Desconfinamiento: ¿solución o tragedia?

Anibal Barillas D. | Arte/cultura / CONTRAPARADIGMAS

No se puede negar el impacto que ha tenido la pandemia en el mundo, ni las crisis que ha potenciado. Aún así, debemos diferenciar, en estos momentos, dos tipos de desconfinamiento a nivel global: el caótico y el controlado.

Las razones para pausar las cuarentenas son muchas, la de mayor peso tiene que ver con la reactivación del aparato económico. Pero cada liderazgo político y económico adopta medidas en función del Estado y el sistema que ya existía antes del COVID-19 y esa precondición explica la fortaleza o la vulnerabilidad en cada región. De allí que en algunos países el desconfinamiento es un suicidio social y en otros, un proceso que reactiva momentáneamente la economía.

Sin obviar el carácter oportunista de las élites en occidente, en esta coyuntura podemos decir que mientras en países como Alemania, Bélgica o España, el Estado de bienestar permite generar un proceso de desconfinamiento controlando las altas tasas de contagio y mortalidad, y reactivando la economía, a la espera de que en la segunda ola ya cuenten con una vacuna; el caso es distinto para América Latina. En países como Perú, Brasil, Colombia o Guatemala, solo por citar algunos ejemplos, el desconfinamiento aparece como la respuesta brutal, inhumana e indiferente de unas élites políticas y económicas que han creado un Estado-oligárquico donde los intereses de las cámaras empresariales (Cacif-Guatemala) están sobre los intereses sociales y donde la reactivación económica no es para la sociedad en su conjunto. Ello quiere decir que los Estados antes mencionados carecen de un sistema de salud que pueda hacer frente a la cobertura de atención a los más necesitados y, por tanto, la pandemia ha dado un golpe de gracia a la organización hospitalaria. La consigna para aquellos países del tercer mundo con élites oportunistas, políticos corruptos y sistemas totalitarios es simple: ¡sálvese quien pueda! Cada familia concentra y administra los recursos para salvar a los suyos de la tragedia. Las declaraciones vergonzosas abundan, cito el caso de Alejandro Giammattei afirmando que había creado una red de hospitales temporales, cuando en realidad, por las condiciones infrahumanas y falta de recursos que reportaron los médicos que las atienden, son más bien pabellones de la muerte.

Pero ello no se debe solo a la desidia e indiferencia de la clase política, sino a la voracidad y brutalidad de la oligarquía. El carácter parasitario de las élites en muchos países de Latinoamérica, se refleja en la solicitud de subvenciones para sus empresas, el despido masivo de trabajadores o la exigencia de trabajar aún con el riesgo que representa. La tendencia dentro de las élites en una crisis es siempre oportunista: alta concentración de riqueza, aprovechar el caos para saqueos de alto nivel al Estado o reducir los derechos laborales, en esencia, el papel de las élites es espurio.

Visto así, la crisis sigue siendo la misma para Latinoamérica, una crisis estructural que nos remite a las condiciones económicas que generan desigualdades y que a corto plazo aumentará la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades para los más jóvenes. Si a ello sumamos el cese de la economía informal y el flujo de remesas, lo que vemos en el horizonte es una bomba de tiempo.

Por tanto, el desconfinamiento momentáneo y parcial será una medida responsable, allí donde los Estados tengan un fuerte cobertura social y estén preparando una cura; y serán medidas irresponsables, allí donde los Estados-oligárquicos beneficien los intereses de las clases hegemónicas.

Anibal Barillas D.

Escritor, investigador y artista visual

Contraparadigmas

Correo: anibaldiez44@gmail.com

Un Commentario

alfredo porras 29/07/2020

O sea que con el desconfinamiento en Guatemala,lo único que va a pasar es que el numero de contagios se dispare y se multiplique por cien o algo así.
Mientras las cámaras de comercio, industria etc. etc. continúan su marcha triunfal hacia una nueva aurora de vivir a costillas de los trabajadores.
Que bien!
Que viva el robo, el despilfarro y todo lo demás que esta clase ha manejado en Guatemala desde siempre!

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