Desobedecer y no conformarnos

-Sergio Estuardo Castañeda Castañeda / EXPLORACIONES

El conformismo pasa por la adaptación fácil y sin mayor resistencia a cualquier circunstancia, pero frecuentemente vemos cómo en la actualidad se instrumentaliza este término de forma excluyente. El tema radica en que, en un mundo como el actual, donde el carácter social está determinado por el consumo y la posición económica, se piensa que para alejarse del conformismo se debe adoptar el uniforme del patrón capitalista de “persona de éxito”, es decir, de una especie de “ejecutivo” que pasa obsesionado por alcanzar cierto estatus social, así como por la obtención de objetos y el consumo de diversas novedades. Esto, evidentemente, representa un rasgo de la incapacidad de crítica a la que nos ha orillado este momento de la historia, a través de diversos métodos donde nos van imponiendo el deber ser a través de la construcción del sentido común creado desde un entramado de valores conveniente a los sectores dominantes.

Estos tiempos conducen hacía un tipo de gula consumista que transita entre la adquisición compulsiva de carros, celulares, prendas, cervezas, libros, comida rápida, etcétera; empujando a una automatización social. Vemos cómo, por medio del poder adquisitivo, se esparce la sensación de autonomía aún cuando se obedece. Y es que las subjetividades son invadidas constantemente de forma tan sigilosa,lo que hace que las masas no se percaten de su obediencia.

El conformismo se ha arraigado en la personalidad del ente promedio que encuentra allí su comodidad y, además, una oportunidad —consciente o inconsciente— para llenar dos aspectos irónicamente contradictorios, aun cuando los fusiona: su necesidad gregaria por miedo a la soledad y, en paralelo, su egoísmo para escalar socialmente, aunque eso signifique pasar por encima de quien sea si en juego está su conveniencia propia.

Claro, tampoco es que haya una receta para ser totalmente libres y autónomos. ¿Cuántos son quienes conscientes en cierto grado de las diversas manipulaciones ideológicas y sistémicas deciden alejarse de las costumbres del ente promedio, pero caen en nuevos determinismos, encasillándose en formas que obviamente no son iguales pero dan resultados muy parecidos?

Así es como surgen diversos rebaños, digamos, “alternativos” que conforman rápidamente sus modas propias y su consumo muy particular, pero que al final del día responden a un anaquel de sofisticados productos que, si bien pareciera estar distanciado de los primeros, se encuentra en el mismo mercado. Estos creen, ingenuamente, estar provocando un cambio radical dentro de la sociedad, cuando a la larga juegan dentro de los parámetros permitidos. La verdad es que por mucho que su discurso diga lo contrario, es evidente que no estarían dispuestos a una organización social de otro tipo debido a que gozan de privilegios, y hasta hay quienes lucran con su pose que no trasciende el mero enojo y rencor, careciendo así de convicción y principios profundamente cimentados. Cuidado, pues también se desobedece obedeciendo desde otros espacios en apariencia transgresores pero preconcebidos por el propio sistema.

La caverna de Platón resulta una perfecta alegoría de la sociedad actual, y la idea de libertad del ser humano una utopía cada vez más distante; pero eso no quiere decir que tendremos que ser conformistas ante la colonización que busca imponerse y encasillarnos. La peculiar singularidad del ser humano y la conciencia crítica son, sin lugar a dudas, valiosas características y dispositivos que intentan arrancarnos de diversas y efectivas formas, llegando al punto de hacernos creer que somos plenos mientras nos despersonalizan ¿Acaso no es momento de preguntamos qué tan conformistas hemos sido hasta hoy? Y así atrevernos a cuestionar, desarrollar criterio y, por supuesto, a desobedecer.

Sergio Estuardo Castañeda Castañeda

Estudiante de ciencias sociales, escritor y explorador que ha concebido la indagación de diversos escenarios como parte fundamental en el proceso de aprendizaje. Vinculado a la realidad política y social a través de la participación en colectivos críticos urbanos. Consciente de la necesidad de expulsar ideas para abrirnos al diálogo, al debate, a nuevas formas de compartir aprendizajes e intentar llegar a pensar por nosotros mismos.

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