Democracia 50/50

María José Schaeffer | Política y sociedad / ETERNA PRIMAVERA ECONÓMICA

Cuando una mujer entra en política, la mujer cambia;
cuando muchas mujeres entran en política, cambia la política.
Michelle Bachelet

Históricamente, a las mujeres guatemaltecas se les ha limitado el ejercicio de su ciudadanía y han estado excluidas de los diferentes ámbitos políticos. Esto debido, principalmente, a contextos y marcos legales adversos que han frenado su participación efectiva en espacios de toma de decisión. Si retrocedemos en el tiempo, fue hasta 1945 que se otorgó el derecho al voto a las mujeres que sabían leer y escribir, y tuvieron que transcurrir veinte largos años para que en 1965 se alcanzara el sufragio universal. Posteriormente, en 1985, por primera vez la Constitución Política de la República dio un paso sustantivo en términos de igualdad de género, señalando que «en Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos. El hombre y la mujer, cualquiera que sea su estado civil, tienen iguales oportunidades y responsabilidades». Sin duda, estos tres hitos cambiaron el rumbo de la vida política de las mujeres, pero principalmente el rumbo de la política del país, derivado de la alianza y coalición que poco a poco han ido tejiendo las guatemaltecas.

Ahora volvamos la mirada al futuro, porque aún queda mucho trabajo por hacer para alcanzar una democracia 50/50 o paritaria, donde las mujeres sean protagonistas de su propio desarrollo, y participen activa y responsablemente en todos los ámbitos políticos a nivel local y central, incluyendo votar en las elecciones, participar en la formulación y ejecución de políticas, ejercer cargos públicos y formar parte de organizaciones y asociaciones políticas no gubernamentales.

Hace algunos días, ONU Mujeres y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentaron en Guatemala el mecanismo Atenea, el cual busca la aceleración de la participación política de las mujeres en 19 países de América Latina y el Caribe. Se le llamó Atenea en honor a la diosa griega de la sabiduría y la justicia, que además fue la protectora de Atenas, lugar donde, en 1992, se produjo la Declaración de Atenas para la adopción de una democracia paritaria en el mundo. La propuesta para Guatemala llega en un buen momento, y contiene una serie de recomendaciones que se traducen en hoja de ruta para garantizar condiciones necesarias para el ejercicio pleno de los derechos políticos de las mujeres. Con la frase «Si somos más de la mitad, ¿por qué no tenemos paridad?», este mecanismo hace un fuerte llamado a reflexionar y tomar acción en aras de una democracia donde mujeres y hombres participan con igualdad.

La buena noticia es que desde 2015 la ciudadanía ha cobrado un nuevo liderazgo y su voz está resonando en lo político. Miles de personas de todas las edades demandan incansablemente un mejor país para todas y todos. En medio de este despertar ciudadano, la juventud –a esa que los estereotipos de género le suenan cada vez más lejanos y absurdos– se está organizando y empiezan a surgir liderazgos frescos que devuelven la esperanza de recuperar la primavera.

A casi un año de las próximas elecciones generales, el desafío está en que todas las personas tengan el mismo derecho y oportunidad de ejercer su ciudadanía y participar activamente en espacios de toma de decisión. No hay otra forma, la paridad tiene un impacto transformador en las democracias, y es imperativa para poder construir la Guatemala que todos queremos.


Fotografía principal tomada de Atenea es paridad.

María José Schaeffer

Economista por pasión. Comprometida con el desarrollo y la equidad desde frentes fiscales y rurales. Disfruta galopar con el viento sobre el infinito espacio rural del continente amado. Cree en la capacidad transformadora de las letras, el conocimiento y el diálogo. Rechaza cualquier forma de injusticia y no pierde la esperanza en un mundo mejor para todas y todos. Se describe curiosa, aprendiz incansable y constructora de libertades. Hija y nieta de mujeres transgresoras. Dicen por ahí que su lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres le cambió el alma.

Eterna primavera económica

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