Dulce veneno: el azúcar

-Jaime Barrios Carrillo / SIGNOS

Existe una gran diferencia entre obesidad y desnutrición. Una persona puede ser obesa y tener al mismo tiempo valores bajos o deficientes en su organismo, como baja hemoglobina. Entre 1975 y 2014 aumentó en el mundo la cantidad de personas con sobrepeso y obesidad del 23 al 39 por ciento. Al mismo tiempo, el consumo de bebidas azucaradas, especialmente gaseosas, subió entre 1990 y 2010 del 21 al 38 por ciento. Las bebidas azucaradas se han relacionado desde hace muchos años, acorde a estudios e informes científicos, con el sobrepeso y la diabetes del tipo 2 según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Europea para Estudios de la Obesidad (EASO).

Durante décadas nunca se habló del azúcar como droga que produce abstinencia, además de los estragos que causa su consumo exagerado en la salud humana: de caries a diabetes, pasando por alta presión arterial, los trastornos cardiovasculares y cánceres de todo tipo. Debe agregarse los altísimos costos sociales y de salud que producen las enfermedades y secuelas ocasionadas por el consumo de bebidas gaseosas y de azúcar, especialmente la refinada.

Las bebidas gaseosas, «aguas» o «frescos» como se les llama en algunos países, contienen niveles muy altos de azúcar refinada. En países como México se beben gaseosas en grandes cantidades. Y el país tiene los índices de obesidad más grandes del mundo, así como de profusión de diabetes.

El cuerpo humano necesita de substancias que el azúcar contiene, especialmente la sacarosa, la fructuosa y las variantes de glucosa, pero pueden obtenerse comiendo frutas o raíces como la remolacha e incluso el arroz. De ahí que hasta la aparición del consumo de azúcar no se registraban las caries profusas, que en muchas partes del mundo con deficiencias en los sistemas de salud y odontológicos constituyen un signo de pobreza: la falta de dientes desde temprana edad.

El consumo de azúcar refinada es relativamente reciente en la historia de la humanidad. El azúcar comenzó siendo producida paradójicamente como medicina. Fue en la isla caribeña de Haití, aunque en realidad se llamaba La Española y comprendía tanto el territorio haitiano como lo que es hoy República Dominica, donde se comenzó a cultivar la caña de azúcar llevada tempranamente por los españoles. Los portugueses la llevaron al Brasil un poco más tarde, hacia 1600. El azúcar al refinarse se vendía como medicina en Europa ya que sus concentraciones de calorías producen una energía inmediatamente, de ahí que se creía que tenía efectos curativos en enfermos decaídos.

En la India se utilizaba desde hacía siglos en la cocina, aunque lo que usaba era la misma caña. El azúcar refinado comenzó a utilizarse en la gastronomía francesa para la producción de postres, pasteles y viandas dulces de todo tipo para comensales adinerados y banquetes, siendo entonces un producto muy caro. De los comedores aristocráticos se expandió a las clases medias y luego se popularizó por toda Europa. Ya en el siglo XIX se tuvo como grupo meta de la producción de golosinas endulzadas a los niños y el consumo de dulces por parte de infantes en todo el mundo ha ido en crecimiento constante. Incluso se ha utilizado como premio o recompensa a los niños “que se portan bien”, existiendo costumbres en muchas partes como “los dulces del fin de semana” y los que se comen en las visitas a cines matinales. El aumento de las caries infantiles no se ha hecho esperar y tanto el consumo de dulces como de caries crece en proporciones dramáticas. También la diabetes infantil. En países de gran pobreza y de desnutrición, especialmente entre la población rural, se les da de beber a los niños bebidas gaseosas en un intento desesperado de salvarlos de la desnutrición.

El azúcar refinado comienza a ser motivo de control y en 19 países se han tomado ya medidas como impuestos especiales a las bebidas azucaradas, como en México donde paga un peso por litro. En Estados Unidos algunos estados como Seatle y ciudades como California, han hecho lo mismo.

Los grandes productores de azúcar y de bebidas azucaradas han comenzado campañas para desprestigiar las evidencias científicas, aduciendo que son exageraciones y que lo que produce problemas de salud es la grasa, por lo que recomiendan productos desgrasados cuya pérdida de sabor se compensa con más azúcar, lo que contradice las evidencias científicas de que el azúcar se metaboliza en grasa. Siguiendo tradiciones propagandísticas neoliberales, los corifeos de esas corporaciones critican los impuestos a las bebidas alcohólicas en nombre de la libertad individual.

La conciencia mundial de los efectos negativos del azúcar refinado, y sobre todo de las bebidas gaseosas azucaradas, para la salud continúan en aumento. En Centro América, ya Costa Rica ha tomado medidas. En Chile existe un alto impuesto a las bebidas gaseosas de 18 por ciento. En países europeos como Francia se ha subido incluso la tasa impositiva a las bebidas azucaradas. En Inglaterra después de largas discusiones se comenzará con un impuesto durante 2018.

A medida de que los estudios avancen y las evidencias se hagan mayores, no pasará mucho tiempo antes de que se imponga también la obligación de textos informativos en las etiquetas de los productos, advirtiendo los peligros del azúcar de manera análoga a como se hace hoy con los cigarrillos y el alcohol.

Jaime Barrios Carrillo

Columnista, escritor, investigador, periodista nacido en 1954 y residente en Suecia desde 1981, donde trabajó como coordinador de proyectos de Forum Syd y consultor de varias municipalidades. Excatedrático de la Universidad de San Carlos, licenciado en Filosofía y en Antropología de las universidades de Costa Rica y Estocolmo.

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Un Commentario

Consuelo 12/01/2018

Atinado hito que evidencia el daño que causa el consumo de azúcar en le dieta, como explica Craig Sama en su l libro «MACROBIOTICA -Una forma de alimentarse». y la califiica como «DULCE MISERIA»

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