-Fernando Zúñiga Umaña / EN EL BLANCO–
Marx planteaba que una persona sin empleo o vivienda es una persona dispuesta a enfrentarse al sistema y que en esa lucha no tiene nada que perder, más que sus cadenas. Vamos a hablar aquí del empleo, en otra ocasión nos referiremos al problema de la vivienda, los cuales, por supuesto, están relacionados. El doble carácter del trabajo, su dualidad, permite entender, tal como lo expone Marx, la existencia de un trabajo concreto creador de valor de uso e independiente de toda formación social. Este trabajo genera todos aquellos bienes y servicios que componen la riqueza material. Ahí es donde se requieren habilidades diversas, materiales, equipo y entornos de conocimiento diferente. El sastre hace ropa, genera un valor de uso diferente al del fontanero. El sastre tiene un conocimiento diferente al del fontanero, usa herramientas y equipo diferente y trabaja dentro de otro entorno.
Cuando hacemos referencia al desempleo, nos referimos en términos generales a lo que se denomina trabajo abstracto. Este se manifiesta en el intercambio de mercancías. El valor es gasto de trabajo, puro y simple. Cuando en una sociedad se habla de desempleo, se habla de aquellas personas dueñas de su fuerza de trabajo, y dispuestas a trabajar, pero que no encuentran empleo.
Sin embargo, hilando fino, al clasificar el trabajo concreto, existe una tasa de desempleo que difiere entre trabajadores. De modo que la tasa de desempleo castiga de manera diferente a los diferentes tipos de trabajo. Trabajadores agrícolas, trabajadores industriales, calificados, no calificados, profesionales o no profesionales, etcétera.
Por otra parte, hay otras distinciones basadas en aspectos demográficos, el desempleo entre géneros, entre grupos de edad, entre tipos de procedencia: rural y urbana. Son consideraciones que permiten sacar a flote problemas existentes dentro de una sociedad. Por ejemplo, en El Salvador se ha propuesto un incentivo fiscal para las empresas que contraten a jóvenes (entre 18 y 29 años), el cual permitirá reducir la carga fiscal entre 3 y 5 salarios mínimos, de acuerdo con la cantidad de trabajadores jóvenes contratados. Por supuesto, tal medida va contra los intereses de la mano de obra de más de 29 años, donde probablemente existe menos desempleo. Al final, podría tenerse que aumenta la tasa de desempleo en grupos de 30 años y más, y se reduce la de 29 años y menos. Quitar un botón de arriba, para colocarlo abajo. A fin de cuentas se benefician las empresas al pagar menos impuesto de renta. ¡Geniales!
Guatemala discute sobre cómo regular lo que se denomina el trabajo parcial. No sabemos si es fundamentalmente para dar oportunidades a personas que actualmente no laboran y lo pueden hacer en periodos cortos, incluso en jornadas nocturnas (por ejemplo estudiantes, amas de casa), o para que las empresas optimicen la cantidad de empleados, -y por supuesto sus utilidades-, de acuerdo con sus necesidades, lo que a mediano plazo podría generar desempleo. Igual que en el caso anterior, cambiando el refrán “en mercados revueltos, ganancia de explotadores”.
También había intervención de países europeos para que nuestros procesos de producción se apoyen en criterios de género y de lo que se denomina la responsabilidad social: salarios mínimos, participación de la mujer con equidad, protección del ambiente, etcétera. Si usted, lector, es buen observador, se dará cuenta que esos proyectos están agonizando. El capitalismo es cruel y opta por los tradicionales criterios de minimizar costos y maximizar ganancias. Ceteris paribus.
La tasa de desempleo abierto difiere entre países centroamericanos, en Belice y Costa Rica se tienen las tasas más altas, 10.1 y 9.1 % en el último trimestre del 2016. En El Salvador es de 7.0 %, en Honduras 7.3 %, Panamá 5 .1 %, Nicaragua 4.0 % y Guatemala, en mayo de 2016, según datos de OIT es de 3.1 %. Ahora bien, hay algo importante que debe tomarse en cuenta y es la representación que pueda tener el sector informal, y por ende el subempleo, la cual influye en la calidad del trabajo. Por ejemplo los guatemaltecos, según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos del 2016, tienen un sector informal en el cual labora 69.9 % de la fuerza de trabajo. Eso significa que de cada 10 trabajadores, solamente tres tienen un trabajo formal, los otros siete están en el sector informal donde carecen de los beneficios y garantías sociales que les brinda el sector formal. Para el caso de Costa Rica, el sector informal representa 41.4 % según la encuesta realizada en 2016, lo cual sigue representando un problema social, aunque en menor medida que en Guatemala.
Según la OIT, el subempleo es uno de los principales problemas en la región, dado que ronda entre 45.0 y 50.0 %. Este se refiere a personas que desean trabajar una mayor jornada de la que trabajan (por ejemplo, un profesor que le dan solamente una jornada parcial y quiere trabajar tiempo completo es un subempleado visible) o personas que ganan menos del salario mínimo que fija la ley (subempleo invisible). En Costa Rica y Panamá el subempleo es de 9.5 % y 9.4 % respectivamente, mientras que en Honduras se calcula que 50.0 % de los trabajadores son subempleados. Enorme diferencia. Ahí se ubican empleadas domésticas, recepcionistas, jardineros, profesores, profesionales que laboran en UBER, en call centers, etcétera. El capitalismo es genial creando este tipo de empleos.
Se requieren cambios, pero cuando se inician esos cambios el sistema dominante lanza sus enormes tentáculos para anularlo. Aun así, hay avances, y como decía el gran teórico y revolucionario Vladimir Ilich Lenin, un paso adelante, dos pasos atrás.
Imagen Ejército de reserva por Fernando Zúñiga.
Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.
Un Commentario
Hola Maestro. Aprecio su comentario. Me parece quizá, que el desempleo y subempleo, no son un mal del capitalismo. Son una necesidad histórica suya como su lógica en cuanto modo de producción. Las valiosas estadísticas que cita, son evidencia consustancial de ese rol de la fuerza de trabajo. Esta, sujeta a esa realidad, es para todos los efectos, su recurso de amortiguamiento en cuanto, a su necesaria compensación respecto de la composición del capital, en función de la tendencialidad decreciente de su tasa de ganancia.
Siempre será necesario a dicho modo, estrujar el capital variable, en su antagonismo por fijar mayor valor y plusvalor, pero desde el capital constante. Es así como desempleo y subempleo, en su condición absolutamente humana –fuerza de trabajo en sí- como caras de una misma moneda, son en concreto, los productos de una fatídica realidad. Una necesidad del capitalismo –externalidades, desde la economía instrumental burguesa-, que siempre supondrán privación, pauperización, hambre y desamparo. Ya desde la sección sétima, capítulo XXIII, “La ley general de la acumulación capitalista –FCE, p517.1er volumen-, su apartado 3, “Producción progresiva relativa o ejército industrial de reserva”, se despliegan los vectores teóricos, que dan cuenta de esta realidad, y que aún hoy a sus 150 años, ratifican lo que se propone en su comentario.
A propósito de “Ejército de reserva”, la dimensión de luz, el dominio del volumen y la captura de la abstracción en cuanto a la figura humana –en una infinita falencia de equidad y justeza-, así como el enajenante espacio social dimensionado en su acuarela, realmente provocan y estremecen los sentidos. Martín Murillo
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