Dos promesas latinoamericanas en el ciclismo mundial

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El interés por los grandes eventos deportivos comienza a concentrarse en la celebración del Mundial de futbol a realizarse en Rusia a partir del 14 de junio. No obstante, el ciclismo profesional reserva para las grandes audiencias espectáculos inolvidables, por los que no se paga nada para asistir, más que estar al pie de las carreteras o ciudades donde el multicolor espectáculo pasa o concluye una etapa. Largos trayectos donde los competidores se esfuerzan por recorrer en el menor tiempo posible, los espectadores apenas pueden observar en vivo, el instante en el que pasan por su frente, lo que hace inolvidable ese momento.

Las grandes agencias de viajes y los medios de comunicación masiva no han hecho de las grandes competencias ciclísticas un multitudinario negocio, aunque cada vez más hay quienes viajan a Francia para ver la final de las últimas etapas del Tour, y las cadenas televisivas especializadas en deportes ofrecen narraciones cada vez más completas de las estas.

Tres grandes vueltas conforman el ciclo anual más importante del ciclismo profesional. El Tour de Francia, que es la competencia más antigua, más larga y considerada por todos como la más importante de la disciplina. Suspendido apenas en los años más violentos de las dos guerras europeas, llamadas mundiales; participar y triunfar en el Tour de Francia es la aspiración de cualquier ciclista profesional.

Sin embargo, no se queda atrás el Giro de Italia, que iniciado en 1909, también solo no realizó competencias en los años de las guerras. Inclemente en sus etapas de ascenso, este año, como una deferencia al aniversario 70 de la fundación de los estados de Israel y Palestina, arrancó en la ciudad de Jerusalén, con un equipo israelita aunque ningún competidor haya nacido en ese país.

El ciclismo es un deporte de mucha disciplina y esfuerzo, tanto en lo individual como en lo colectivo, pues cada vez más las estrategias colectivas minuciosamente diseñadas son decisivas para el triunfo individual. Los equipos trabajan para un líder el que en solo contadas excepciones puede ser superado por los éxitos de alguien de su formación. Tres sudamericanos, han asumido el liderazgo de su equipo, dados los resultados obtenidos en las competencias anteriores.

El equipo Astana, financiado por el gobierno y empresas de Kasajistán, identificado con el nombre de la capital de ese país, tuvo como líder al colombiano Miguel Ángel López Moreno, promesa evidente del ciclismo moderno. De apenas 24 años, López ya ha demostrado sus capacidades en los pocos años que lleva como profesional, habiendo ganado dos etapas en la Vuelta a España de 2017, colocándolo como el más probable sucesor de Nairo Quintana, el ciclista colombiano que, además de haber ganado esa dura prueba en 2016, también ganó el Giro en 2014 y ha sido segundo en el tour de Francia en 2013 y 2015.

López ha logrado imponer su personalidad y su capacidad en un equipo complicado, no solo por la personalidad y visión de éxito del entrenador y director del equipo, el kasajo Alaxandre Vinokourov, sino porque a los ciclistas europeos les resulta difícil considerar a un latinoamericano como el mejor. Sin embargo todo apunta a que López logrará grandes éxitos para su equipo, pues en este Giro consiguió que sus compañeros trabajaran para él incansablemente, permitiéndole quedar en un nada despreciable tercer lugar, en una competencia que, fuera de la superioridad de Froome y Dumoulin, en las otras posiciones fue un constante subir y bajar en la clasificación general.

Pero si López puede, por ahora, ser considerado el colombiano con mayores posibilidades para grandes éxitos, la aparición del ecuatoriano Richard Carapaz ha venido a entusiasmar a los amantes del ciclismo en sudamérica. Tan joven como López, su carrera apenas empieza, siendo ya un referente para el ciclismo de la región.

Su triunfo en la octava etapa del Giro le permitió mostrar buena parte de sus cualidades, terminando la competencia en cuarto lugar, siendo el mejor colocado de su equipo, compuesto en su mayoría por españoles y latinoamericanos. Con estrellas como Nairo Quintana, que buscará coronarse finalmente en el Tour, Carapaz tiene, por ahora, asegurado un lugar entre los ocho del Movistar que estarán en Francia, cosa difícil para sus demás colegas que le acompañaron en Italia, pues aparte del colombiano Carlos Betancur, los otros seis quedaron muy por debajo en la clasificación general.

El ciclismo latinoamericano comienza a dar muestras de continuidad y sucesión de muy buenos competidores y si bien no es posible imaginar un equipo profesional arraigado en la región, por los costos y miopías del empresariado local, sí es posible imaginar que, como sucede ya con el futbol, Colombia y sus vecinos exportarán cada vez más y mejores competidores.


Fotografías tomadas de Giro de Italia.

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