Fernando González Davison | Política y sociedad / DING DONG

A Margarita Carrera, in memoriam

En una democracia existe una estructura moral para cumplir el bien común en un Estado laico propio de las democracias liberales. No obstante, los grupos evangélicos fundamentalistas giran alrededor de los altos funcionarios en Estados Unidos, en Brasil, y en otros países como Guatemala. En Costa Rica recién un pastor compitió por la Presidencia. En Estados Unidos, cuatro de cada cinco evangélicos votaron por Trump y se han vuelto su escudo y espada para defenderlo. Hay una fuerza oscura que los hace acercarse al poder para ampliarlo sin importar cómo.

En América Latina distintos grupos conservadores, con el apoyo de la inteligencia estadounidense, financiaron la expansión de las sectas evangélicas en los ochenta para oponerse a los católicos y a su orientación social por considerarla «comunista» en la Guerra Fría. En 1981 le dieron su apoyo a Ríos Montt y a Jorge Serrano en 1990, como un espaldarazo a la lucha contrainsurgente contra los catequistas católicos. También fue claro su apoyo dado al general Otto Pérez Molina y a su par vicepresidencial Roxana Baldetti, y luego también a Jimmy Morales, y sigue hasta la fecha con un embajador fundamentalista que es cercano a los fundamentalistas estadounidenses, que alaban a
Trump, y son quienes están detrás de la idea de poner la embajada en Jerusalén.

Los evangélicos que apoyaron a Ronald Reagan también dieron su ayuda al gobierno de Ríos Montt, un alcohólico «renacido», quien recibió casi medio millón de rifles viejos pero útiles para forzar la creación de los Patrulleros de la Autodefensa Civil. Varios credos evangélicos como Verbo recibieron a muchos militares que buscaron también «renacer» en el Evangelio a pesar de su pasado contrario a los Derechos Humanos en la guerra civil, cuando tuvieron el apoyo de armas israelitas.

Los evangélicos fundamentalistas «escudo y espada» de Trump, actúan en Guatemala apoyando al Pacto de Corruptos y a la clase política oscura que tiene a Jimmy como su figura en la Presidencia. El embajador de Guatemala en Washington es un funtamentalista más interesado en el poder de su secta que en el de Guatemala, y hace unión con sus pares fundamentalistas en EE. UU. En Guatemala, como bien dice Virgilio Álvarez en gAZeta, han copado la administración pública y
el servicio exterior, con sus compinches católicos conservadores de varias hermandades, opuestos a los católicos de orientación social, todos anti Cicig.

Michael Gerson, quien fue pastor de la familia Bush, cuestiona a esos fundamentalistas en su ensayo «La última tentación» en la revista The Atlantic del mes, que muestra como este desliz de los fundamentalistas pone en riesgo sus sectas, porque están haciendo de lado los valores cristianos al defender a personas que cometen actos totalmente contrarios al cristianismo como Donald Trump, Pérez Molina, Jimmy quienes tienen una moral anticristiana ya que sus actos contrarios a las enseñanzas de Jesús. Sin embargo, los pastores fundamentalistas están con esos truhanes por afán de poder. Son hipócritas. En el siglo XIX los evangélicos en Estados Unidos defendían a los esclavos negros y causas nobles. Ahora apoyan a un presidente racista y que califica a países del tercer mundo como «países de mierda», olvidando los valores cristianos, con una persona en la Presidencia que no respeta los valores de la familia puesto que practica la promiscuidad sexual a la luz de la ciudadanía. No obstante, los pastores son su escudo. Y eso es corrupción contraria a la estructura moral laica de una democracia que debe prevalecer entre los funcionarios y los gobernantes. Son escudo de la más grande corrupción observada en Guatemala en toda su historia.

Fernando González Davison

(1948) Escritor, internacionalista y exdiplomático guatemalteco.

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