Diálogos ilógicos: Manuel José Arce en el siglo XXI

Matheus Kar | Literatura/cultura / BARTLEBY Y COMPAÑÍA

AQUILES Y QUELONIO: Diálogos ilógicos (1965)

Esta obra fue presentada por primera vez en el Teatro de la Universidad Popular, como parte de las actividades del XVI Festival de Teatro Guatemalteco en noviembre de 1978, bajo la dirección del Teatro Taller Scala. Llevado a escena en el Teatro de la Universidad Popular con el siguiente reparto: AQUILES/Sergio Luna; QUELONIO/Abel Lamb; y UN CORO.

Este año, 30 de enero de 2018, en el marco de la presentación de la obra teatral reunida de Manuel José Arce, Diálogos ilógicos, rituales y otras obras de teatro, se presentó Aquiles y Quelonio, dirigida por Roberto Díaz Gomar y con el siguiente reparto: AQUILES/Delia Orozco; QUELONIO/Alexander Mazariegos; y UN CORO, en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias.

La obra se desarrolla en un acto único, presentando una amplia habitación desnuda de muebles y completamente llena de coro: gente que parlotea en tono agudo y acelerado, gesticulando y moviéndose. Aquiles y Quelonio, durante toda la obra, se ocupan de discutir sobre cuál puede ser el mejor atuendo para recibir a ciertas visitas.

El coro, a diferencia de los coros del teatro griego, jamás pronuncia o dice algo. Desde acá ya se puede ver cierta ruptura o el preámbulo crítico de la obra. En la habitación hay prendas tiradas en el suelo, solo se encuentra Quelonio viendo su reloj; detrás de la puerta se encuentra Aquiles. Cabe resaltar que en la versión manuscrita el coro es quien tira las prendas de vestir hacia la habitación. También hay que aclarar que en la adaptación de Gomar no se halla el coro, y acaso sí un público, o sea la audiencia, que viene a ser lo mismo. Asimismo, se elimina el fragmento donde Aquiles se prueba una guerrera militar que al final no le queda bien; también se observó la sustitución de ciertos elementos por unos más modernos, como cuando Quelonio dice: «Él hubiera dado todo por tu televisor y tus periódicos» por «Él hubiera dado todo por tu televisor y tu consola de videojuegos».

La obra bien podría ser una crítica al sistema económico al cual nos enfrentamos. Aquiles tiene que elegir entre la ropa que el coro (el público –¿la multitud?–) ha desechado. No puede soñar con ser caballero, vaquero o astronauta, tiene que «ir en tu época, muchacho, vivir con tu siglo. (Con nostalgia) ¡Es un hermoso privilegio que te ha sido otorgado! No lo desperdicies…» y más adelante, cuando Aquiles le dice que quiere ser astronauta, añade: «La Tierra tiene millones, decenas, cientos, miles de millones de seres humanos y apenas una docena de astronautas: ¡tú no eres uno de ellos!». Es así como se fundan los personajes terroristas de las masacres de Columbus, los autobombistas y los asesinos en serie. La sociedad dictatorial les dice a los jóvenes que no pueden hacer nada, que ya todo está hecho y nada se puede cambiar. También tiene lugar un diálogo sobre las ideas: «Los yelmos oprimían también las cabezas de los caballeros. Las ideas estuvieron encerradas entre la dureza y la oscuridad de los yelmos durante la Edad Media… ahora es entre los kepis, después será entre los cascos espaciales… ¡Siempre encerradas las ideas!». Se puede saborear la resignación, la madurez de la impotencia adulta frente a los tiempos.

Por último, la nueva adaptación prescinde del coro y por lo tanto del fragmento final del original: ¡cuando las visitas llegan con la tumba y cirios para Aquiles! Si bien le han quitado el fragmento dador de sentido a la obra, la nueva adaptación no se ha quedado sin sentido, sino, más bien, ha tomado un sentido diferente. Se puede hacer la comparación con la famosa Waiting for Godot, del irlandés Samuel Beckett. Sin embargo, aunque en esta Godot nunca llega a presentarse, el Godot de Arce sí llega, pero no pasa nada. Y, quizá, esa sea la tesis de Gomar: que aunque Godot llegue no pasará nada, porque todo lo que pudo pasar, ya pasó.

No es ningún secreto que Arce estuvo circunscrito en la corriente del teatro del absurdo. Sus puestas en escena siempre fueron bastante escuetas y prescindieron de algunos elementos. La adaptación de Gomar sigue en esa línea, prescindiendo de los juegos de luz y la música, sin perder el acento en los detalles mínimos, escondidos en diálogos ilógicos, pero que nos descubren los aspectos más absurdos de nosotros.


Imagen principal tomada de Diario de Centroamérica.

Matheus Kar

(Guatemala, 1994). Promotor de la democracia y la memoria histórica. Estudió la Licenciatura en Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el II Certamen Nacional de Narrativa y Poesía «Canto de Golondrinas» 2015, el Premio Luis Cardoza y Aragón (2016), el Premio Editorial Universitaria «Manuel José Arce» (2016), el Premio Nacional de Poesía “Luz Méndez de la Vega” y Accésit del Premio Ipso Facto 2017. Su trabajo se dispersa en antologías, revistas, fanzines y blogs de todo el radio. Ha publicado Asubhã (Editorial Universitaria, 2016).

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