Jiménez Suchité | Literatura/cultura / VOZ EN OFF
Dunkerque es una buena película, pero no es la mejor de Nolan ni mucho menos la mejor del año, como se esperaba. Su valor está en el nivel técnico, frase que aplica para cualquier otra película de Nolan, con la diferencia de que en esta ocasión los méritos técnicos son absolutamente todo. De ahí sus 8 nominaciones al Oscar.
Tiene tres líneas narrativas no lineales: la línea de la tierra, que se desarrolla en una semana; la línea del agua, que se desarrolla en un día, y la del aire, que se desarrolla en una hora. Esto es genial y no creo que se pueda percibir en todo su esplendor viéndola una sola vez, yo descubrí muchos detalles del cruce de las líneas narrativas la segunda vez que la vi, lo cual hice para tener una mejor perspectiva al momento de escribir esto, y fue la mejor decisión que pude tomar, ya que de la primera vez salí decepcionado y ahora le tengo más aprecio. No puedo ponerle muchos peros a la experiencia sensorial que ofrece, las imágenes frías que envuelven el puerto consiguen reflejar la desolación y el desconcierto de la espera, que se intensifica poderosamente con el sonido. Esto ya nos lo mostraba el primer tráiler que salió en agosto del 2016, donde se veía un enorme grupo de soldados amontonados en el puerto esperando su rescate en silencio, de repente comienza a escucharse el sonido de los aviones enemigos que va aumentando poco a poco hasta desesperar, mientras los soldados, que a este punto ya parecen solo uniformes y cascos verdes, comienzan a agacharse en forma de ola de adelante hacia atrás. Es, para mí, la imagen más memorable de la película. Esa y alguna otra, pero al final no fue suficiente.
El contexto está situado en la Segunda Guerra Mundial, en una ciudad portuaria del norte de Francia llamada Dunkerque. Los nazis habían acorralado en el puerto a los ejércitos aliados (franceses y británicos) y los bombardeaban constantemente. La película se centra en la tensa y emocionante evacuación de los 400 mil soldados atrapados con embarcaciones civiles, denominada como «Operación Dinamo» e impulsada por el legendario Winston Churchill, primer ministro del Reino Unido.
Podrán notar claramente que este contexto es muy rico, es uno de los hechos históricos más relevantes de la Segunda Guerra Mundial, la derrota más prominente del ejército británico y un acontecimiento que ha merecido la etiqueta de milagro. Sin embargo, es necesario conocer la historia para poder entenderla y disfrutarla más, pues la película no se toma el tiempo de hacerlo, excepto en un par de líneas generales al principio. Sus escasos diálogos son sobre el miedo que experimentan los personajes, el amor a la patria y la incertidumbre, pero suenan flojos y vacíos, razón por la cual no destaca ninguna actuación. Un ejemplo de esto es que yo estaba a la expectativa por el papel que iba a hacer Tom Hardy y resulta que su actuación la pudo haber hecho cualquier actor desconocido e incluso malo para actuar, y no cambiaría nada. Nolan no se caracteriza precisamente por ser un director que le dé mucha prioridad a los diálogos, de hecho, es uno de sus puntos flacos, pero me pareció decepcionante que no aprovechara el ambiente que creó para que unas buenas líneas acompañaran y realzaran la experiencia visual y sonora.
Les voy a recomendar algo fantástico para que puedan ver Dunkerque y disfrutarla mucho más: vean antes (o después, como yo) The Darkest Hour, otra película que destacó en la pasada temporada de premios, principalmente por la maravillosa actuación de Gary Oldman como Winston Churchill. La película se centra en la elección de Churchill como primer ministro del Reino Unido y las difíciles decisiones que deberá tomar ante la tensión en Dunkerque. Con esa tensión llegarán a la película de Nolan (de preferencia véanla inmediatamente después) para encontrarse y, ahora sí, vivir el miedo de los soldados en tierra, el fervor patriótico de los civiles que acuden en sus barcos a rescatarlos y las batallas en el aire (las más decepcionantes). Se complementan perfectamente.
Ya sé que la intención de Nolan no era contar un hecho histórico, sino sumergir al espectador en el terror de la guerra y muchos afirman que así lo experimentaron, pero reitero que para mí no fue suficiente, pues solo me sentí tocado por un par de escenas concretas. No dudo que haya sido un gran reto técnico hacer Dunkerque y que Nolan se merezca todas las alabanzas del mundo por realizarlo, pero el 2017 nos regaló otras grandes obras técnicas que lo hacen mejor.
Posiblemente mi experiencia con Dunkerque estuvo afectada porque ya experimenté el terror de la guerra, la frustración, la desolación y el miedo viendo Band of Brothers, una serie impresionante de 10 capítulos emitida por HBO en el 2001 y coproducida por Steven Spielberg y Tom Hanks. Se las recomiendo totalmente, no tiene un solo minuto de desperdicio y les aseguro que después de verla, ninguna producción bélica les parecerá lo mismo.
Fotografía principal proporcionada por Jiménez Suchité.
Jiménez Suchité

Mal amante de la literatura y el cine, series, música e historias en general. El arte me salva la vida y yo la voy haciendo peligrar, así nos complementamos y así, algún día, algo saldrá mal. Cargo con muchas etiquetas, pero solo me hago responsable de las que he elegido yo. Ya no pregunto por quién doblan las campanas, ahora sé que doblan por mí. Rechazo y resisto, no conozco otra forma de vivir.
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