con el viento sobre el infinito espacio rural del continente amado. Cree en la capacidad transformadora de las letras, el conocimiento y el diálogo. Rechaza cualquier forma de injusticia y no pierde la esperanza en un mundo mejor para todas y todos. Se describe curiosa, aprendiz incansable y constructora de libertades. Hija y nieta de mujeres transgresoras. Dicen por ahí que su lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres le cambió el alma. En la distancia, mantiene vivo el recuerdo del olor a tierra mojada de la Guatemala que la vio crecer, las tardes de domingo en familia y la cocina de la casa grande.
2 Commentarios
Excelente texto sobre un tema punetual.
Muy buen artículo. Costa Rica es muy activa en este sector de la economía.
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